Conection

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El día se hacía presente junto al sol, el cual exhibía de forma majestuosa su esplendor

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El día se hacía presente junto al sol, el cual exhibía de forma majestuosa su esplendor. El cielo se teñía de bellos tonos rosados y anaranjados, enfundando cualquier rastro de oscuridad que haya podido quedar de la noche. El viento soplaba con fuerza, elevando a las aves por el aire que graznaban alegremente anunciando el inicio de la primavera.

Los varones de la tripulación lucían su uniforme con vanidad, laborando con entusiasmo tratando de seducir las mujeres de la embarcación.

Las olas se desplazaban a través de la superficie del mar oriental, salpicando la fachada del barco donde viajaba un hombre. Yuri Katsuki vislumbraba hacia el horizonte con la esperanza vistiendo sus hermosos ojos marrones; cargando en su regazo a su pequeño hermano Yuri, o Yurio, como acostumbraba a llamarlo para así evitar confusiones. Su familia esperaba ansiosa su regreso al puerto, tras cuatro largos años de separación.

La Gran Guerra, fue una confrontación ocurrida en Europa el 28 de julio de 1914. Japón, al querer ampliar su esfera de influencia en China, declaró la guerra a Alemania el 23 de agosto de 1914.

Su progenie al ver los diversos enfrentamientos, obligó a al muchacho de tan solo 17 años a huir a tierras más seguras, junto con su hermano de entonces meses de nacido.

Para no exponer a la muerte al bebé llegado, acordaron entre ellos a que el joven no regresaría hasta que la guerra no terminase. Con lágrimas en los ojos fue su despedida, prometiendo volver a encontrase en algún futuro.

Pasaban los días, los meses y los años; parecía que la guerra no pararía, no obstante, la esperanza nunca se perdió. Entonces ocurrió, un día los cañones dejaron de sonar. El 11 de noviembre de 1918, la guerra llegó a su fin, pero no fue hasta marzo del siguiente año que los hermanos volverían a reunirse con su familia.

El chico medía las horas de aquel anhelado encuentro, mientras que los demás pasajeros de la embarcación, inventaban distracciones para aguantar la larga travesía hacía el puerto, incluso narraba increíbles hazañas donde la muerte era tan sólo un juego.

—Jean, cuéntanos esa famosa historia de cómo venciste a ese fantasma de la otra embarcación donde viajabas —pidió uno de los señores que formaban parte de la tripulación del barco.

—Pues ya que insistes tanto Chris, os lo contaré.

El chico sonrió de manera socarrona y comenzó con su historia.

—Me encontraba en mi cabina, acostado en la cama de resortes viejos, cuando de pronto, algo se cayó creando un ruido estremecedor. Me levanté y recogí lo que se había caído, aún confundido, me senté en una caja cercana. No pasó ni un segundo cuando sentí como alguien tocaba mi espalda —alrededor de ellos pronto se formó un aura de suspenso, todos permanecían en silenciado esperando a que Jean siguiera con aquel relato fantasmal—. Me volteé y nada, no había nadie. Suspiré. Supuse que eran imaginaciones mías, me levanté de mi lugar y rodeé mi cuerpo. Entonces, lo vi. Aquel espectro me miraba fijamente, recubierto por un hilo carmesí. Lentamente se acercó hacia mí, retrocedí con mucho cuidado, hasta que mi espalda chocó la pared...

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