Entre lágrimas Chloe terminó de pegar las fotos de Victor en la pared. Ni rastro del antiguo papel pintado, ni de aquellos pósters tan antiguos. Chloe sonreía mirando su nueva habitación. Se parecía mucho a la de su casa en Seattle. Tumbada en la cama comenzó a soñar en cómo sería su nueva vida en aquel pueblo. Y la verdad era que no había escuchado hablar bien de él, no era el mejor pueblo donde mudarse. Se lo habían dicho algunos compañeros de clase. Decían que Pinewood estaba maldito, que todas las cosas más locas e imaginables podían ocurrir ahí. Lo único que sabía Chloe de aquel pueblo era la matanza de las tres chicas adolescentes de hacía un par de años. Nada más. Se ruborizaba al sentir como su cuerpo se hundía en el colchón. La fresca brisa de otoño daba mimos a sus piernas desnudas. Su vida no podría empeorar ¿verdad? En Seattle no se lo pasó del todo bien. Sin embargo, aun teniendo solo un amigo, Victor, fue feliz. Entonces llegó aquella petición de trabajo a sus padre, y se tuvo que mudar. Fue toda una putada, pero no tuvo más opción que aceptar la realidad y despedirse de Victor. Desde entonces no recibió ningún mensaje del chico, supuso que ya no eran amigos nunca más. ¨Y era mi mejor amigo.¨ Pensaba Chloe. Su cabello repleto de trenzas que salían de la raíz brillaba con la luz del sol. Sonriendo miró a la ventana, sacó su cámara Instax Mini 9 y se echó una instantánea. El ruido de la puerta abriéndose alertó a Chloe, que dejó la cámara a un lado y se quitó los auriculares.
Era su madre. Ella era muy comprensiva, y tenía una paciencia de oro. Trabajadora y amable, y muy guapa. En Seattle siempre la veía, y era algo bueno, pero a la vez estresante. Aunque esta vez sabía que ahí, en aquel pueblo, no lo haría demasiado. Fiona le dijo que se iba ya a trabajar y que le había dejado los mac & cheese preparados. La comida favorita de Chloe eran los macarrones, si pudiera los comería todos los días. Pero claro, si lo hacía tendría a su madre recordándole que son, putos, hidratos de carbono, y que engordaría mucho. Se levantó de la cama y se quitó la camiseta de tirantes de los Ramones. Se colocó frente al espejo de pie estilo barroco, se puso de perfil y se miró el estómago. Estaba algo gordita, pero ella se veía bien. Así que suspiró y abrió un maletín. Dentro estaban las fotos, que no colgaría, con Victor. Las miró con nostalgia y resentimientos. ¨Ningún mensaje desde que me fui.¨ Apretó los dientes, cogió el maletín y lo lanzó a la pared. Este cayó un cuadro que aun no había quitado. ¨¡Mierda!¨ Pensó Chloe. Se acercó a este y lo cogió. Se asustó cuando el cristal se rompió ,aún más, cuando lo cogió. Era una fotografía de una playa. El paisaje era muy bonito, pacificador y bastante familiar para ella. Chloe amaba las playas, solía ir con Victor. Frunció el ceño y dejó la fotografía sobre la cama. Pero ya no habría más Victor que valga. Su madre ya se había ido, podía hacer lo que quisiera. Cogió su Macbook air y puso Piano Fire a todo volumen. Saltando sobre la blanca alfombra, se sentía como si pudiera volar. Volver a sentir como todo se detenía para solo concentrarse en la música y en sus pies. Sus ojos se dilataban, mientras se evadía de aquel sitio para viajar a no sé dónde sitios. Moverse sin sentido alguno al ritmo de la música le relajaba. La sinfonía ascendía por sus oídos hasta su cerebro, activando el botón ¨Todo me da igual.¨ Y escapaba de la realidad. La nostalgia era el principal sentimiento, y único, en aquellos ratos de evasión. Aveces lloraba, aveces reía. Su cuerpo se meneaba de ahí para allá, sin seguir algún patrón. Mientras ¨bailaba.¨ vio algo que sobre salía del marco de la fotografía. Curiosa gateó hasta llegar a la cama, cogió el marco con la foto y terminó de partir el cristal para sacar la foto. Al hacerlo un sobre del tamaño de las polaroids cayó del marco.
Lo giró y leyó ¨Photos From Taylor. 1924.¨ Al abrirlo de él salieron muchas fotos instantáneas. Chloe se quedó sorprendida con la antigüedad que había encontrado en su propia habitación. Comenzó a ojearlas, eran bastante buenas, y aquella chica, Taylor, parecía ser muy buena modelo. Echó cálculos, ella tendría alrededor de los noventa años. Eran muy bonitas. Un papel muy bien doblado polarizó a Chloe. Al abrirlo cayó en la cuenta de que era una carta.
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Photos From Taylor
FantasyChloe Marshall es una chica de dieciséis años que ha sido separada de su mejor amigo. Ahora está sola con sus padres en una vieja mansión, donde en antaño vivieron una familia rica y poderosa. Los patriarcas de esta familia se mudaron en 1924 al hal...