Realidad

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Desperté temprano, había tenido una noche horrible y solo quería salir de mi cuarto, hacer cualquier cosa para distraer la creciente culpa que se había acumulado en mi cerebro. Estaba harto de tener que huir. Entré al baño y me salpiqué el rostro con agua helada, tratando de reducir la hinchazón que había en mis ojos. Hasta un ciego se daría cuenta que estuve llorando toda la noche. Me sentía patético.

Me di una larga ducha en donde mis pensamientos divagaron a los rincones más inesperados de mi mente. Necesitaba hablar con Oliver primero. Aun tenía mucho tiempo antes de que iniciara la convención. Todo sería mas sencillo de asimilar si Oliver me odiara. Así sería más sencillo.

Salí del baño, preparado con la ropa que usaría durante todo el día. A diferencia de ayer, aproveché la tranquilidad de la mañana para colocar mis respectivas perforaciones en mi labio inferior. Pasé la lengua por los agujeros por reflejo y terminé de secar mi cabello con la toalla.

Busqué mi celular con la mirada, la verdad no quería usarlo, pero tenía que estar al pendiente de cualquier noticia que Amy me pudiera comunicar.

Me sobresalté al escuchar el tono que había programado para Oliver. Me mordí la lengua y dudé en contestar. Lo levanté del suelo y presioné el botón para responder la llamada antes de que cambiara de opinión.

—¿Hola? —dije con pena.

—Hola. —su voz sonaba apagada. Mi estómago se revolvió —¿Cómo estás?

—Deja la charla cordial —ignoré su pregunta— Cometí un error, y quiero hablar contigo al respecto.

—Está bien. —me sorprendía la brevedad de sus palabras. No estaba seguro si Oliver estaba triste o sumamente enojado, de cualquier manera, era muy extraño escucharlo hablar así.

—Yo... ¿podemos vernos? —titubeé. Comencé a dar vueltas alrededor de mi habitación, esta era mi oportunidad para hablar las cosas.

—¿Ahora?

—Dentro de unos 20 minutos ¿Está bien? —los nervios me consumían. ¿Qué se supone que haría si me decía que no? Seguir intentando supongo.

—¿En el parque? —sugirió él.

—Preferiría hablar en mi casa. —de esta manera habría más privacidad si las cosas llegaran a salir mal. Aun no estaba seguro de lo que le iba a decir.

—Ok, ahí estaré. ¿20 minutos cierto? —confirmó, soltando un suspiro.

—Sí, gracias— me despedí y colgué la llamada.

La puerta de mi habitación se abrió de golpe. Grité al escuchar la puerta golpear contra la pared. Mi hermana estaba parada en el marco de la entrada con la mirada enfocada en mí, y el cepillo de dientes aun dentro de su boca. No sé qué había escuchado, pero no se veía feliz.

—¿Qué le hiciste? —habló con la boca llena de espuma.

—¿Estabas escuchándome? —la acusé sintiéndome muy indignado.

—Ya sabía que algo había pasado entre ustedes dos —posó una de sus manos en su cintura mientras continuó cepillándose los dientes. —De "olvidé tu cumpleaños" a "maté a tu perro" ¿Qué tanto la regaste?

—Besé a Jason. —confesé derrotado. En serio esperaba que me dijera que hacer, estaba desesperado y se me acababan las ideas.

Vi como ella dejó caer los brazos, me miró con tristeza y regresó por el pasillo. Asustado, me levanté de la cama y la seguí. Genial, ahora mi propia hermana me odiaba también. ¿Por qué todo mundo estaba juzgándome? Me sentía expuesto y estúpido.

—Lo siento, pero no puedo abogar por los condenados a muerte— dijo ella, entrando al baño, cerrándome la puerta en la cara. Perfecto. Ahí va mi única esperanza.

—¡No fue intencional! —me sentía más tonto al tratar de justificarme, aunque era cierto, yo no quería que Jason me besara, pero tampoco hice nada para evitarlo. Así que, aunque me costara reconocerlo, parte de la culpa recaía en mí. —En serio necesito un consejo.

Me recargué en la puerta del baño. No esperaba que me respondiera, ella más que nadie, estaba decepcionada de mis acciones, no hacia falta que me lo dijera. En ocasiones anteriores hablamos sobre la seriedad de las relaciones y el delicado tema de las infidelidades, que yo no podía estar por ahí regalando el corazón o en serio me iban a lastimar, y que si no me sentía seguro para llamar a alguien mi "novio" que simplemente tuviera citas sin tener nada serio.

