Cap 1

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Capitulo Primero
Deseo ser, por lo menos, un error en tu vida.

La pequeña pelota blanca le golpeó en toda la frente, como si un campo gravitacional la hubiese conducido hasta allí, inevitablemente atraída hacia aquella gran y despejada superficie. El golpe fue tan fuerte que le hizo caer hacia atrás, golpeándose la nuca contra el suelo. ¿Quién no querría empezar la semana con un buen hematoma cerebral?

- Sakura san, ¿te encuentras bien? - preguntó una voz amable y preocupada junto a ella. La pelirrosa abrió los ojos suplicando para que no se estuviesen riendo demasiado. Obviamente no fue así: la clase entera de educación física reía por lo bajo ante su estrepitosa caída. Era como poco la decima pelota que le golpeaba aquel mes. Hinata le ofreció la mano para ayudarla a levantarse y le examinó la cabeza con cierta preocupación.

-Creo que te saldrá un buen chichón, pero nada más.

-Otro para la colección - comentó intentado contener las lágrimas ante las persistentes risas y el dolor de la frente.

-Bien, no ha pasado nada, ¡seguimos! - exclamó el profesor desde su segura posición al otro lado de las líneas del campo de beisbol. Le hizo una seña con la mano para que se sentase y la ojijade se alejó de la pista frotándose la frente y observando a su verdugo: Uchiha Sasuke - Tienes que intentar estar más concentrada, Sakura.

-Lo siento - se disculpó sentándose en la línea más baja de asientos de las gradas, sujetándose aun la cabeza con una mano. Volvió a echarle una ojeada al brutal asesino - y por qué no admitirlo, gran tirador - que había aumentado su ya de por si larga lista de percances mensuales. El Uchiha ni se había inmutado, permanecía relajado en la tercera base, posición que había conseguido tras su "magnifico" tiro. Ni siquiera le dedico una mirada arrepentida, como si solo hubiese golpeado un poste.

La pelota volvió a volar por los aires y el moreno aprovecho para recorrer la distancia que le faltaba. Corría con elegancia atlética y la muchacha no pudo evitar fijarse en sus marcadas y musculosas piernas, en la forma en la que la camisa se adhería a su torso pegajoso por el sudor, en la forma en que su pelo se ondulaba con la suave brisa, en el brillo de su piel perlada bajo el sol...

Sacudió la cabeza con resignación e intentó pensar en otra cosa mientras la infernal clase de educación física de primera hora de los lunes llegaba a su fin.

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Apretó el grifo de la ducha para reducir el chorro de agua caliente que caía sobre su espalda. Podía escuchar las voces de sus compañeras riendo y charlando terminando sus duchas, listas para marcharse a clase. No quería salir hasta que ellas se hubiesen marchado. Esperó bajo el grifo del agua hasta que las últimas voces desaparecieron antes de salir enroscada en una toalla. Observo su reflejo en el espejo: un bonito circulo de color oscuro empezaba a clarear en la parte alta de su de por si llamativa frente. Dejo que un profundo suspiro de resignación escapase de sus labios y abrió su neceser en busca de un peine con el que desenredó rápidamente su larga melena rosa que después recogió con ayuda de una felpa. Tocó con suavidad la zona dañada, como si le hiciese falta comprobar que aquello le causaría dolor, y con una mueca de desagrado desenroscó una crema adquirida para aquellas ocasionales situaciones. Agradeció el frescor de la pomada sobre la piel y terminó de vestirse con el uniforme negro y blanco del orfanato mientras se secaba. Después se dio un poco de maquillaje en la zona, intentando disimularla sin demasiado éxito antes de emprender la marcha hacia la clase de literatura.

Peccatum meumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora