Miércoles 22 de Abril de 2015
«...¿D-dónde estoy? ¿Qué es este lugar ahora?», fue lo primero que pregunté. Era una sala totalmente blanca, no había ninguna puerta por mucho que me pasease por aquel lugar, es más, el lugar era bastante pequeño, pudiendo solo alrededor tres o cuatro pasos entre pared y pared, y de alguna manera totalmente desconocida, se mantenía la sala iluminada.
Estuve un buen rato dando vueltas, incluso dando golpes a la pared, que sonaban totalmente sólidas. «¿Es que no era un sueño? Eso quiere decir...». Recordando el corte que me hizo aquel demonio, lo que hizo ponerme las manos detrás, justo donde me hizo aquel corte. Mi piel se había regenerado por completo, no sentía ningún dolor ni tenía algún rastro de sangre, pero a pesar de eso, la ropa estaba totalmente rajada, al igual que el móvil que sufrió un buen corte.
«¿Hola...? ¿Hay alguien aquí?», decía cada vez con más desesperación, seguía intentando caminar, sintiendo como si la sala se hiciera cada vez pequeña. «Venga... esto ya no hace ninguna gracia...».
Había pasado una hora en aquella sala, mi desesperación cada vez era mayor al estar encerrado en esas cuatros paredes, sin ninguna voz, sin ninguna puerta, nada. Golpeaba la pared con fuerza, haciendo sangrar mis puños, pero tenían una regeneración instantánea y la sangre desaparecía con él.
«¡Por favor, que alguien me saque de aquí! ¡Por favor, seáis quien seáis, sacadme de aquí...! P-por favor...», caía de rodillas al decir eso último, dando golpes cada vez más débiles en aquella solida pared, incluso al cabo de unas horas, mi estado era cada vez peor y peor, quedándome totalmente agachado y apoyado contra la pared, pidiendo una ayuda totalmente inexistente, por mucho que rogara, no aparecía nadie para sacarme de aquella sala. «...Ayuda... qué alguien... por favor, que me saqué de aquí... ayudadme...», fue lo último que dije antes de caer totalmente inconsciente sobre el suelo.
Al cabo de unos días, mi cuerpo seguía ahí, en aquella sala totalmente desmayado, con signos de haber llorado debido a la desesperación y el sufrimiento de estar ahí. Se sentía como si no pasara el tiempo, ni tenía la necesidad de comer o de algún otra necesidad.
Mientras tanto, en el mismo palacio, aquel hombre con capa se puso a hablar con el demonio que estaba sentado en el palacio. «Está listo, o al menos eso parece. Ha perdido al fin la cordura», dijo el hombre con capa, aunque se notaba en su rostro y en su tono, cierta tristeza.
Aquel demonio, levantándose con cierta rabia, miró a aquel humano. «¿Estás seguro que este no fallará? Los otros sujetos fueron un gran fracaso y no puedo permitir otro fallo», le dijo al chico.
Este se tocó su cuello, del cuál tenía un pentagrama rojo y mostró una ligera sonrisa, «Ya te respondí en su momento, Satán», dijo con cierta arrogancia y confianza. «El experimento esta vez funcionará y logrará estar dentro de su cuerpo, te lo puedo asegurar».
«No oses llamarme por mi nombre. Como maestro tuyo que s-». «Fuiste», le cortó aquel hombre con capa a Satán, llegándose a notar que estaba molesto porque le llamasen de esa manera. «Ya no lo eres, ni por mucho que tenga que cargar yo con lo que tenga en el cuello», dijo soltando una pequeña risa para ponerse totalmente serio al igual que en su tono de voz. «En fin, pongámonos manos a la obra.».
Satán se veía realmente molesto que le respondiesen de esa manera, pero a pesar de eso, no le hacía nada, aún así, hubo algo que le molesto: «Alguien que tú... ¿dándome ordenes?», el chico, con una sonrisa pero dándole la espalda a Satán, empezó a caminar. «Mejor que sea yo que aquella forma blanca, ¿no crees?».
Se molestó aún más, pero, en parte sentía que tenía razón sobre lo que dijo sobre aquella forma. Fue caminando detrás de aquel hombre, tomando cada vez una apariencia más humana, igual con su tamaño. Bajarían por uno de los sótanos que había en aquel palacio, aunque Satán se quedo mirando una de las habitaciones antes de seguir bajando quedándose totalmente congelado mirando la puerta.
