Epílogo

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(Un pequeño regalo para ustedes❤)

(Por cierto, quédense hasta el final de la historia, tengo algo que anunciarles)

(PD: Las amo :3)

"La brisa del mar huele a paz..."

Apoyada en el balcón, Tn se encontraba tranquilamente observando el paisaje. Las olas rompían en la orilla, y el ruido que estas provocaban eran un deleite para los oídos de la joven humana. Sin duda, aquella casa les había traído paz tanto a ella como al vampiro de cabellos morados, una paz que ansiaba y necesitaba desde hacía tiempo.

Nueve meses habían pasado desde que se mudaron a esa bonita casa junto a la playa, una casa casi perdida en la nada para no ser incordiados por otros humanos. Kanato disfrutaba de aquella modesta y pausada vida que ambos vivían juntos, inseparables, prácticamente el uno para el otro.

Para ellos, la mejor vida posible.

—Así que te encontrabas aquí, ¿por qué me has dejado solo?— la voz de Kanato, emitida como un leve reproche al notar que su amante ya no se encontraba en la cama con él, despertó a Tn de sus pensamientos.

Giró la cabeza para que sus ojos hicieran contacto con los del vampiro, esos bellos ojos lilas que tanto le gustaban.

El aspecto de Kanato había mejorado considerablemente desde la llegada a la casa: sus ojeras ya se hacían menos notables, pues gracias a la tranquilidad del lugar lograba dormir mejor; su pelo estaba algo más largo, dándole un aspecto más varonil; pero el cambio más drástico era, sin duda, su actitud.

Las pataletas y berrinches casi habían cesado por completo, solo en algunas ocasiones contables Kanato perdía la compostura, sin embargo, el tener a sus hermanos lejos era motivo de que su miedo a perder a Tn se disipara, y por lo tanto, su humor y estado de ánimo eran mejores que nunca.

Tn notaba estos cambios, y aunque no lo comentase con Kanato, la alegraban enormemente.

—Perdón, me desvelé y no quise despertarte.— la joven sonrió y se acercó a Kanato para sujetar con cariño su cara y depositar un leve beso en sus labios.— ¿Cómo has dormido?—

Kanato soltó una pequeña risa.

—Qué animada te encuentras, tanto como para atreverte a tocarme sin permiso.— tras decir esto, Kanato la rodeó con sus brazos y la besó, esta vez más apasionadamente, mostrando el amor que aún sentía por ella.—He pasado una buena noche, aunque casi no hemos dormido, ¿recuerdas?— la pícara sonrisa del vampiro no tardó en aparecer nuevamente.

Tn se sonrojó, para soltar ella también una risita nerviosa.

—Kanato, por favor, no hace falta recordarme lo que hacemos, ya me doy cuenta de nuestros actos pecaminosos.—

—Solo serán pecaminosos si dejas que ese Dios tuyo contemple lo que hacemos.— pasó su mano por el pelo de su humana y depositó un mechón rebelde detrás de su oreja.— además, tú eres mía, y puedo disponer de ti siempre que quiera, ¿no es así?—

Dicho esto, se agachó a la altura de su cuello, aspirando el dulce y deleitante aroma que emitía la fémina, tan tentador, y sólo era suyo. Completamente suyo.

Mordió con algo de rudeza su cuello. Tn en respuesta dejó escapar un quejido aunque este pasó desapercibido para Kanato, quién continuaba su labor, perdiéndose en el sabor que tan conocido se le hacía ya, pero a su vez, incapaz de aburrirle.

Se despegó de ella tras saciarse y lamió la herida, herida que pronto se volvería una nueva cicatriz.

—Se me olvidaba— prosiguió el vampiro.—se nos ha convocado en la mansión Sakamaki, al parecer Yui ha dado a luz a su hijo.— tras decir esto, puso mala cara.— pero yo no quiero ir, tener que verles nuevamente la cara a esos cinco me enferma.—

Siempre serás mía (Kanato y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora