La impresión de la primera vez

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Le doy la mano, la aprieta con fuerza y me sonríe. Casi sonríe tanto que me intimida. Me giro para mirar el camino que yace delante de nosotros y me sorprendo cuando veo que el edificio este se levanta delante de nosotros. Es blanco con forma triangular con las puntas arredondeadas, la puerta principal está hecha de cristal y debe rozar los cinco metros de altura con dos pilares, también blancos alzándose uno a cada lado de la entrada. Abriendo las puertas hay dos valedores dándonos paso. Al entrar lo clásico y lo moderno se unen en una sala tradicional con equipamiento nuevo, actual. Después de andar unos pocos minutos nos dejar entrar en una habitación blanca, vacía excepto por las esquinas. Teresa se coloca en el centro y todos nos damos la vuelta para escucharla.

- Ahora empezareis vuestras pruebas para descubrir si vuestro arquetipo es el de elementaristas. Separaros en las cuatro esquinas de la sala. - En cada una de las esquinas hay un valedor junto a un cuenco. Uno con agua, uno con tierra, uno con fuego y uno que parece vacío que supongo que representa al aire.- Id y los valedores os explicarán que debéis hacer.

Veo como todos los iniciados se dispersan equivalentemente y me dirijo al cuenco del agua sin razón alguna. El hombre que es el encargado de ese cuenco se espera a que todos los iniciados estén en una de las colas y luego empieza a hablar.

-En esta prueba deberéis introducir vuestra amatista en el agua, si se ilumina, felicidades, poseéis el poder del agua, pero eso no significa que podáis controlar todos los elementos, por eso, sin importar el resultado de esta prueba, os dirigís al siguiente cuenco. ¿Entendido? -Todos asentimos indicando que entendemos las instrucciones que nos han dado.

Debe haber una docena de adolescentes delante de mí. La fila disminuye tapidamente, en menos de dos minutos solo hay una persona delante de mí. Introduce la ametista, no se ilumina, parece decepcionada. Mi ametista ya está en mi mano, aunque no recuerdo haberla sacado de mi cuello pero yace en mi palma con la pequeña cadena plateada que la rodea, convirtiéndola en un collar. Sumerjo el mineral. Una potente luz violeta radia. No tenía ninguna expectativa, pero me alegro de que es haya iluminado, si los demás elementos dan positivo significará que soy elementarista. Me doy cuenta de que han pasado unos pocos segundos y que he estado bobamente admirando la luz que mi amatista radia. Retiro mi collar con prisa y mustio un lo siento nervioso. - Tranquilo, nos pasa a todos. - dice el valedor encargado del agua mientras me ofrece una cálida sonrisa.

Me dirijo a la siguiente fila, aire. Veo que en esta hay un pedestal con una almohada pequeña con la rosa de los vientos, el símbolo valedor, estampado en el centro. Solo hay unas cinco personas delante de mí. La cola avanza con rapidez, ninguno de los iniciados que habían delante de mí ha pasado esta prueba aparentemente. Cuando llega mi turno una mujer, más bien longeva, me dice:

- Coge tu amatista con ambas manos y tendela en tus palmas. - Inmediatamente, hago lo que me ha indicado. - Ahora, retirarás las manos, si el mineral levita en el aire habrás superado esta prueba. Si no, me temo que deberás buscar tu poder en otro sitio. - En el momento que ha terminado de hablar separo mis manos y las alejo suavemente. Como arte de magia, la piedra se sostiene en el aire y no puedo evitar sonreír de oreja a oreja. Siento una pizca de tristeza cuando cojo la amatista me la pongo de nuevo en mi cuello. Si por mi fuera, la estaría observando durante horas.

Contengo la emoción y me encamino a la tercera esquina. Mientras ando la pequeña distancia que separan los dos puntos, siento como una mano se posa en mi hombro. me giro al instante y veo a Ross sonriente.

- Hola tío que tal te va?

- Hola, bien, ya he hecho la prueba del agua y la del aire y he superado ambas. - No me siento cómodo hablando de este tema con él, tengo la sensación de que es una de esas personas que solo habla conmigo porque piensan que voy a ser un desatado y como parásitos se pegan a mí esperando que sus plegarias se cumplan y puedan contarles a todos sus conocidos lo buenos amigos y cercanos que somos.

- Que bien! Yo he hecho la de fuego y agua. De momento no he tenido suerte, pero da igual. Total, tampoco quería ser elementarista.

En esta esquina la valedora encargada de la tierra es de mediana edad y no necesito explicación alguna cuando veo que la iniciada que está por delante de mí en la cola introduce la amatista en un tiesto con tierra y una magnífica y preciosa flor nace como en cámara rápida. Atónito, tardo unos segundos en responder cuando la mujer llama al siguiente.

- Juzgando por tu expresión debes haber visto cómo funciona. Así que repite lo que ella ha hecho.

Como indicado, hago lo mismo. No tengo que hacer mucha fuerza para hundir la amatista en la tierra. No tengo que esperar ni dos segundos para ver una preciosa violeta brotar. El capullo se abre lentamente, dejando ver los preciosos tonos púrpura hasta he se abre completamente. La mujer arranca la flor con sus raíces y me la ofrece. Tomo la flor con delicadeza, mis manos tiemblan asustado que con cualquier pequeño movimiento la hermosa flor se rompa. Pero lo que se rompe es mi pequeña entelequia cuando Ross me sacude fuertemente.

- Ha sido brutal! Como la planta ha crecido así, como de la nada.

- Sí, ha sido increíble. - Le respondo con una voz mucho más calmada pero que esconde una euforia que habría desatado si me encontrara con alguien en quien tengo más confianza.

Es el turno de Ross. Repite el proceso con prisas, pero nada aparece.

- Yo debería ir a hacer la de aire, pero vendré contigo a la de fuego. Quiero ver qué cosa maravillosa sacas de tu manga. - Genial, pienso. Me sorprende que no haya tenido ninguna reacción en respeto a su prueba. Lo que no me sorprende tanto, es que decida seguirme.

En la última esquina se encuentra Teresa junto a un cuenco lleno de carbón.

- Escuchad bien porque no lo repetiré. En esta prueba pondréis vuestra amatista junto al carbón, en caso de que seáis elementaristas, se prenderá un fuego. ¿Entendido? Empezad.

Solo hay dos iniciados delante de mí. La primera, es la chica que había hecho crecer la flor delante de mí hace unos instantes. Detrás de ella, hay un chico que me parece haber tenido delante antes, y si tengo razón creo que no pasó la prueba. Mi turno se acerca a un ritmo acelerado, pero a mi sorpresa, no siento nervios, después de pasar las tres pruebas previas me siento alentado. No tengo miedo del éxito ni del fracaso.

Repito los pasos que Teresa ha indicado. Casi no me da tiempo de apartar la mano después de acercar el mineral cuando una gran, cálida llama nace de las cenizas y el carbón. Doy un paso atrás asustado y dejo caer la amatista en el fuego. Teresa ríe animadamente.

-Si la llama ha nacido, significa que eres elementarista, entonces se supone que la llama no te afecta. Si no lo fueras, ya tendrías quemaduras de tercer grado. Así que ponle un par y recoge lo que es tuyo.

No entiendo porque lo que Teresa acaba de decir me sorprende tanto. Aprendemos todo esto en la escuela teórica, pero por alguna razón, vivirlo de primera mano hace que me olvide de todo lo que he aprendido. Miro a la mano con a que no estoy sosteniendo la violeta. Todos los nervios que no ha sentido hasta ahora vuelven de golpe y hacen que mi mano se empape con sudor. Aunque también podría ser ya que mi mano se encuentra a menos de dos centímetros de una llama que arde agresivamente. Sé que el fuego no me va a herir, pero cientos de pensamientos diciendo y si... o excepciones siempre ocurren me llenan la cabeza. Hago un esfuerzo para ignorarlos, cierro los ojos y pongo la mano dentro de la cálida llama. Recojo la amatista y oigo distintos gritos de admiración.

En shock, salgo de la habitación, Ross me sigue cercanamente y percibo como balbucea sin descanso, decido ignorarlo. Quiero estar solo y tener tiempo para reflexionar sobre los últimos acontecimientos así que le digo: - No te queda la prueba del aire?

-Oh, da igual, total, no seré elementarista. - No pierdes nada por intentar, cruza mi mente, pero decido que no vale la pena discutir con él.

Salimos de la sala y del edificio este. Siguiente prueba, omnisciente.




DesatadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora