La ciudad sombría, con unos faroles que brillaban tenuemente, una niebla densa acompañan el ambiente, el sonido de mis botas resuenan como una marcha.
el olor de la putrefacción que me revolvía mi estómago, el peso de mi traje en mi espalda, el resonar de mi respiración en mi máscara, una sensación de soledad y muerte a mi alrededor, el grito de la gente inocente resonando como un eco que se desvanece en mi cabeza.
Las carretas mortuorias llenas de cadáver putrefactos de hombres, mujeres y niños sin perdón alguno, se les resalta en sus caras de desesperación, dolor y agonía. la carne de sus cuerpos desgarrado por los cuervos, los pisos llenos de sangre y pus, y las separaciónes parecían un río carmesí.
Hubiera jurado que era un sueño pero era muy real, era una escena para que la locura te invadirá una pesadilla que se hizo realidad, parecía hecho por una mente macabra, la culpa me invadía por no poder salvar a esa pobre gente siendo un doctor pero un doctor inútil, impotente y estúpido me sentía basura, mierda y muerto por dentro.
Repentinamente, sobre aquel silencio de la inexistencia, suena algo parecido a madera quebrandose ante un golpe en seco.
Ese sonido me lleno de desesperación. comenze a correr, corrí y corrí, siento mi corazón en mi garganta mi respiración es fuerte y pesada, comienzo a gritar mientras corro y veo comí mis lentes se empañan dejando poca visibilidad.
Al volver a reinar el silencio sepulcral, me arrodillo y me saco la máscara. comienzo a llorar amargamente, con mi corazón latiendo fuertemente como un furioso caballo.
mi respiración es agitada y mi estómago dolía, al igual que mi cabeza. solo era la sensación de culpa y miedo calando profundamente en mi.
mis pies no podían más, mi bastón estaba roto y lleno de sangre, mi bolso estaba vacío excepto con un bisturí salpicado en sangre seca en el fondo.
Ya estaba fuera de aquella ciudad de muerte, intentando respirar pero se me hace casi imposible.
un hombre de mediana edad en un caballo se acerca calmadamente
