En las buenas y en las malas...
Estare en las buenas y aguantaré las malas.
Se enamoraron perdidamente.
Se conocieron en una fiesta, en la que se celebraba el compromiso de sus amigos.
Kōki y Seijūrō tenian veintitrés años, y ninguno habia pensado en la opción de casarse en ese tiempo. En realidad ninguno pensaba en casarse algún día.
Kōki se enamoro a primera vista de ese intimidante pelirrojo. Lo vio platicando con su amigo Kuroko Tetsuya, el festejado, y como era de esperarse, aunque su timidez se lo dificultaba, no desaprobecho la oportunidad de acercarce hacia él.
Con Seijūrō, no fue precisamente lo mismo. Kōki tuvo que insistir mucho para una cita, y con ayuda de su best friend Kuroko idearon varias estrategias para conquistarlo, algunas ya usadas por Tetsuya con su ingenuo esposo Kagami. Estas eran como llamarlo a toda hora, seguirlo a lugares, acosarlo cuando lo tenía cerca, y cuando no, por el celular, rogarle en la puerta de su casa para que le de un beso, etc.
Despues de dos año de novios, decidieron dar el gran salto y comprometerse. Pero ambos estaban al tanto de las realidades del matrimonio, por el contacto de sus amigos casados. Decidieron evitar cuantos conflictos fuera posible poniendo los puntos sobre todo desde el comienzo.
Sus abogados redactaron un convenio prenupcial relativo a dinero y propiedades, y un psicólogo les ayudo a sobrellevar sus diferencias y a poner en escrito sus promesas.
Ambos compartian un anhelo: "Casarse con su amado, y procurar vivir, si no felices, cuando menos con armonía."
Tuvieron que llegar a un acuerdo acerca de dos asuntos importantes: Los niños y las mascotas. No muy convencido, Seijūrō accedió a tener hijos, si así debia ser, pero no animales, y por ningun motivo ambos a la vez.
El pelirrojo detestaba las relaciones de dependencia y, sobre todo, a los animales desobedientes. Kōki, en cambio, como tuvo una vida dificil, queria dar lo que el no recibio en su niñez, repartiendo cariño y cuidados a los seres vivos, sobre todo a los niños y a los perros.
En el transcurso de tres años tuvieron dos hijos, y lograron compaginar a las maravillas la paternidad con su relación de pareja.
Cuando los niños empezaron a asistir a claces, Kōki se zambulló alegremente en el pozo sin fondo de los labores voluntarios. Como la escuela contaba con programas especiales de padres para realizar actividades artísticas y musicales, el ayudo a realizar una subasta a fin de reunir fondos, y los demás padres ofrecieron felizmente aportar algo también.
El efecto de debilidad por los animales hacia Kōki era genuino. Había criado perros toda su vida de infancia junto a su hermano Kōta, y pensaba echar mano de esa experiencia para recorrer las tiendas de mascotas del lugar y comprar algún cachorro barato al fin de entrenarlo y venderlo en la subasta. Calculó lo que podria obtener para la escuela diez veces lo que pagaria por el animal, y, al menos por un par de días tendria perro en casa.
Al cabo de un mes busqueda, encontro el ejemplar perfecto: macho, de cuatro meses, pelo blanco y ojos castaño, alto, fuerte, gallardo y muy amigable.
Entonces nuestra ada madrina de los perros entra en acción. Un veterinario examina y vacuna al cachorro, al que luego le ponen un elegante juego de collar y correa, le compra un bonito plato, una pelota y el bendito hueso de cuero crudo. Gastos: 50 en la tienda de mascotas, 50 en el veterinario, 60 en equipo y 50 en comida. En total, 210 yens invertidos en un animal que va a pasar 48 horas en casa.
Seijūrō le echa un vistazo al can y se pone más palido de lo normal. No daria ni un cacahuate por él Perro, como decide llamarlo. Tiene la cola larga y gruesa como una cachiporra de goma, patas que parecen embutidos peludos, y a sus cuatro meses, una mole capaz de derribar a Kōki con sus hijos en un arrebato de entusiasmo.
Seijūrō sabe que el cachorro va a crecer una barbaridad, como un mastodonte. Con sus colmillos ya dejo marcas permanentes en la pata de una silla y en sus tenis preferidos. Pero lo toma con filosofía, pues, al final la calamidad es solo temporal y por una buena causa.
La familia sube el perro al auto y luego entra a la casa a comer algo antes de partir a la subasta. Cuando al poco rato Seijūrō sale a ver como esta el cachorro, lo encuentra muy entretenido mordisquiando los cinturones de seguridad.
Luego de un breve forcejeo para hacer que Perro se deje llevar en brazos, Kōki sube al estrado y se sienta en una silla, sostiene al cachorro con la ternura infinita que suele dar a los bebes, mientras el subastador enumera las muchas cualidades del can.
-¿Quién da más por este precioso animal?... Cien yens por aquí; 200 a mi derecha; 250 por allá...
Kōki deja escapar un sollozo. Tiene el rostro lleno de lágrimas y Perro le lame las mejillas.
En un susurro que la concurrencia no puede menos que oír, el castaño le grita a Seijūrō.
-Sei, Sei, no lo puedo vender... Quiero quedarme con él. Me tiene cariño y yo a él. Sei, oneigan... - Le pidio a su esposo, con sus castañas lagunas desbordandose por la angustia.
Seijūrō se asusta al ver que la aplanadora del destino está apunto de arrollarlo.
-Por favor, Sei...
En ese instante todos saben quién va a comprar el cachorro.
Así, pues, ya despreocupados, la gente, incluidos sus amigos padres, entre ellos Kuroko, comienzan a tirar ofertas descabelladas.
Perro esta a punto de implantar un record.
Tras cada grito, hay un aumento de 100 yens en la cantidad, se escucha un sentido "Por favor, Sei" Y en seguida a Seijūrō con su voz casi inaudible, ofreciendo 10 yens más cada vez.
Al rebasar los 1.000 yens se hace un largo silencio.
-¿Nadie da más? A la una, a las dos...
En el estrado se oye el sollozo de Kōki y Seijūrō compra a Perro.
El benevolo esposo recibe una ovacion al tiempo en el que Kōki baja corriendo y se arroja a sus brazos y le reparte besos en el rostro.
-¡Que noche tan memorable!
Ahora se ve a Perro sacar a pasear a su dueño todas las noches. Seijūrō es el único miembro de la familia con la fuerza necesaria para no soltar la correa del animal, pero detesta que los vecinos vean como lo arrastra el perro más caro de la región.
Perro, ahora se llama Sei-ni, en honor a su salvador, y a crecido tanto que podria servir para tirar un camion. Quizas también es el perro más bobo del mundo: dos cursos en la escuela canina no han sugido efecto en él.
Seijūrō aun no sale de su asombro. Aun no puede creer lo que ocurrio: habian acordado tener hijos, o mascotas, más no ambos. Pero nadie es capaz de leer las intrincadas clausulas que se imprimen en letra pequeña en el acta de matrimonio, y que estan perpetuamente sujetas a la acción de fuerzas más poderosas que el ego de un hombre.
Kōki dice, en su opinión, que a Sei no le fue tan mal. En vez de un perro pudo haber sido un poni, una llama, o un cerdo.
Y sin dudas, a Seijūrō le quedo bastante clara una moraleja: el matrimonio nunca es un hecho consumado, sino una eventualidad impredecible. Mucho más si se esta casado con Furihata Kōki.
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En las Buenas y en las Malas |AkaFuri|
Fiksi Penggemar"El matrimonio nunca es un hecho consumado, sino una eventualidad impredecible." AkaFuri Akashi Seijūrō x Furihata Kōki [ AU, Romance - Humor (?] Kuroko no Basket FanFic