El escritorio ,de cristal, estaba siendo iluminado por aquella lámpara que el padre de Chloe le compró. La bombilla, de luz cálida, calentaba el vidrio. Sobre este estaban las dos cartas que había encontrado. Por más vueltas que le daba, no lograba unirlas. Pero claro, ¿cuál mandó primero? Lo más triste era que no podría saberlo, pues no tenía el mínimo indicio de fecha. Se fue quitando las trenzas mientras seguía esforzándose por descubrir algo que ni ella sabía el qué era. En un ataque de ansiedad se levantó de golpe de la silla. Necesitaba respirar. Además, ¿qué hacía ella indagando sobre eso? Nada, no hacía nada, sin embargo no lo podía evitar.
Era superior a sus fuerzas. Bajó las escaleras lentamente. Taylor tenía una cara oculta. Esa verdad destruiría su popularidad y toda su reputación. ¿Cómo estaba tan segura de aquello? Chloe no llegaba a la conclusión de por qué se suicidó. Perfectamente podría ser por aquella homosexualidad oculta, pero ¿una chica como ella acabaría con su vida por eso? ¨Sé de lo que son capaces tus padres.¨ pensó Chloe. ¿A qué se refería la chica desconocida? Una cosa estaba clara, los conocía, y por lo visto, demasiado bien. El salón de la casa era muy grande y acogedor. Sobre la chimenea había una bola de nieve con la Torre Eiffel. La cogió y la meneó. Se quedó, por momentos, embobada por la nieve. De la base de la bola cayó una notita. Dejó la bola de nieve en su sitio, y pensó en lo curioso que le resultaba todo aquello. Aquella situación parecía como un juego, donde para ganar tenías que encontrar notas, que te llevarían a encrucijadas, y estas a otras notas, y así en un circulo vicioso que nunca acababa. ¿Dramático? Sí. Con cuidado tomó nota y la leyó.
¨ Querida Tortuga
Hoy te he visto, y he intentado besarte. ¡Pero te has escondido!
¿Sabes qué?
¿Si no tengo nada que extrañar?
¿Por qué lloro cada noche?
Ojalá pudieras contestar.¨
Aquella nota era muy emotiva. Y lo más impáctate fue que no era para Taylor. ¨¿La escribiría para la chica desconocida?¨ se preguntó Chloe. Se dejó caer en el sofá blanco en forma de u. ¨ ¿Si no tengo nada que extrañar?¨ ¨ Ojalá pudieras contestar.¨ Esas frases cortaron un hilo en la teoría de Chloe. ¨Esta carta...¿moriría la chica desconocida?¨ Entonces todo conectó. Taylor se suicidó porque la chica desconocida murió. ¡Todo tenía sentido! Una vez convencida de que habría descubierto el por qué del suicidio de Taylor Brooke, decidió tomarse un descanso. Fue a la cocina con una sensación algo extraña. Sacó una pizza a la carbonara y la metió en el horno. En su cabeza resonaba la canción Wings. Sus auriculares la mantenían alejada del silencio de su casa. Se subió sobre la isla de mármol y se cruzó de piernas.
Su mirada se mantuvo fija en la puerta corrediza de cristal, que llevaba al patio. Se imaginó entonces las de cosas que vivieron Taylor y Tortuga. Su memoria le recordó aquel día de compras con Victor. Ambos se levantaron a las siete de la madrugada, tomaron el metro y se pasaron todo el día en el centro comercial. En las tiendas les tenían fichados, aveces robaron alguna que otra pulsera. Algo inútil, pues no costaban ni ocho dólares. Ese día en concreto Victor estaba algo decaído. Niño rico, familia disfuncional. Su padre era un jefazo del banco de Seattle. Su madre era abogada. El hermano de Victor era un buen estudiante, pero un día, harto de su familia de mentira, cogió tres de los grandes y desapareció. Amenazando a sus padres con revelar toda la verdad sobre aquella ¨piadosa.¨ familia. Victor, con doce años, nunca lo volvió a ver nunca más. Dos años después el pobre chico aceptó de una vez su homosexualidad.
Aunque él lo negó todo, Chloe sabía que su padre le había dado una paliza. Claro, ¡¿cómo le iba a pegar en sitios donde los demás viesen lo maltratador que era!? Vicent era el jefe perfecto, el marido perfecto, el padre perfecto, de puertas a fuera. Puertas a dentro era un misógino maltratador. Su madre era una buena mujer, inteligente y bien vestida. Siendo su belleza algo realmente notable y envidiable, su marido prefería bellezas jóvenes.
Al tener dinero ¿a qué dirías no? Las joyas, la ropa...no eran lo suficientemente convencibles, por lo que, en un acto de desesperación y para olvidar aquellas infidelidades, decidió cambiar las joyas por las jeringuillas. Jane, un diamante en bruto. Mientras que Victor solo era un niño, un niño engañado. Un estruendo en la planta superior de la casa sacó a Chloe de los laureles de golpe. Corriendo subió las escaleras y entró en todas las habitaciones, en ninguna descubrió el origen de aquel ruido. Hasta que entró en su habitación.
De pie se encontró a una persona alta, estaba de espaldas. El corazón de Chloe comenzó a palpitar estrepitosamente. Sus pupilas se contraían. Gotas de sudor corrían bajo sus sienes. ¿Quién coño era esa persona? Totalmente paralizada intentó darse la vuelta para llamar a la policía. Pero no tuvo tiempo, porque de repente aquel silencio y aquella fatídica tensión se cortó, por culpa de una voz ronca, casi terrorífica.
-Parece que te has encontrado con un destino fatal, ¿no crees?- preguntó la persona.
Chloe giraba su cuerpo, cuando en un segundo un dolor punzante en el hombro, seguido de un silbido veloz, volvió negra toda su visión. Cayendo al suelo sin conocimiento, o tal vez muerta.
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Photos From Taylor
FantasyChloe Marshall es una chica de dieciséis años que ha sido separada de su mejor amigo. Ahora está sola con sus padres en una vieja mansión, donde en antaño vivieron una familia rica y poderosa. Los patriarcas de esta familia se mudaron en 1924 al hal...