Pérdida.

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Como una fría, obscura y robusta cueva. Así se sentía aquel lugar donde él pasaba sus horas añorando sus recuerdos. Y es que, recordarlo a él con su sedoso y teñido cabello rubio, expresiones relajadas con esos ojos color dorado y, por más masoquista que suene, los golpes del sartén de aluminio que le daba cuando lo hacía enojar por las burlas hacia su romance nulo.

Le dolía, le quemaba, le lastimaba pensar en todas esas oportunidades que tuvo para confesarse, y donde él solo los desperdició por su mala negatividad y miedo de la reacción que el otro tomaría; prefirió esconder todo ese sentimiento donde en su lugar, protagonizar a un gran amigo donde le ayudaba a conquistar a su enamorada.

Tonto; eso fue, un gran tonto. ¿Era tan difícil sería decirle a tu mejor amigo que eres homosexual y que estás enamorado de él? Pues sí, lo era para él. Si de por si, su familia lo veía como un ser enfermo y con gustos desagradables, no encontraría el valor para haberlo hecho.

-AHHG...- sollozó. -¿Por qué no lo hice a tiempo...?- Dejó ir al hombre que amaba. Y no de momento, para siempre.

Dicho hombre, se casó con la mujer que amaba, de la que se había enamorado ya hace 4 años atrás y de la cual, este tonto lo había ayudado. Y este gran tonto era un gran actor, como esos que aparecen en televisión, frente a él se veía tan feliz cuando por fin se declaró y se casó, pero en realidad no lo era; y no lo sería nunca. Lo odia y se odia, a él por haberse casado o no darse cuenta que había enamorado a alguien más, aunque no lo culpo el más moreno lo ocultaba muy bien. Y a él mismo por creer y jugar a los enamorados.

Se levantó de mala gana del frío suelo y lavó su rostro, miró su reflejo al espejo. Por su cara le escurría agua hasta el cuello, su cabello despeinado y sin repintar, unas ojeras que ya empezaban a ponerse moradas por las grandes desveladas que tomó después de dicha boda. Hablando del festejo, en este se puso hasta el tope; después de la ceremonia no aguantó más, la bebida alcoholizada no era su favorita, pero era la mejor acompañante en esa noche. Lo único que recuerda es a Taneshima junto con Takanashi haciéndolo entrar en razón, levantarlo del suelo, y llevarlo con apoyo de Inami hasta el metro; aún no sabe cómo llegó vivo a casa.

Salió del baño y se sentó en el suelo apoyando su espalda frente a su cama, estaba cansado. Decidió dormir sin cenar, mañana le esperaba un día lleno de trabajo.

×

Al día siguiente llegó a dicho restaurante, sin muchas ganas cambió su ropa normal a su filipina blanca y delantal que normalmente usa para la cocina. Al salir miró los horarios con disgusto, hoy el rubio tendría el día libre. Lo que eso significaba que él trabajaría todo el día.

-¡Buenos días, Katanashi-kun!- escuchó a la pequeña empleada saludar al castaño que acababa de llegar.

-¡Buenos días, Senpai!- Takanashi la saludó de vuelta acariciándole la cabeza.

-Buenos días, Takanashi-kun- saludó al de lentes sin tanto ánimo, como acostumbraba siempre.

-Buenos días Souma-san... ¿Ocurre Algo?- Preguntó algo preocupado al ver la actitud del más alto.

-Jaja, tranquilo. Solo una mala noche- le dió una sonrisa que hizo preocupar aún más de lo que estaba.

-Tus ojos están algo rojos y secos. ¿Estás seguro?- Oh no. Creo que parte de su cuerpo lo estaba delatando.

Aún pienso en tí | Drabbles [Satosoma]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora