Adiós...

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Me había dejado llevar por mis sentimientos.

Siempre he sido un hombre impulsivo sabes...

Jamás tuve ese control que todos los demás tienen.

Simplemente jamás aprendí.

Y por eso ahora no te tengo.

Y debo conformarme con el sonido de tu voz a través del teléfono.

Menos que eso.

Es el sonido de tu contestadora el que me recuerda cada día que te perdí.

Tu voz diciendo que no te encuentras y que puedo dejarte un mensaje.

Eso me causa suspiros.

Una estupidez verdad.

Podría tenerte como cada mañana, escuchándote respirar.

Ver tus hermosos cabellos descansando en la almohada.

Tus manos abrazándome.

Besar tus labios a primera hora, para recordarme que eras mío.

Que a pesar de todo me habías aceptado.

Quería darte todo a cambio de esos besos.

Por ello comencé a trabajar.

Al inicio el trabajo era sencillo.

Un par de horas al día, y teníamos tiempo de ir a pasear por la tarde.

Pero fui ambicioso.

Quería darte más y más.

Hasta que un día pasó.

Olvide cual era mi objetivo.

Te olvide a ti y a nosotros.

Todo era trabajo, trabajo y más trabajo.

Podía estar días despierto sin otra cosa más que hacer que coser y cortar.

Darling...

Desearía poder golpearme.

Pero fui tan idiota que te he lastimado a ti.

Tu solo querías decirme que me amabas.

Que debíamos estar juntos.

Querías ir a pasear de nuevo a la playa.

Y que olvidara el trabajo.

Pero soy un bruto.

Y mi frustración me hizo desquitarme.

Te grite como nunca antes.

Te arroje en medio de la noche.

Sin importarme si llovía o hacia frio.

Solo quería volver a trabajar.

Nada más me importaba entonces.

Fui un idiota.

No pasaron ni dos horas cuando salí a buscarte.

Pero no te encontré.

Han pasado ya dos meses sin poder verte.

Darling ojala tú me vieras ahora.

Soy una mierda.

No soy ni la sombra de lo que antes era.

Y me lo tengo más que merecido.

Lo peor de todo es que esta mañana me han confirmado lo peor del mundo.

Te han visto entrar a una joyería, probándote anillos de oro y plata.

Sonriendo a tu acompañante, mostrándole lo bien que te lucían.

Desearía ser yo.

Recuerdo cuando comenzamos a salir.

Yo te decía que algún día te compraría un anillo de diamantes.

Y tú sonreías diciendo que serias feliz con seguir compartiendo una sopa instantánea conmigo.

Entonces no teníamos nada.

Solo un sillón y una tele.

Y muchos sueños.

Nos encantaba sentarnos el uno al lado del otro en ese sillón, contándonos nuestro día y comiendo pizza.

Aun odio la pizza.

No es saludable.

Pero aun así la pedía, con tal de ver tu sonrisa al ver que llegaba a casa con una gran caja.

Daría lo que fuera por compartir algún alimento contigo.

Desde hace dos días que no puedo comer.

Al hacerlo todo me recuerda a ti.

Me siento tan culpable.

Pero estas serán mis últimas palabras Darling.

No deseo seguirte molestando.

Ahora que sé que alguien te cuida, puedo partir de este mundo en paz.

Solo deseaba desearte suerte.

Espero que ese hombre te haga feliz.

Que cumplas todos tus sueños a su lado.

Y deseo regalarte una última cosa.

Era mi más grande sueño verte usarlo algún día.

Así que es tuyo.

Está en mi taller, en una caja.

Estoy seguro que lo reconocerás en cuanto lo veas.

Así que por favor ven por el si así lo deseas.

De igual forma dejare todo a tu nombre.

Blaire ya se encargó de todo.

Te amo Waylon.

Y no deseo molestarte más.

Hasta siempre amado mío.

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