El hombre con la capa, siguió caminando, dejándole atrás hasta llegar una puerta completamente blanca. «Espero que me perdones, algún día lo entenderás todo», dijo mirando a la puerta, y miró a Satán, que aún permanecía mirando aquella puerta en silencio. «Algún día».
En la sala blanca donde estaba yo, empezó a salir unos rayos negros, rebotando de pared en pared y dándole a mi cuerpo, despertándome del dolor que esto me causó. «¡Aaah! ¿A-ahora qué? ¡¿R-rayos?!», intenté cubrirme con los brazos para que me diese el mínimo de los rayos posibles, pero uno acabó dando de lleno en mi ojo derecho, empezando a sangrar.
«¡Aaagh! ¡Mi ojo!», grité de dolor ante el impacto del rayo sobre mi ojo, que no paraba de gotear sangre en el suelo. «¿Por qué? ¿¡Por qué a mi!? ¡Yo no he hecho nada para merecer est-...!», gritaba de desesperación mientras los rayos seguían rebotando una, y otra, y otra, hasta que no de esos rayos, impactaron sobre mi pecho, derrumbándome al suelo.
«...Matadme ya, por favor.. no.. quiero seguir sufriendo...», fue lo último que dije antes de volver a caer desmayado por completo, mientras seguía desangrándome por el ojo derecho.
Los rayos que estaban sobre la sala blanca, se convirtieron en una aura negra que empezaron a juntarse, formando a la misma persona que estaba en el palacio, miro a los lados asegurándose de que Satán, el demonio que estaba acompañándole, no le estuviese siguiendo, suspiró y se me acercó. «Conque este ha sido tu límite, ¿eh, Juan?», dijo con una sonrisa que mostraba cierta tristeza.
Se agachó a mi lado para comprobar si aún tenía pulso y sonrió. «Heh... Ya veo..., así que sigues vivo a pesar de eso...», susurró para él mismo mientras me subía la camiseta y observar justo donde me impactó el rayo. Murmuró algo observando las heridas que le causó los rayos que le rozaron y el rayo que le impactó en el pecho. Suspiró y con sus dedos, lo pasó por la sangre que me salía en el ojo y miro mi pecho con una totalmente serio.
«Así no te dolerá tanto.», dijo, a la vez que en sus dedos, empezaron a salir un aura negra y lo va pasando por las heridas, regenerando todas las heridas hasta llegar al pecho, donde empezó a inyectar aquella aura. «...¿Crees que eso cambiará algo?», dijo mi cuerpo inconsciente con una sonrisa con un tono de voz totalmente diferente, pero a pesar de eso, aquel hombre con la capa, siguió inyectándole el aura negra sobre mi cuerpo.
El hombre se veía molesto de escuchar su voz, porque reconocía quien fue el que habló. «Y ahora...», con la misma sangre que tenía en sus dedos, me hizo un pentagrama en mi cuello. Volvió a mirar a los lados y suspiró algo estresado. «Bien... Ahora sin que él lo sepa...», decía algo triste, sacó su otra mano de la capa saliendo un aura negra de ella y abrió un portal, que devolvía al infierno, el mismo lugar donde llegué y me hicieron aquel corte en la espalda.
«Lo siento chico, es lo que más puedo hacer por ti... Si por mi fuese, te dejaría en tu casa... pero no puedo... No debo cambiar el tiempo de esta manera». Agarró mi cuerpo al decir eso y atravesó el portal, dejándome en el suelo, aunque a una distancia, se podía ver que había un gran grupo de demonios enfrentándose a una sola persona, llamando la atención del hombre de la capa y volviendo a mirarme. «Vaya... hay cosas que no cambian... espero que nos veamos pronto, Juan».
El hombre de la capa desapareció al igual que aquel portal convirtiéndose en un aura negra que se iba expandiendo por el infierno hasta desaparecer por completo.
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Saigai ni Michi (Camino al Desastre )
Ação(En proceso) *~~~* *~* *~~* Info *~~* *~* *~~* La historia está basado en un rol de 2015. Los personajes pueden sufrir un cambio de nombre en cualquier momento. La historia, a día de hoy, aún continúa.