Capítulo 1

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Hace ya cinco meses desde que mi madre murió, para muchos ya había sido hace siglos pero para mi todavía era como si hubiera sido ayer. La extrañaba demasiado y cada día recaía su muerte en mi. No comía y mucho menos tenía ganas como para seguir en un lugar de porquería como lo era mi casa. Un infierno total.
Botellas rotas por doquier, golpes gratis y un señor que se ponía borracho casi todas las noches. Era como estar en la calle, pero no tenía opción. Tenía ganas de morir pero era demasiado cobarde para suicidarme.

En la escuela ya nadie decía nada como las primeras semanas, menos mal porque ya me tenían harta, tener que decirles a todos que estaba bien aunque en realidad no, era demasiado frustrante.

A la hora del almuerzo mi mejor amiga y yo siempre nos sentábamos en las mesas del rincón, era la única que me quedaba y la que me motivaba a seguir adelante. Me recordaba mucho a mi madre, simplemente era la mejor.

—¿Te pasa algo? —preguntó preocupada.

No le conteste nada, no quería preocuparla con mis problemas de siempre.

—Lottie, por favor háblame —me toco el hombro y di un respingo. —¿Que te hizo ahora?

La ignoré por completo y me coloqué el gorro de mi suéter.
No era el momento ni el lugar indicado para mostrarle lo que en realidad pasaba.

—Muy bien. Si no quieres hablar conmigo me voy.

Pero antes de que se pudiera levantar por completo la tomé del brazo y la mire rogándole que se quedara. Se sentó y me puso toda la atención del mundo.

—Lo siento, pero no quiero que te preocupes más por mi.

—Sabes que el simple hecho de saber que podrías vivir bajo el mismo techo que ese  hombre me preocupa.

Sí, lo sabía. Le aterraba esa idea, por eso en los últimos cinco meses me la pasaba en su casa casi siempre.
No tenía más remedio que mostrarle lo que pasaba, me baje el gorro y después deje a la vista una pequeña parte de mi hombro izquierdo. No se veía todo el moretón pero al menos abarcaba la parte descubierta.
Katie me miró con un poco de lástima, tenía tiempo que no veía esa expresión en su rostro y mucho menos hacía mi. 
No dijo nada, solo se sentó al lado mío y me abrazó. Los abrazos aveces podían ser de muy buena utilidad.

Comenzamos a platicar sobre lo que haríamos después de clases, cuando de la nada una de las chicas más populares de la escuela se sentó en nuestra mesa.

Lexi, una persona algo desagradable. Pero ya saben, personas normales como yo aborrecen al círculo social.
No me agradaba el hecho de tener que verla 5 veces a la semana, 3 horas diarias y ahora venía y se sentaba con nosotras. Como si no tuviera suficiente.
Sólo que hasta ahora no había dicho ni una palabra sobre lo de mi padre y de cierta forma se lo agradecía. Pero no me cuadraba cómo se había enterado, esta chica lo sabía todo.

—Hola —sonrió mostrando su dentadura perfecta.

Jessica y Ashley también tomaron asiento, una a su derecha y la otra a su izquierda.
Siempre andaban atrás de ella; creyendo ser sus mejores amigas, pero cuando menos se lo esperen ella las remplazará. Así son esa clase de personas. Cuando ya no quieren algo lo desechan y se consiguen algo mejor.

—Hoy daré una fiesta en mi casa, estoy invitando a unos cuantos y ustedes están en mi lista.

Antes de que le pudiera responder de una manera realmente grosera, Katie me apretó el brazo disimuladamente.

—Gracias Lexi, allí estaremos. —sonrió.

Aveces era tan odiosa la manera de hablar de Katie, no entendía como podía ser tan amable siempre.
Sabía perfectamente que no me agradaba y aceptaba su invitación.
¡¿Qué rayos pasaba con ella?!

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