Capítulo 0 - Pérdida 💜

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«Tragate tus lágrimas, recoge tu inseguridades, y enfréntate a tu destino»MieiraMusa

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«Tragate tus lágrimas, recoge tu inseguridades, y enfréntate a tu destino»
MieiraMusa

Ainé

Unas luces blancas y frías me deslumbraban; cercanas, amenazantes, su intensidad empezaba a despertar mis sentidos. Mis pupilas desconcertadas trataban de enfocarse en ellas, mientras temblores sacudían mi cuerpo, y un vaivén inesperado movía cada uno de mis huesos, trasladándome a un lugar extraño que no podía reconocer. Angustiada, llena de inquietud, apenas recordaba nada con nitidez; besos, gritos furiosos, reproches, y llantos que se entremezclaban en la confusión de mi cabeza.

¿«Dónde estaba? ¿Qué me había ocurrido»? Escuchaba la serena voz de mi hermana Erea, tranquila, aunque débil, intentando inyectar serenidad a mi cerebro muy desconcertado:

-Tranquila Ainé, estoy aquí.

Su tono meloso me volvió paulatinamente a la realidad, poco a poco se disiparon las neblinas de mis ojos, y reconocí el sitio donde me encontraba. Intenté reaccionar, explicarle a mi hermana, pero mi cuerpo se negaba a obedecer. Mis ruegos no eran escuchados, porque mis palabras escapaban mudas de mi garganta, únicamente podía dejarme llevar y no luchar contra lo inevitable. Mi nerviosa y agitada mente comenzó a evocar momentos de un pasado cercano.

¿«Cómo había llegado aquí? Sabía ¿el cómo? Aunque, desconocía, ¿el porqué del cómo»?

Un revoltijo extraño recorría mi cabeza de un lado al otro. No obstante, la realidad estaba frente a mí y no era cuestión de ser cobarde. Esta situación ya no podía cambiarse.

Cada decisión nefasta que tomé aquella noche me había arrastrado irremediablemente hasta este punto, y ahora no se podía meter la marcha atrás, no tenía la oportunidad, ni la intención de cambiar nada. Las cosas habían surgido así, retroceder no era una opción.

El verdadero dilema vendría después. «¿Cuál sería su reacción?» Sus ojos gélidos, amenazantes como un iceberg en medio del océano, mirándome con desprecio, no hacían presagiar buenos augurios.

¿«De qué manera podría salir de esa encrucijada»? Contaba con varias opciones, pero ninguna de ellas me parecía lo suficiente buena. Ahora no quedaba tiempo para darle tantas vueltas, las agujas del reloj se habían parado, y su último tic tac iba a decidir el resto de mi existencia.

¿«Amaba a mi diablo de pupilas de fuego»? Sí, con todo mi corazón, sin embargo, ¿«cuánto estaba dispuesta a sacrificar por su amor»?

No temía la pregunta, pero sí la respuesta. Lo quería más que a mi vida, sin embargo, no podía permitir que me encontrara. Me hallaba en este martirio por consentir al corazón, y no a la cabeza, que me advirtió para que no cometiera tal estupidez. Aun así, yo insistí, obstinada y altanera. Como siempre, ignoré cada una de las señales que me avisaron que se avecinaba tormenta, me arrojé al mar sin salvavidas y como era de esperar, el choque contra las olas tempestuosas había resultado brutal.

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Reto al Destino (Editando)(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora