Remember Me

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Recuérdame

Prólogo

Desde que a mi madre le diagnosticaran leucemia mis días y mis noches se basaban en los pasillos y en un cuarto de hospital. Ella estaba realmente mal y sabíamos que no aguantaría demasiado tiempo. La verdad todo esto estaba mal, era una porquería. Ella era una buena persona y ahora iba a morir.

Mientras tanto estaba mi padre. También un buen hombre, pero él no podía con todo esto. Hace años que estaba sin probar una sola gota de alcohol, pero unos días después de que mi madre le entregara unas cartas de despedida para él y para mi, recayó de nuevo.

—Charlotte, ¿por qué no ha venido tu padre? —preguntó a penas mi madre.

—En casa arreglando unos asuntos pendientes —mentí.

Asuntos pendientes con el alcohol, claro. No podía ver a mi madre postrada en una cama todo el día, la primera vez que la vi así no pude contener las lágrimas. Ella era una mujer con tanta alegría y color, era una mujer viva... Y ahora ya estaba en su fase terminal. Ya no iba a estar más con nosotros y tendríamos que vivir con ello por el resto de nuestros días.

Al día siguiente tenía que ir a la escuela. Después de una semana de no haber ido mi madre prácticamente me obligo a ir.
Todos en la escuela me miraban con lástima, no lo decían pero sabía que lo pensaban "pobre chica su madre esta muriendo".
Aunque su lástima me daba igual. Yo solo quería estar con ella hasta su último día, era lo único que me importaba.
Al finalizar cada clase, todos los maestros me decían que ojalá mamá se recuperara pronto, como si fuera tan fácil.
Al termino de la escuela salí lo más rápido posible y me fui directo al hospital.

—Ya llegue mamá —saludé con una gran sonrisa.

—Hola mi cielo, ¿cómo te fue?

—Normal, Katie te manda saludos.

Después de un rato de platicar me senté en el sofá y caí en un sueño profundo. Pero no fue un lindo sueño, si no una pesadilla. Una pesadilla que fue realidad.
Doctores y enfermeras entraban alterados a la habitación y la servidora social intentando sacarme de aquel lugar de locos.
Yo solo lloraba y les pedía que me dejaran con ella, que se iba a poner bien. Que solo necesitaba otra transfusión, que no era nada grave. Hasta que la voz tan dulce de mi madre diciendo que saliera, que ya había llegado el momento me hizo entrar en razón. Ya era tiempo de dejarla ir.
Así que obedecí y salí de aquel lugar para no ver morir a mi madre. Ella no quería eso, quería que la recordara como siempre había sido, viva y alegre.

Yo solo tenía 17 años, aun me faltaba mucho tiempo para convivir con ella. Pero ella ya no podía seguir en este lugar, le había llegado el momento de partir.
Llorar su muerte no iba hacer que la tuviera conmigo más tiempo, pero llorar aveces es bueno. Te ayuda a desahogarte y a sacar todo. Pero no arregla las cosas.

Me quede tirada al final de un pasillo esperando respuesta alguna, pero nadie se dirigía a mi por ser menor de edad. Tenía todo el derecho de saber que pasaba, yo era la única que había estado acompañándola desde que la internaron, pero claro, a ellos les importaba poco eso.
Un par de minutos más tarde mi padre llego corriendo hacía mi. Milagro que lo habían agarrado sobrio, o tal vez semejante cosa que le dijeron hizo que se le bajara el efecto del alcohol.
Se arrodilló a mi lado y me miró sin expresión alguna. Parecía que me había leído la mente porque asintió con la cabeza y me abrazo. Yo en ese momento me estaba preguntando si estaba muerta.

El funeral fue al día siguiente.
Asistió mucha gente porque mamá tenía amigos por doquier, era una mujer muy social, todo lo contrario a mi. Yo era una apática de lo peor, heredado de mi padre.
A ella solo saque lo físico, era su vivo retrato. Mismos ojos, mismo cabello, labios, estatura, en fin, todo.

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