Cap- 3.

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Cap. 3

Hermione se quedó estupefacta. ¿El Caballero Negro su prometido? ¡Nunca! No lo habia olvidado; jamás olvidaría aquellos ojos grises azulados, aquella mandíbula implacable, aquella abundante cabellera platinada y semi ondulada que caía sobre la cota de malla. ¡Santo cielo, debía de estar loco!

Lo observó con detenimiento, procurando aplacar sus temores, y advirtió una mirada de feroz advertencia en sus ojos. Era apuesto, comprobó, de una forma dura y amenazadora totalmente distinta a Lord Thomas. Tenía la nariz recta, los labios bien formados, la mandíbula demasiado cuadrada y los pómulos excesivamente severos. Era un hombre enorme, de ancha espalda, cuello delgado pero fuerte, brazos musculosos y piernas largas.

-¿No es así?- repitió con tono de advertencia para recordarle que, si lo negaba, lord Thomas y sus hombres la violarían como a las otras.

Hermione tragó saliva y miró fijamente al alto Caballero. Tampoco había olvidado lo que él y sus hombres habían hecho a su hermana. Conserva en la memoria, mezclada con el terror, la ira y el dolor, la imagen del rostro del hombre aquel día. Ignoraba qué papel había desempeñado, pero estaba segura de que había estado allí.

No obstante, necesitaba tiempo y no le quedaba otra opción. Procurando que no temblara la voz, dijo:

-Si, mi señor, así es.

Las negras cejas de Ryddle se unieron sobre sus ojos que resplandecían de ira. Sabía que el Caballero Negro habia mentido, y esa mentira le había servido para conseguir su propósito. Con las mejillas encendidas de rabia, embozó una sonrisa cruel que dejó sus dientes al descubierto y le dio el aspecto del terrible depredador que era.

Apartó la mano de su espada.

-De haberlo sabido, la habría dejado en el convento.- otra sonrisa perversa-. Conociendo tu escasa disposición a contraer matrimonio en el pasado, no puedo más que alegrarme de que por fin te hayas decidido. ¿Ya has hecho planes para la boda?

-Espero noticias de Guillermo. En cuando obtenga su bendición y las amonestaciones se publiquen, nos casaremos-

-Se volvió hacia Hermione-.¿Que hay de tu hermana?- susurró para que ella lo oyera-. ¿Está también aquí?

-Gweneth está sana y salva en el convento.-<<Lejos de ti y del resto de esta carroña, gracias a Dios>>, pensó.

El enorme caballero se disponía a añadir algo más cuando sé oyó un ruido en las escaleras. Volvió la cabeza hacia allí, donde una mujer vestida con una túnica de color lavanda miraba descaradamente a los hombres.

-¿Qué has dicho, milord? ¿He oído bien?- Era rubia y de tez blanca, alta y elegante; sin embargo la expresión de sus labios era severa, y en sus ojos verdes esmeralda no se apreciaba ni un atisbo de ternura-. Sin duda me han engañado mis oídos.

La mandíbula del caballero Negro se tensó.

-No es asunto tuyo, Astoria. Vuelve a tus aposentos.

-Ah la bella Astoria- dijo Thomas-. Creí que no te vería.

-No lo permitiré, Draco. Aunque no te hayas comprometido a nada conmigo, nunca consentiré que te cases con ella.

-¡Retírate de inmediato! Otra intervención como esa y veras para que sirve mi mano.

Por unos segundos la mujer pareció dispuesta a protestar. A continuación la ira desapareció de su rostro y una tensa sonrisa se dibujó en sus labios.

-Perdona, milord. Te he echado tanto de menos estos días... Te esperaré en mis aposentos para complacerte.

Hermione miró al Caballero Negro y después a la alta doncella, su amante, sin duda. Entonces qué demonios quería de ella?, se pregunto.

Bella y AudazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora