Nagareboshi [Taekook two-shot]

¿Prólogo? ¿One shot? Idk

Aviso: Si ya leyeron este fragmento, sólo quería avisar que está editado y, ehm... tal vez quieran leerlo de nuevo, bye.

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Un chico de pelo oscuro miraba al cielo desde su terraza.

-Nosotros provocamos esto -dijo cuando otro chico, de cabello castaño y apenas más alto que él, subía al bloque en el que estaba situado.

-Nosotros lo hicimos, sí.

El chico de pelo oscuro suspiró.

-Deberíamos... -comenzó el castaño.

-¿Hm?

-Deberíamos separarnos.

-Taehyung -lo llamó el menor con reproche.

Definitivamente no era momento para una de sus crisis existenciales.

-¿Qué más podemos hacer? ¡Dime!- insistió con frustración-. Sé que no quieres, lo sé, ¿bien? Yo tampoco quiero. Pero deberíamos... -alegó pensativo-. Deberíamos olvidarnos el uno al otro, deberíamos dejar atrás todo este dolor, si tan sólo hubiera una forma.

El azabache tenía la vista fija en el cielo una vez más y una sonrisa irónica casi burlesca dibujada en su rostro.

-Mira.

¿Es posible hallarse tan roto que ya no exista nada ni nadie capaz de hacerte daño? ¿Es posible sentir que el universo se ría de ti cuando todo tu mundo se desmorona?

-¿Qué?

-Mira al cielo, ángel -le instó, por segunda vez, en medio de un suspiro cansado.

Taehyung llevó su mirada al firmamento.

-¿Una estrella fugaz? -preguntó mordaz-. Estoy hablándote en serio y tu, ¡yah! ¿Estás tomándome el pelo, Jeon? -cuestionó indignado.

-Es Halley, un cometa... él pasa cada 76 años, ¿sabías eso?

Taehyung puso sus ojos en blanco antes de decir algo.

-¿Por qué en el mundo iba a saber eso? -bufó, puesto que no entendía qué tenía que ver un dato curioso con lo que él estaba diciendo anteriormente.

-Dicen que es especial -explicó Jungkook, suavizando su mirada-. Dicen que si le pides un deseo y realmente confías, este se cumple.

-Yo la quiero de vuelta -respondió con decisión.

-Debe ser algo posible, Hyung, no eso.

-Entonces, quiero olvidarte- soltó con voz temblorosa.

Jungkook inspiró fuertemente, como si intentara con todas sus fuerzas conservarse calmo.

-Acabo de decir posible, maldita sea,- escupió apretando los dientes-. ¿Siquiera estás molestándote en escucharme?

-Y que me olvides, -prosiguió ignorando cualquier palabra que el azabache había dejado salir de su boca-. Quiero que lo hagamos, nosotros no dejaremos de sufrir si estamos juntos y tampoco lo haremos separados, así que si no recordamos todo será... diferente.

Un nudo se había formado en el pecho de ambos cuando fueron conscientes de que, por mucho que no les gustara, esa era la única solución para lograr salir adelante; separarse y, en el mejor de los casos, no tener ni un solo recuerdo del otro.

Y no es que ellos tuvieran la culpa de lo que había pasado, en el fondo ambos lo sabían, pero... ¿cómo no culparte cuando tu madre decide quitarse la vida el mismo día en que le confiesas que estás en una relación con el hijo del hombre que le arrebató a su marido años atrás? Aún recordaba las últimas palabras que le dirigió, estaban marcadas a fuego en su cabeza.