Charly me había repetido eso tantas veces que lo recitaba de memoria muchísimo antes de Jason. Me odiaba por no haberla escuchado, ahora estaba metido en este embrollo solo por no saber cerrar ciclos. No me costaba nada haber salido de ahí, o simplemente empujarlo. Aunque las cosas hubieran resultado un poco más incomodas, hubiera preferido eso a tener que enfrentarme a Oliver después de haberlo lastimado.

—Ayúdame por favor... —hablé hacia la puerta, recargando mi cabeza contra la madera— No quiero perderlo, no a él...

—Eso no me lo digas a mí— Charly abrió la puerta, haciendo que me tambaleara. Me aparté para que ella pudiera salir. —Díselo a él. Todo lo que sientas, dilo. Si te sientes inseguro, dilo. Si sientes que van muy rápido, díselo. No te quedes callado. Si Jason aún te mueve el tapete, espera un tiempo. No tiene nada de malo que aun sientas algo por él. Solo aclara tus pensamientos y no estés tratando de alimentar dos pavos del mismo saco. El que sale perdiendo eres tú.

—¿Cómo le digo eso? —suspiré, tratando de aguantar las lágrimas. Había olvidado lo triste que en realidad me sentía— ¿Cuándo terminaré de pedirle perdón?

—Honestamente, —me explicó ella cruzando los brazos— no creo que Oliver sea un tipo rencoroso, y se ve en su mirada que en serio te adora. No tienes porqué martirizarte, pero reconoce que la regaste. ¿Vas a verlo hoy?

—Le dije que viniera en 20 minutos —respondí limpiándome las lágrimas. Aun tenía muchas dudas. Odiaba dudar de esta nueva relación, había pasado tan poco tiempo y aun no tenía muy en claro lo que en realidad sentía. ¿Qué se supone que debería hacer?

—Te buscan en la puerta. —dijo Charly, señalando a la entrada. Siguiendo su dedo vi la silueta de Oliver reflejarse parcialmente por la sección de vidrio empañado de la puerta principal.

Mi estómago se hizo un nudo. Tuve el impulso de salir corriendo y encerrarme en mi habitación. Mis rodillas temblaban. Mi hermana me dio un codazo en la espalda, la corriente de dolor hizo a mis piernas reaccionar, avancé dos grandes pasos hacia adelante. Volteé hacia atrás solo para ver como ella cerraba la puerta de su habitación.

Respiré hondo y me relajé, basta de huir. Tenia que enfrentarme a los problemas. Solo era cuestión de aclarar todo este asunto, no necesitaba actuar como si hubiera hecho algo más grave.

Vamos Alex —me dije a mi mismo en un leve murmullo. —Yo sé que puedes hacerlo.

Caminé la distancia restante hacia la entrada, limpiando el sudor de mis manos en mi pantalón, apreté la perilla y lentamente abrí la puerta. Subí lentamente la mirada para encontrarme con los ojos de Oliver, escondidos detrás del vidrio roto de sus gafas. La culpa cayó como una pesada piedra en mi estómago.

Se veía triste y muy serio. Nuevamente tuve miedo. Yo sabía que era humanamente imposible que no estuviera molesto conmigo, aunque intentara no aparentarlo. No estaba seguro si era mi conciencia o si en serio Oliver estaba haciendo un gran esfuerzo por estar frente a mí.

—Hola. —dijo él con una pequeña sonrisa.

Lágrimas se formaron en mis ojos. La mirada de Oliver cambió a una de preocupación, se acercó a mi con intenciones de abrazarme, pero yo di un paso hacia atrás. No quería que me reconfortara cuando el que había cometido el error era yo.

—Lo siento mucho... —comencé a decir.

—No estoy molesto contigo, yo quiero arreglar las cosas. Sé que estuvo muy mal que golpeara a tu amigo, y créeme que después de que te fuiste me disculpé con él. Estuve mal, yo...— explicó Oliver, hablaba rápido. Lo interrumpí.

—No lo entiendes... pienso que es mejor dejar esto hasta aquí. 

Historia de un AdolescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora