Capítulo 1

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EN EL INTERVALO

Odio este lugar, ¡realmente lo odio! Quién sabe la pena que estoy pagando, en este intervalo me frustro con facilidad y al pasar los años me irrito con cualquier ruido. Los tiempos han cambiado. Antes eran caballos la forma en que los humanos se transportaban, ahora hay autos y ¡me desquician! En esta casa han vivido dos familias después de la de ella supongo... si es que no mintió en eso también. Gracias a ellos aprendí, me hago una idea de cómo ha evolucionado el mundo, puedo escucharlos, si quiero puedo tocarlos, hacer que me vean mientras habitan la casa, o hasta que me irriten o me hagan enojar a tal punto que termino maldiciendo el día que tomé la decisión de pertenecerle. No pensé en eso entonces, creí que ir en su búsqueda era la mejor decisión. Sin pensarlo tomé el primer barco, salí cómo un estúpido idiota a buscarla. Viajé al nuevo mundo. Por culpa de esos ojos quedé atascado entre la vida y la muerte.

He conocido a muchos espíritus los cuales me enseñaron infinitos trucos, además me ayudaron a comprender que en determinados días del año puedo salir de la casa y caminar los alrededores, hay varios como yo, no se imaginan cuántas ánimas en pena se quedan en trance mientras logran salir del intervalo. Comprendí que cada alma tiene un fin determinado y si no lo cumples, lo pagas en este estado. Es preferible culminarlo, aunque a veces no sepas para qué existes o por que se trunca en alguna parte del camino. ¿Por qué debes esperar un castigo así? Hay un cielo y un infierno y en vida tú elaboras el lugar donde tu alma reposará después de tu existencia terrenal.

No sé qué ocurrió en mi caso, mi única conclusión es definir lo que quieres y así garantizar el futuro de tu alma, ya sea para consumirte en el infierno por tus actos egoístas y malignos o renovarte y regocijarte en el cielo por tus buenas actitudes, tu amor al prójimo a través del amor que ofreciste... otra vez estoy filosofando, lo que he pensado ¿en qué plano me deja? No fui una pera acaramelada en mis años de humano, pero tampoco fui un desalmado. O tal vez construía mi camino al infierno y al enamorarme giré mi balanza, por eso llegué aquí. Aun así, no hay nada más frustrante y deprimente que pertenecer aquí, vagando en el intermedio, buenos, malos, almas blancas y almas negras.

Nos respetamos nuestras viviendas, pero hay algunos tan malvados que han logrado convertirse en una verdadera pesadilla. Varios me conocen, saben que soy un solitario andante, mi madre si me viera se asombraría por el ser ermitaño en que me convertí. Hace un tiempo alguien intentó tomar la casa y no se lo permití. Porque en ese tiempo habitaban personas buenas, uno de ellos fue mi amigo. Recuerdo haber ganado esa disputa y con ello el reconocimiento de algunos de mi especie, por así decirlo. Ya no soy humano y tampoco he desaparecido del mundo, me mantengo atascado en un plano astral. Con el paso de los años mi espíritu ha tomado fuerza, he logrado canalizar mi ira, pocos logran este nivel, hacerse notar entre el mundo de los vivos.

He visto algunos de mi especie alcanzar a cumplir su pena, o manta, o recogen sus pasos, o como le quieran decir algunos —culmina su penitencia y pasan al otro lado, yo no lo he logrado. Aún sigo en este asqueroso lugar... antes la amaba, ahora con el paso de los años su recuerdo me tortura hasta el punto de odiarla. Si ella no se hubiese aparecido en mi vida, tal vez habría muerto en mis tierras, mi vida habría sido diferente. Ella llegó a cambiarlo todo, odio los periodos en los que sólo la recuerdo a ella y la vida que tuve a su lado. Últimamente la recuerdo más de lo que me he permitido, ese maldito sentimiento sigue quemándome como si aún lo estuviera viviendo. Tal vez la rabia es la que mantiene mi alma sin descansar y por ello sigo habitando este lugar vacío, reteniéndome en una soledad absoluta, en este espacio de tiempo infinito. No he podido perdonarla, yo no sé qué estaré esperando para descansar en paz y poder pasar ya sea a un lado o al otro. Hay días en que la odio con todas mis fuerzas y sólo deseo su sufrimiento y al instante de decirlo o gritar lo que pienso, me arrodillo pidiendo perdón por que aún la amo, la recuerdo, la venero, no lloro porque no tengo forma de hacerlo, soy un extraño ente transparente con recuerdos. Lo extraño es que son recuerdos tan vivos y emotivos los cuales me hacen dudar que hayan pasado tantos años desde su desaparición.

El Amor de un FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora