Hallelujah, my ass.

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H y L caminaban juntos. No de la mano, siendo que eran bañados por las luces de cámaras, pero juntos.
Era octubre y ambos se dirigían a una pequeña fiesta entre personajes reconocidos de la industria de la musical, One Direction completo estaba invitado al festejo. Se codearían con totales celebridades, personas de las cuales su nombre lo sabían desde ancianos hasta niños.

El host de la fiesta ponía el vehículo.
Les pareció algo raro que sea un simple taxi, pero ambos supusieron que era por un tema de confidencialidad en el que luego de un par de vueltas aburrirían a los fotógrafos.

Ambos hombres subieron al asiento de atrás del auto, que por dentro era mucho más lujoso de lo que parecía por fuera. En la radio sonaba una canción de pop que estaba arriba de todas las listas hace semanas, de solo escuchar las dos primeras estrofas ya tenías ganas de meterte un sacacorchos en los oídos. El chofer pronto cambió, comenzó a sonar “Trátame Suavemente ” de Soda Estereo.
Louis miraba por la ventana despreocupadamente, y Harry, incapaz de contenerse, comenzó a sacarle tema al chofer.

—Así que... El lugar está lejos?— La voz grave del menor se hizo sentir.

—Bastante, de hecho. El señor quiere privacidad, ¿sabe?—Respondió el chofer. Louis sintió como un escalofrío se abría paso en su espalda, se estremeció mínimamente mientras se acomodaba en el asiento.

Trató de concentrarse en los carteles que veía al pasar. No pudo.
Trató de centrarse en la música. Las voces de la conversación tapaban la misma. Mierda.

Hace años no oía ese acento. Más precisamente desde 2010, el año donde había dejado todo atrás para seguir su sueño a los dieciocho, inclusive su ciudad natal.

Doncaster, Inglaterra.

Louis se preguntaba solo una cosa: “¿Qué carajos hacía allí?”
Pensándolo en frío y con un vocabulario con muchas menos palabrotas de las que pensaba Louis, si era una pregunta válida. Porque, ¿cómo había ido a parar un hombre inglés que no veía en años a un taxi en camino a una de las fiestas más importantes del año?
Tenía demasiadas preguntas y pocas respuestas, eso lo incomodaba y lo ponía de mal humor. Estaba comenzando a querer decirle a Harry que se calle de una vez, aunque supiera que podría escucharlo hablar sobre estupideces el resto de su vida.

Miraba de reojo al hombre y de mala manera, a medida que bajaba la ventanilla y comenzaba a fumar.

En cuestión de un rato ya llevaba un atado entero, y subió la ventanilla sólo porque se iba el calor y no había querido abrigarse para ir a la fiesta, por lo tanto se estaba congelando. Podía notarse la cara de desaprobación de H, incluso a veces era peor que su madre con esas cosas.

Disimuladamente terminó consiguiendo que Harry se acomode junto a él para que recupere el calor, y trató de centrarse en su teléfono pero se quedó mirando a un tweet fijo en su inicio mientras comenzaba a centrarse más en la conversación de su pareja con el señor que manejaba. Odiaba su forma de hablar. La detestaba. ¿Por qué entre tantas ciudades de Inglaterra, y tantas personas en el mundo, su chofer era justo él?

Harry había descubierto que ambos eran ingleses para ese punto, y Louis era capaz de jurar que su chico en cualquier momento se pondría a flamear una bandera británica en medio del auto.

—En serio, ¿quién entiende a los americanos? No es necesario cambiar las palabras tanto.— Comentó el chofer riéndose de la jerga estadounidense. Harry, por suerte, era un poco más respetuoso con esos temas.

—Yo trabajaba en una panadería allá en casa, ¿Sabías?— Y ahí iba Harry con su clásica historia de la panadería. Louis no pudo evitar sonreír como un idiota y verlo con ojos de corazones unos segundos.

— Lo sabía, investigué un poco sobre ustedes cuando me dieron el trabajo. Yo de joven trabajaba en una tienda de discos. Me harté de vender el CD de Oasis que incluía Wonderwall.—Respondió el conductor, borrándole otra vez la sonrisa a L. Tenía ganas de cabecear una bala, y se le notaba.

Después de ese comentario, ambos se pusieron a cantar Wonderwall, y aunque la voz de H fuera angelical para él, podría jurar que parecía borracho. Sólo deseaba que no haga desastres con la prensa y los meta en problemas a ambos.

A mitad de la canción, Harry agarró su mano y Louis sintió un vuelco en su corazón. Eso lo hizo disfrutar un poco más la música.

Después de que él cante, se terminó recostando sobre Lou, quién se inundó de su perfume y comenzó a jugar con sus rizos color chocolate.

El viaje estaba siendo eterno, pero el hombre y su pareja parecían tener temas de conversación como si fueran amigos de toda la vida. Ahora subían por una colina, una gran mansión se divisaba a lo lejos.

Aleluya, estaban por llegar.

Louis jamás había sido alguien muy religioso, pero cada vez que la conversación ajena se ponía un poco más personal, internamente rezaba todo lo que sabía y si podía se inventaba un poco más.

Louis refregó suavemente sus manos en sus azules ojos. El hecho de que sea de noche y el Jet Lag por haber viajado eran quizá de todo menos una combinación buena.

En alrededor de diez minutos, llegaron. Louis sintió una liberación inmensa en su pecho.

El auto estacionó en la puerta de la costosa mansión y Harry abrió la puerta para bajarse y despedirse.

Allí fue cuando un torrente de adrenalina pura se desató en las venas de Louis, e hizo que le dijera a Harry que se fuera y que lo buscaría después, pidiéndole al chofer que diera una vuelta más y que se lo pagaba si era necesario.

Todo esto lo soltó en un tono impersonal. Alarmantemente impersonal para Harry, pero no le prestó importancia.

Louis maldijo sus agallas.

Se acomodó en la mitad del asiento trasero, con sus codos apoyados sobre sus rodillas haciendo que su torso se incline hacia adelante un poco.

Louis se quedó mirando fijamente el camino por los primeros minutos. La tensión era tal en el ambiente que podría haberse cortado con un cuchillo.

La voz fina de Lou, irónicamente, fue el filo del arma blanca para cortar el silencio.

—¿Sabes qué odio?—Miró de reojo la camisa aparentemente planchada del hombre, pero que de cerca revelaba unas arrugas.

—¿Qué?— Inquirió el señor. Su voz temblaba.

—Te haré una lista, sí?—Fue lo único que dijo el artista.—Primero, el odio. Segundo, las listas. Séptimo, la inconsistencia.—Empezó a hablar con total sarcasmo.— ¿Pero sabes qué es lo que odio más que nada? La ironía.—

—Señor Tomlinson, creo que debería llevarlo a la fies...—La frase del hombre fue interrumpida. Louis estaba cortando cadenas.

—¿Pero por qué? Si yo la estoy pasando bien acá.—Ladeó una sonrisa y analizó al hombre mejor bajo la luz de la luna.—¿No la estás pasando bien acá, Troy?—Siguió haciendo preguntas, notó como el rostro de Troy se llenó de incógnitas al escuchar su propio nombre. Jamás había dicho su nombre en el trabajo cuando llevaba gente.— ¿O debería decirte papá?

Desde aquella frase, todo cambió.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2018 ⏰

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Taxi Cab ;; L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora