d o s

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—¿puedo sentarme acá?

—si, sentate

—gracias loca

—de nada —reí— y dam?

—me dijo que no iba a venir porque está enfermo

—chamuyo —dije abriendo la carpeta

—spallatti y rizzo, dejen de charlar —gritó la profesora

bajé la cabeza y empecé a escribir todo lo que estaba escrito en la pizarra, recién entramos y ya escribió una biblia completa.

¿qué clase de persona tiene ganas de escribir a las 8 de la mañana? —pensé— definitivamente ésta vieja

—prestame esto —sacó un marcador de mi cartuchera— porfa

—y si, si ya lo sacaste —reí—

—spallatti y rizzo, última advertencia

—es que ya sabía tu respuesta

—spallatti y rizzo —gritó— a dirección

—pero solo estaba pi...

no dejó que nacho pueda terminar de hablar y gritó nuevamente

—decile eso a la directora spallatti —señaló la puerta— y vos también rizzo

la concha de tu madre

¿sos pelotuda, zoe? segundo día y ya te sacan del curso y te mandan a dirección —pensé— sos crack

—¿vamos?

—asentí— vamos

agarré mi mochila y guardé todas mis cosas, esperé que nacho hiciera lo mismo y mientras reíamos, caminamos hasta la dirección

—boludo, segundo día y ya nos sacan —reí— la puta madre

—ya fue —sonrió— así es la vida

—así es tu vida, a mi nunca me pasó

—si te juntas conmigo, vas a tener que acostumbrarte —sonrió

buenísimo zoe, último año de secundaria con un pibe de los "piolas". vas a hacer todo lo que no hiciste en años en uno solo —pensé— vamos los pibes

entramos a dirección y hablamos con la directora, por suerte no era mala.

—¿qué pasó chicos?

explicamos la situación y la dejó pasar por ser la primera vez, pero no quería que vuelva a repetirse

salimos de ahí, y nos sentamos en un pasillo a conversar. pasó mucho tiempo así, hasta que decidimos ratearnos del colegio

—dale boluda, saltá, por favor —gritaba nacho, mientras miraba desde abajo la posición en la que yo estaba sentada arriba de la tapia que separaba el colegio de la calle

—me da miedo, nacho

—dale —abrió sus brazos— yo te agarro

—bueno, pero no me sueltes

tiré la mochila para después saltar. cuando lo hice, grité muy fuerte, tanto que hasta nacho se asustó

—acá somos boleta

—te dije que tenía miedo, nacho

—corre boluda —agarró mi mochila y mi mano— dale

empezamos a correr con todas nuestras fuerzas, agarrados de las manos, hasta que llegamos a la plaza más cercana del colegio

bff ; eckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora