CAPÍTULO 2: Journey to the end of our lives

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Le comunicó a Shawn su decisión por la mañana a la hora del desayuno. Esperaba que se enfadase, que le gritara lo ingenua e inconsciente que estaba siendo, pero lo único que hizo fue bajar la mirada.

-Está bien. Si eso es lo que quieres no voy a detenerte.

El moreno se levantó, dejando su plato a medias, y se marchó de casa dando un portazo. Caminando, llegó hasta una gruta que se escondía en uno de los lados de la playa más cercana a su casa. Le gustaba aquel lugar. Era tranquilo y podía pensar con claridad, ya que nadie sabía de su existencia, ni siquiera Viana. Al pensar en ella, no pudo evitar que se le encogiera el corazón. Tenía miedo. Miedo de que se marchara esa misma tarde y no volviese jamás. Ya no vería su sonrisa todas las mañanas cuando le despedía para el trabajo, ni escucharía sus llantos a la hora de dormir, ni la encontraría esperándole al volver de la playa. Todos los momentos que había pasado junto a ella se esfumarían por culpa de esos estúpidos Juegos. Pero tenía que apoyarla para no complicar más la situación por la que la joven estaba pasando. Shawn sabía que tomar aquella decisión era lo más difícil que Viana había hecho en su vida, y que, posiblemente, aún le quedasen dudas sobre lo que estaba a punto de llevar a cabo. De todas formas, el hecho de que ella hubiera decidido seguir adelante, demostraba la valentía y el deseo de luchar por sus sueños. Y él estaba orgulloso de ella.

Shawn decidió quedarse un rato más en la gruta, observando el mar y las barcas pesqueras que comenzaban a navegar por él. Hoy no iría a trabajar, y puede que nunca más. Viana le necesitaba. [...]

Cuando Shawn se marchó, Viana recogió la mesa y guardó las sobras que había dejado el moreno en su plato. Sabía que en cuanto asimilase lo que le había dicho, volvería muerto de hambre a casa.

 Una vez hubo terminado, subió a su cuarto para prepararse la maleta. Se iba aquella misma tarde y no le quedaba mucho tiempo. Abrió el gran armario de su cuarto y comenzó a rebuscar entre su ropa lo que se llevaría con ella, ya que antes de entrar en la Arena pasaría unos días en el distrito 13 y quería estar a la altura. Después de pasar horas y horas intentando elegir las vestimentas más adecuadas, se echó sobre su cama rindiéndose. No había forma de encontrar prendas que le hiciese parecer igual de rica que los habitantes del distrito donde se dirigiría. Sin embargo, después se acordó de que en los antiguos Juegos, el Capitolio les proporcionaba los trajes a los tributos participantes, y pensó que tal vez actualmente siguiese siendo igual. Así que decidió arriesgarse y confiar en su instinto.

Un sonido estridente hizo que se sobresaltara. Era el despertador. Rápidamente, agarró el aparato y observó alarmada que eran las cuatro de la tarde. ¡El tren salía a las cinco! Había pasado tanto tiempo centrándose en el asunto de la ropa que las horas se le habían pasado volando. Saltó de su cama y entró en el baño para peinarse y lavarse la cara mientras se calzaba. En menos de cinco minutos estaba lista para marcharse. Desde la puerta, observó por última vez su cuarto. Esas cuatro paredes habían sido testigo de sus tristezas y alegrías, y de sus más preciados secretos. Al borde de las lágrimas y sin nada salvo la última carta de su madre en el bolsillo del pantalón, abandonó lo que había sido su hogar todos estos años. Decidió andar hasta la estación de tren, pero deprisa, para disfrutar del paisaje de su distrito. Tal vez, era la última posibilidad que tenia de hacerlo. [...]

Su compañera le había dicho que un muchacho preguntaba por ella. Sarah salió de su pequeño despacho para encontrarse con el joven del día anterior. ¿Cómo se llamaba? ¿Shawn, puede ser? No se acordaba. Lo que le sorprendió fue que iba solo.

-Vaya, que sorpresa verle por aquí de nuevo joven.- le dijo.- ¿Cómo está su novia?

-No es mi novia.- El moreno no había venido a perder el tiempo con aquella mujer y sus estúpidas cortesías. Para él, era la culpable de que Viana se marchara. Sarah percibió su mirada de odio y decidió no andarse con rodeos.

The Games Will Go On (Spanish)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora