El pelo de Draco Malfoy

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Una mano se agitó por delante de su cara, y Harry le lanzó una mirada a Ron antes de volver la vista al estúpido pelo rosa del estúpido Slytherin al otro lado del Gran Comedor.

—¡Harry! —dijo Ron con tono molesto—. ¿Quieres dejar de atravesar a Malfoy con la mirada? ¡Estoy intentando hablar contigo!

Harry entrecerró los ojos.

—No estoy atravesando a Malfoy con la mirada— gruñó, distraído.

—Ya, claro —masculló Ron—. Y yo no me estoy comiendo tu tarta de melaza.

—Ajá.

Malfoy estaba charlando con Tracey Davis y Daphne Greengrass, y su ridículo pelo no paraba de moverse mientras gesticulaba, lanzando destellos bajo la luz de las velas que flotaban sobre ellos. Un mechón en concreto estaba rozando su pómulo y pasando cerca de su ojo una y otra vez, y estaba sacando a Harry de sus casillas.

—Hermione, ¡haz algo!

—¿Con respecto a Harry y Malfoy? Hace tiempo que me he rendido. Estás solo en esto, cariño.

Nott, que estaba sentado al otro lado de Malfoy hablando con Goyle y Parkinson, se giró de pronto para decirle algo a Malfoy. Este giró la cabeza, y entonces su mirada se encontró con la de Harry. Por un momento, Harry pensó en apartar la vista, pero antes de que pudiera tomar la decisión habían pasado demasiados segundos y Malfoy no había dejado de mirarle, por lo que decidió que no sería el primero en ceder.

Y entonces Malfoy, mientras asentía a lo que Nott estaba murmurando, sonrió. Y no sonrió porque Nott estuviera diciendo algo gracioso, no. Le sonrió a él. Harry estaba seguro de que aquella estúpida sonrisa ladeada había sido dirigida a él.

Cuando Malfoy y su grupito de adláteres se levantaron de la mesa, Harry se puso de pie sin pensar. Iba a saltar el banco para seguirles cuando oyó un gruñido molesto proveniente de su izquierda.

—Estás solo en esto, tío —dijo Ron con la boca llena—. Hermione tiene razón. Ya somos mayorcitos para acosar a Malfoy como en sexto.

Harry soltó un bufido, pero, viendo que los Slytherins estaban a mitad de camino de la puerta, se resignó a volver a sentarse.

En realidad, Harry ya no odiaba a Malfoy. Se había dado cuenta de ello al devolverle su varita durante el juicio en el que habían condenado a sus padres a prisión. De hecho, había sido perfectamente consciente durante todo el verano de que Malfoy iba a volver a Hogwarts para cursar octavo, ya que así lo había impuesto el Wizengamot, y había planeado romper todas las hostilidades con el Slytherin cuando empezase el curso. Había planeado ignorarlo y, cuando fuese necesario hablar con él, ser cordial y mostrarse compasivo por todo lo que habían sufrido durante la guerra.

Pero todo eso, todos los planes que había trazado, todas las conversaciones que había imaginado a lo largo del verano, se habían volatilizado el uno de septiembre, cuando, al poner un pie fuera del Expreso de Hogwarts, Harry había visto una cabeza de color rosa pastel abriéndose paso hacia los carruajes.

Y no era eso lo único que se había salido de sus esquemas ya el primer día. Tras la Ceremonia de Selección, McGonagall había anunciado que todos los alumnos de octavo compartirían una única sala común en lugar de volver a sus respectivas casas. Harry se había sentido frustrado, y perdido, y muy indefenso. Estaba harto de que todo se escapase a su control. Se había pasado siete años tratando de salvar a todo el mundo mágico para después descubrir que no estaba destinado a sobrevivir. Había muerto, por Godric, y había vuelto a la vida. ¡Y todo para que McGonagall le dijera que tenía que volver a Hogwarts, como si no hubiera tenido ya a bastantes adultos en su vida diciéndole qué hacer! Pero, ya que no había tenido alternativa, porque Kingsley se había puesto de acuerdo con la directora en que Harry necesitaba aprobar los ÉXTASIS antes de convertirse en Auror, Harry había decidido que nada iba a impedir que su octavo curso fuera normal. Ni Voldemort, ni Horrocruxes, ni voces extrañas en las paredes. Harry iba a estudiar, a ser un chico normal y a disfrutar del último año que viviría con sus dos mejores amigos.

El estúpido pelo rosa de Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora