El café estaba casi hirviendo, justo como a él le gustaba. Envolvió la taza con sus manos e inspiró levemente por la nariz para apreciar su exquisito aroma de aquella bebida mientras miraba hacia el horizonte. Su padre tenía razón, Tokio era aún más hermosa por la noche.
Su padre. Ah, hombre necio, pensó. Mas no tenía ningún derecho de quejarse, después de todo, aquel hombre necio era la única persona que le tenía paciencia, la única persona que no lo había abandonado en sus peores momentos.Esa era una de las razones por las que accedió a viajar allí. Bueno... esa y que no tenía nada más que hacer, salvo recorrer bares y beber hasta hartarse, autocompadeciéndose por ser tan miserable. Fue por eso que, cuando Jongeun, su padre, le dijo que lo vería en Tokio para pedirle ayuda con el manejo de su empresa, no le vio sentido a negarse. Es decir, era eso o seguir ahogándose en whisky de mala calidad porque, ¿para qué mentir? Jeon Jungkook estaba prácticamente en la bancarrota.
Así que, allí se encontraba. En un puente inhabitado a metros de la estación de tren. Porqué había parado allí no lo sabía; creía que había algo en aquellos detalles, en observar el cielo con un buen café entre las manos y simplemente reflexionar sobre cómo se las arregló para sobrevivir en los últimos años. Tenía la esperanza de que su hígado desarrollara algún tipo de enfermedad debido a la cantidad de alcohol que había ingerido durante tanto tiempo, pero se había hecho un chequeo antes de viajar y el maldito estaba más sano y fuerte que nunca. Y él... él no era lo suficientemente valiente como para acabar con todo.
Su estómago sonó en ese momento, poco satisfecho con la deliciosa infusión, vacío.
Vacío.
-Yah -se quejó frunciendo el ceño, para luego ignorar esa repentina necesidad y suavizar su mirada al ver una estrella fugaz pasar.
Tal vez era porque no se suponía que se vieran las estrellas en Tokio, él no sabría explicarlo. Escapaba completamente de su raciocinio la inercia con que se permitió tener un halo de esperanza al cerrar sus ojos y pedir un deseo. No es como si Jungkook fuera un niño que creyera en la magia de las estrellas fugaces o en ningún tipo de magia, claro, pero habían restos de un chico soñador en él que se negaba a dejar morir. Esos restos a los que se aferraba cuando todo iba mal, cuando ya no tenía nada más a lo que aferrarse.
-Nagareboshi.
Una voz extraña dijo a sus espaldas.
-¿Disculpe?
Llevó su mirada hacia el dueño de la voz y mantuvo su expresión impasible.
Un chico, probablemente de su edad o no mucho mayor, con el pelo grisáceo y una sonrisa resignada dibujada en el rostro, repitió algo más alto para él:
-Nagareboshi.
Y Jungkook se reprendió a sí mismo por un instante, recordando que solía saltarse las clases de japonés, esas que su padre con tanto ahínco le exigía tomar cuando era solo un adolescente. ¿Pero qué...?
-Mi japonés no es muy fluido -se las arregló para decir- lo siento-.
Probablemente sus disculpas eran más para sí que para el chico, por lo que bajó la mirada, dudando que el contrario fuera a entender su idioma y aún algo sumido en el rumbo que habían tomado sus pensamientos.
-El mio tampoco, lo aprendí viendo Naruto. Pero es el término utilizado en japonés para "estrella fugaz" -explicó el castaño en coreano, tomando por sorpresa a Jungkook a la vez que metía sus manos en los bolsillos del pantalón.
El azabache bufó ante el origen de tal conocimiento y lo estudió con la mirada un momento, asintió lentamente sin saber bien qué decir, pero esperando que se entendiera como agradecimiento por la explicación, y volvió a mirar al cielo, pensando en su deseo. Pensando en cuán rápido había pasado aquella estrella a diferencia de otras y, otra vez, en cuán extraño era que fuese posible siquiera ver esa estrella en Tokio.
-Debe pedir un deseo, ¿lo sabe?
¿Es que aquel tipo no planeaba irse?
-Lo sé, y puedes tutearme, probablemente tenemos la misma edad-escupió repentinamente, intentando auyentarlo sin darse cuenta de que estaba concediéndole un permiso y provocando que el chico levantara sus cejas con un atisbo de desagrado.
-Qué amargado... -osó decir el desconocido, para luego preguntar- ¿Qué pediste?
Inexplicablemente, Jungkook volvió a aferrarse a su yo soñador.
-Si te lo digo, no va a cumplirse.
-Ahh, esas son puras bobadas-replicó el otro.
-¿Lo son? -cuestionó Jungkook con demasiado escepticismo en su voz, como para alguien que a menudo hacía parecer que nada le importaba en absoluto-¿Tu qué pediste?
El peligris sonrió al darse cuenta de que aquel muchacho de semblante tan misterioso llevaba todo aquel rato tuteandolo sin que se lo pidiera. Se permitió confiar por primera vez en algún tiempo, tomó aire y fue honesto:
-Pedí dejar de sentirme vacío -dijo.
Jungkook quedó sin habla. No era posible, ¿o si? ¿Cómo podría un perfecto desconocido pedir lo mismo que él y en el mismo momento?
Absorto en sus pensamientos, no se percató del momento en que aquel muchacho comenzó a acercarse hasta quedar frente a frente en vez de a sus espaldas, así como tampoco se percató de la mano extendida hacia él y las pocas palabras pronunciadas con simpleza por el otro joven.
-Lo siento... ¿qué?
Una sonrisa cuadrada y reluciente, igual de fugaz que aquellas estrellas, se cruzó en el rostro del peligris.
-Un gusto, mi nombre es Kim Taehyung.
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Esto tiene dos años en borradores y no creo que lo lea mucha gente pero si pudieran decirme si les gustó o si es basura, sería genial 🥺
Purple you 💜,
Whisky.
Dedicado a Michi, a Gabi... y a todo aquél que se haya tomado el tiempo de leer esto.
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Nagareboshi [Taekook two-shot]
Fiksi Penggemar❝-¿Qué pediste? -Si te lo digo, no va a cumplirse.❞ SH-SH [stands for short and shitty]