4. También el lector porque se quedó dormido

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Seguro que ya se te ocurrió

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Seguro que ya se te ocurrió. Vamos, no lo niegues.

En algún momento de tu vida como escritor pensante que sería genial poner a soñar a tu personaje. Está bien, no te preocupes. Es un error tan común como perder un calcetín.

Solo que sigue siendo un error.

A menos que tu historia se trate de ladrones de sueños, los hijos de Morfeo o un tipo en estado comatoso que no puede hacer otra cosa, ¡no los pongas a soñar! Es más, ni siquiera en esos casos. No funciona.

Hubo una época en que todas las novelas estaban llenas de sueños. En esa época tú todavía no nacías, pero si tu monstruo retro interior es más fuerte que tú y no lo puedes evitar, aquí te van unos consejos sobre cómo no dejar que los sueños hagan pedazos tus sueños y tu novela. 


Si el protagonista no se pudo escapar de soñar, asegúrate de que ese sueño sirva

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Si el protagonista no se pudo escapar de soñar, asegúrate de que ese sueño sirva. Que de verdad sirva.

La razón por la que en el siglo XX era común poner sueños en las novelas, es que en aquel entonces el señor Freud estaba haciendo de las suyas. Si no sabes quién fue Freud, olvídate lo de poner un sueño, vota y ve al siguiente capítulo.

Si sabes quién es Freud y todavía vas a poner el sueño, sigue leyendo.

Como decía, tienes que estar seguro de que todo lo que muestres en ese sueño refleje el inconsciente de tu personaje y dé una idea al lector sobre sus traumas de la infancia y dramas en su personalidad.

Para lograr esto, puedes recurrir a un manual de interpretación de sueños o ponerte a estudiar psicología. Una lata, ya lo sé, por eso ¡mejor olvídate del sueño!


Supongamos, solo supongamos, que eres un experto en psicología y has decidido seguir con la idea de poner a soñar a tu personaje

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Supongamos, solo supongamos, que eres un experto en psicología y has decidido seguir con la idea de poner a soñar a tu personaje. En ese caso, necesitarás saber cómo se colocan los sueños en las novelas.

-La primera forma y la más común en la época de los sueños, era usar la famosa «cursiva de flujo de la conciencia». Ya sé. Seguro que en toda tu vida nunca la habías escuchado. Eso es porque ¡no es famosa! Y no es famosa por la sencilla razón de que hoy día los sueños no aparecen en ninguna novela que valga.

De todas maneras, esa técnica consiste en poner en Itálica o Cursiva todo el texto que conforma el sueño. Sí. Nada más.

-La segunda manera en que puedes asesinar tu historia introduciendo un sueño es por medio de la narrativa. En la actualidad es más conveniente.

Vamos a ser francos. Existen algunos casos, que se pueden contar con los dedos de las manos, donde autores ponen a sus personajes a soñar. La mayoría se trata de novelas de fantasía, terror o paranormal, donde los sueños y la realidad siempre están mezclados.

En este método, el autor recurre a frases como "Esa noche, Dormilón tuvo un sueño..." y similares. Las variantes son muchas, pero en esencia se trata de decirle al lector que el personaje tuvo un sueño y luego pasar a narrar ese sueño.

También puedes cambiar la fórmula, colocando el sueño al inicio de un capítulo y al final incluir un cliché de "Cuando despertó, Dormilón estaba abañado en sudor y...". Es una lata para el lector, porque le das la idea falsa de que eso en realidad estaba ocurriendo y luego tiene que rebobinar su mente a donde inició todo. Ya me entiendes, seguro. 


Hay veces en que los escritores tiene un problema

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Hay veces en que los escritores tiene un problema. No saben cuántos sueños son suficientes sueños. Para estos casos, los editores* recomiendan:

«Un buen sistema es permitirse un solo sueño por novela. Luego, cuando llegue la revisión final, lo quitas y en paz».




*Según los editores Sandra Newman y Howard Mittelmark. 

 

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ERRORES comunes de los escritoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora