No todo es lo que parece

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Media mañana.
Agosto. 32 grados a la sombra.
Madrid. Uno de los veranos más calurosos de los últimos años.
Y esto hacía que vivir en un apartamento del centro de esta ciudad se convirtiese en un reto casi mortal.
Una joven pelirroja está en la cocina de uno de esos horribles apartamentos, con todas la ventanas abiertas y en camisa de tirantes, rezando por no licuarse en cuestión de minutos.
Estás preparando una ensalada y pollo. Algo que no aportase demasiado calor a tu cuerpo ya que sino se colapsaría por completo.
Pero tu cabeza hacía un buen rato que había dejado de percibir la bochornosa temperatura.

Estabas pensando en cuestiones más transcendentes para tu vida.
De hecho, estabas decidiendo qué destino escogerías para tu carrera profesional.
Habías estudiado teatro, pero hasta ahora no habías conseguido grandes papeles, solo intervenciones cortas en algunos shows.
Y el dinero que tu familia te había dado para terminar tu carrera en la capital se agotaba.
Apenas te quedaba suficiente para pagar otros dos meses de alquiler en esa cara ciudad.
Vivías allí desde hacía un año, con la esperanza de encontrar más oportunidades laborales en el centro.
Pero nada. No habías tenido demasiada suerte.

Aún así, ese era tu sueño, y volver a tu casa, con tu familia, significaría desistir y buscar empleo de cualquier otra cosa.
No tenías miedo a las dificultades de buscar otro trabajo, lo que te asustaba era tener que escoger un camino.
Elegir un camino significaba abandonar el otro.

Irse de Madrid haría que perdieses tu sueño.
Solo te quedaba una ultima oportunidad.
Ese día tenías un casting para un importante director. Un contrato con él significaría el salto a la gran pantalla, y lo que es mas, un sueldo que te permitiría quedarse en Madrid indefinidamente.

Estabas sumida en tus pensamientos cuando de pronto escuchó un fuerte estruendo proveniente del salón.
Vivías sola, así que te extrañó mucho.
"Una corriente de aire ha tirado algo" pensaste en primera instancia.
Pero con 32 grados no podía correr ni una gota de aire, así que lo descartas enseguida.
"Un ladrón" fue tu siguiente opción.
Te asustaste. Podría ser un ladrón que se había colado por la ventana. A pesar de que vivías en el segundo piso.
Tenías una cuchara en la mano, y sin pensártelo dos veces la cogiste con fuerza y caminaste despacio hacia el salón.
Había un jarrón roto y algunos libros en el suelo. Efectivamente, alguien había entrado.
Tragaste saliva con fuerza y te tensaste, buscando con la mirada tu móvil para lanzarte hacia él despavorida y llamar a la policía.
Por una vez que no lo tenias cerca va y entra un ladrón.
La ley de Murphy.

Escaneas la estancia con la mirada.
Cojines, libros, algunos folios, la televisión, fotos, una mesa, un gato, un reloj. Nada. Ni rastro del movil.
Espera...
Un gato.
Tu no tenías gatos.
Ahí estaba, un gato gris plata de ojos grandes y azules te mira atento desde el sofá.
Parecía ser el culpable del estropicio.
Soltaste todo el aire de golpe, solo es un gato.
-Que susto me has dado enano.-Dices casi riendo.
Seguramente sería de algún vecino y se había colado en tu casa.
-Venga, anda, vete a casa.-Le ordenas indicando con la mano que se marchase .
Pero evidentemente no hizo ni caso.
Miró hacia otro lado con indiferencia y comenzó a juguetear con algo que tenía entre sus patas, un pequeño papel cuadrado.
suspiras y te acercas al animal para cogerlo en brazos y buscar a su dueño, pero en cuanto das dos pasos el gato salta hacia el lado contrario con el papel en la boca.
Ahora podías verlo.
Era tu pase con la dirección del casting al que tenias que ir.

Sin ese papel no te dejarían entrar al edificio, sin mencionar que sin esa dirección no tenias ni idea de donde quedaban los estudios donde se realizaba la prueba.
-Tsss ssh shhh mis mis, ven gatito.-Dices fingiendo una sonrisa para que el gato viniese.
Pero el minino parecía saber lo que hacia, y como si quisiera arruinar tu vida adrede, saltó a la ventana, mirándote desde ella, a punto de largarse con tu ultima esperanza de ser actriz.
Si hubieras podido coger una escopeta hubieras disparado de lleno al estúpido gato.
Pero no era el caso, así que en un último ruego desesperado das un paso al frente.
-Por favor, no. Te daré sardinas, lo que quieras, pero baja de ahí. -Das otro paso hacia el gato, que se había sentado y se estaba rascando tranquilamente la oreja con una pata delantera, aun con el papel entre los dientes.
Calculaste que si dabas un salto podrías atrapar al animal y con ello salvar tu carrera artística.
Cuentas mentalmente: Uno... Dos.... ¡tres!
Te lanzas a por el animal, que ni corto ni perezoso saltó por la ventana.
Y como si lo hubiera hecho mil y una veces, calló con agilidad sobre un saliente del edificio, y nuevamente calló hacia un toldo, entrando por la ventana de otra casa del primer piso.

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⏰ Última actualización: Apr 03, 2018 ⏰

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Fuego abierto (Light Yagami) (Elle Lawliet) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora