Uno

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Edd tiene que salir corriendo de clases cuando el timbre que da por finalizadas a las mismas suena. Su mente le había jugado una mala pasada mientras el profesor repasaba para un examen de recuperación que él no debe hacer. Fue una visión impura que aumentó el nerviosismo del chico. Recordó a Kevin, un chico que parece gustarle, como horas antes había chocado contra él en el pasillo y sin quererlo realmente -pero deseándolo con todo su corazón-, había tocado aquel espectacular abdomen súper bien trabajado suyo. Muerto de la vergüenza, Edd había escapado corriendo de la escena sin, siquiera, dejar articular una sola palabra a Kevin. Luego en clase lo había visto levantarse a la mesa del profesor y el recuerdo de sus manos presionando su estómago había llenado su cavidad mental. A ello también le sumó la despampanante vista del otro día en la cancha de los Cobblers, cuando pudo observar el agua correr por el pecho del susodicho. En resumidas cuentas, el amigo de Edd se ve, de una manera frustrante, despierto.

Por ese motivo llega a su hogar diez minutos antes de lo previsto. Por ese motivo, media hora después, totalmente calmado y ligeramente avergonzado por su comportamiento, su vecino y, ahora protagonista de sus fantasías más oscuras, toca la puerta de su casa. Cuando Edd abre la puerta, cual grata fue la sorpresa que se lleva al encontrarse a Kevin con unos cuantos libros en la mano y una mueca nerviosa.

—Hola.

Rápidamente los nervios de Edd se cruzan. ¡¿Qué hace Kevin tocando su puerta!? ¿Se ha equivocado? ¡Imposible! Lleva viviendo en el mismo lugar desde renacuajo. O a lo mejor piensa que esta es la casa de Eddy... ¡Sí! Eso es lo más seguro. Kevin busca a Eddy para darle una tremenda paliza... ¡Con los libros que lleva en la mano!, por cualquier estúpido motivo.

—Creo-Creo que te has equivocado de casa, Ke-Kevin. —Habla por fin Edd sintiendo como la sangre sube a su rostro y se instala en sus mejillas. Kevin aparta la mirada del chico, suelta un gran suspiro y lo vuelve a mirar.

—Cállate, Doble Tonto —Espeta. Extiende sus manos hacia Edd entregándole los libros. Ahí es cuando se da cuenta de que ambos libros llevaban sus iniciales. ¡Que descuidado! ¡Se había olvidado los libros en clase! Pero normal... Con la prisa que tenía. —¿Qué te ocurrió? Saliste muy rápido de clase. No es propio de ti ser tan despistado.

Edd no sabe que responder. Se le traba la lengua y agacha la mirada. ¡Por Newton, ¿por qué actúa así!? —No hace falta que me lo digas si no quieres... —Contesta rápidamente Kevin al observar la indefensa situación de su vecino. Se encoge de hombros como si le estuviera restando importancia al asunto. —Sólo es curiosidad.

—Lo-Lo siento. Quiero decir, ¡gracias! —Se limita a decir Edd apenas articulando bien las palabras. «No sé si quiero que esto acabe ya» piensa Edd. Kevin sonríe. «Oh genial, ya se está burlando de ti, ¡genial, Doble Tonto!»

—Bueno... Nos vemos mañana. —Kevin da por finalizado el silencio incómodo que abrumó a los dos jóvenes. Camina de espaldas por el jardín hasta que saluda al chico con la mano. —¡Adiós, idiota!

Edd cierra la puerta de su casa, se apoya en esta de espaldas y se deja caer. «Idiota, idiota, idiota...» Se ha vuelto a burlar de él, ¡fantástico! «¿Por qué tengo que ser tan patético?» Edd comienza a recriminarse. No entiende el por qué su corazón se acelera tanto cuando tiene a Kevin a su lado, no entiende el por qué se pone tan nervioso o por qué su sonrisa altera todo su sistema. Oh, aquella sonrisa. Edd no había caído en cuenta de que Kevin le había sonreído, ¡a él! «Idiota. Lo más probable es que fuese una sonrisa de burla. », Edd suspira.

«Que me obliguen a cortar el césped si lo que creo que siento supera más que la mera atracción física... »

peach creek cobblers.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora