Prólogo

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Por la madre de todos los hongos, ¿desde cuándo Kevin tiene un abdómen tan bien formado? Es decir, es el capitán del equipo de fútbol pero, ¿por esa razón debe de tener unos brazos tan fuertes? Desde las gradas se puede apreciar como las venas de sus manos desean estallar. Su cuerpo no llega al extremo nivel de un culturista, ni mucho menos, pero para ser un simple adolescente, está bien formado. Se acaba de echar agua en la cabeza, las gotas ruedan por su rostro y mezcladas con el sudor recorren su pecho y su estómago, mojando su pantalón. ¡Oh, por el amor de todas las bacterias, quién daría lo que fuera por apreciar esas gotas de cerca!

—Edd. Estás babeando. —Una voz interrumpe los pensamientos del adolescente. Su rostro se enrojece a más no poder, pasa el dorso de su mano por su labio inferior sólo para comprobar que su amigo es un exagerado y que ningún rastro de saliva ha salido de su boca. —Idiota, incluso lo revisas ¿A quién tanto miras?

Eddy, uno de los dos mejores amigos de Edd, se coloca en la misma posición que el chico. Frunce el ceño observando a los jugadores del fútbol. Los chicos están terminando su entrenamiento, todos se encuentran cansados y exhaustos, sin camiseta y tirados por el campo tal cual pasto para las vacas. Observa a Rolf, un chico del barrio de pelo azul, de descendencia Noruega y que suele caer bien. Eddy rueda los ojos, ya que a él no le cae bien. Sus ojos caen en Nathan, que viene de la ciudad, ricachón y un tanto egocéntrico. Se encuentra hablando con Kevin, su mejor amigo, y de un momento a otro, casi corre a su grupo personal de animadoras. «Que idiota» piensa Eddy. Finalmente, Kevin, el chico malo del vecindario. Eddy siempre ha odiado a este personaje desde que eran unos simples mocosos y se dedicaba a molestar a sus amigos y a él. Kevin se había quitado el casco de entrenamiento para colocarse su gorra roja, la cual no se quita nunca. Dos mechones de pelo naranja sobresalen por su frente, pegados a esta debido al agua que anteriormente se había echado encima. Tampoco tiene camisa, pero bueno, como casi todos los inútiles de este equipo.

—Eh... Yo... No-No miraba a nadie, Eddy. —Habla por fin Edd completamente sonrojado, dejando de mirar al capitán o a cualquier otra persona, interesándose por las sucias y viejas gradas.

—¿Es Rolf? —Pregunta interesado Eddy. Su aburrimiento ha incrementado ya que Ed se ha puesto a leer un cómic, por lo que se encuentra sin hacer nada. Y molestar a su amigo es uno de sus pasatiempos favoritos. —No creo... ¿Te gusta Nathan, cabeza de calcetín?

Edd niega frenéticamente. Nathan es buen chico, no lo negaría en la vida, pero... A fin de cuentas, es Nathan, no hay otra palabra que lo defina mejor. —Es guapo y tiene dinero, dato importante. Pero joder, tío, sólo mira quién es su dichoso mejor amigo.

El silencio se instala en la conversación.

—¡Oh, me cago en la puta, ¿te gusta Ke-?!

—¡¡Cállate!! —Grita Edd tapando la boca de su mejor amigo. Sin quererlo, llama la atención de toda la cancha de fútbol. Las animadoras de Nathan y él mismo se quedan mirando al trío, al igual que Kevin y algunos de los otros jugadores. El chico, al darse cuenta del suceso, vuelve a sonrojarse. —¡Perdón! —Exclama a gritos para luego mirar mal a Eddy y susurrarle. —No me gusta nadie, Eddy. Y mucho menos Kevin.

Miente. Desde hace tiempo Edd ha estado observando al chico de pelo naranja. Cuando se encuentran por los pasillos, cuando lo ve salir por la mañana de su casa vecina en dirección al instituto o cuando asisten a la misma clase de Matemáticas Avanzada. No sabe cuando empezó, ni cómo, ni por qué. Edd sólo sabe que la simple presencia de Kevin a su alrededor le pone nervioso, pero a su vez le tranquiliza. No es capaz de entablar una conversación con él o si quiera de sostenerle la mirada, pero cuando sonríe... Edd siente que el mundo para y que sólo importa Kevin y esa sonrisa.

—Sí, claro... —Refunfuña Eddy para nada convencido. —Y el sol es una estrella.

Edd esconde una pequeña carcajada. Sin duda, su amigo es idiota. Pero a fin de cuentas, es uno de los pocos que lo conoce al completo. Se recuesta en las gradas y vuelve a observar el campo de los Peach Creek Cobblers: Kevin ya no se encuentra en el terreno. Un poco desilusionado, Edd recoge sus cosas e incita a sus amigos a ir a la siguiente clase. Ambos niegan y como siempre, Edd se encamina solo por los pasillos de su instituto.

peach creek cobblers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora