Sueños Ilusos

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"Hoy lo volví a ver en el calabozo, y sigo sintiendo los mismos sentimientos que me han estado atormentando. No le he podido decir nada a Sor Erina, se que me castigaría y me mandaría a rezar, pero ninguna oración podrá sacar la imagen que tengo en mi mente de su cara, tampoco sus brazos cicatrizados sujetados por las cadenas que lo mantienen alejado de mí. Nunca he visto un hombre tan robusto en mi vida, mi boca se hace agua, mi entrepierna se humedece, qué nuestro Padre me perdone que estoy cometiendo lujuria," escribe Ana en su diario.

Ana se para de su sillón dirigiéndose a la gaveta que se encuentra al lado de su cama, la abre encontrando un látigo de siete espinas en la punta. Ana se desviste dejando su espalda desnuda a la luz de la luna, se arrodilla y empieza a flagelarse por haber pecado. Cada vez que la punta del látigo tocaba su cuerpo, se aferraba a un pedazo de carne de su espalda que daba libertad a la sangre para invadir su espalda.

Ana termina su rito, la sangre escurre por toda su espalda, y la satisfacción del rito drena por sus ojos y su lengua recoge el residuo de saliva que tenia alrededor de sus labios. Ana escucha la perilla de la puerta moverse, ella desciende de su euforia, pone el látigo devuelta a su lugar, esconde su diario debajo de su almohada, se tira a la cama y desmaya del cansancio.

"Despierte Ana, ya es hora," Dice Anais sacudiendo a Ana en la cama, "Llegaras tarde de nuevo, anda."

"¡Ya, desperté!" Dice Ana frotando sus ojos. "Qué hora es?"

"Diez después de las seis," Dice Anais sonriendo.

"Mierda, llegare tarde," Dice Ana saltando de la cama, "¿Porque no me habías despertado mas temprano?"

"Contigo no se puede," Dice Anais de salida, "Cubriré por ti, date rápido."

No es la primera vez que Anais le salva el pellejo a Ana, ellas son como dos hermanas inseparables desde aquel día en que se conocieron.

Ana corre al baño, abre la llave de la ducha mientras se cepilla y se arregla los cabellos. Se mete debajo del agua, aunque sabe que iba tarde, aun así, ella decide tomarse su tiempo.

El vapor del agua cierra las heridas de Ana mientras gotas recorren su cuerpo desnudo desde los cabellos hasta su entrepierna, algunos hasta se posan en su ombligo para deslizarse y rozar su clítoris antes de desvanecerse en el piso.

La melodía de las gotas del agua se apodera de los sentidos de Ana, ella aún no se percata de los treinta minutos que han transcurrido, ni tampoco la sombra desde el fondo del cuarto que la observa. Ella abre las cortinas para revisar la hora, pero se encuentra de frente con la sombra misteriosa y cae al piso.

"Anais! Que clase de broma es esta," Dice Ana temblando mientras con sus pies ella termina de cerrar las cortinas del baño.

Nadie contesta, el ente sujeta las cortinas que se resbalan de los pies de Ana. El corazón de Ana se precipita, las manos del ente remueven las cortinas y el se da paso hacia la ducha. Ana cierra los ojos, se agarra el pecho como si su corazón quisiera quebrar una abertura para salir. Ella medio abre sus ojos para percatarse de los brazos peludos llenos de lodo del ente que no se le podía distinguir entre la piel morena y el lodo que cubría sus brazos. El se posa ante ella y observa como ella termina abriendo sus ojos encontrándose de frente con Donovan, el esclavo que ella espiaba.

"Que... ¿Que haces aquí?" Pregunta Ana.

El no contesta, se acerca a ella y la agarra por el cuello apretándolo no dejando que el oxigeno haga su paso. El la observa y la lee como un marinero lee un mapa, la suelta y deja que se levante. El cuerpo de Ana tiembla mientras ella se muerde los labios, en frente de ella se encontraba el hombre que ella pudiera cometer todos los pecados conocidos al igual que desconocidos. El hombre que no dejaba que su entrepierna se enfriara, ni que sus pezones se blandearan. Ella trata de gritar, pero su corazón le tapa la boca, mientras ella se acerca mas hacia su cuerpo. Ahí postrados se quedan observándose el uno al otro, las gotas de agua caen sobre los grandes músculos de Donovan, Ana lo sigue con sus ojos mientras gotas se deslizan de su entrepierna.

Donovan la sujeta por los cabellos que se envuelven en sus dedos, la besa muy feroz mientras los pezones de Ana rozan el cuerpo de el. Los pechos de Ana se hinchan mientras Donovan presiona con su rodilla su vagina provocando que ella escurra. El calor invade el cuerpo de Ana que vaporiza cada gota que toca su cuerpo, las manos de Donovan se dirigen hacia su entrepierna y ella muerde sus labios de la excitación. Ana empieza a gemir y Donovan se acerca a sus oídos.

"Libérame" Le susurra Donovan.

"Hermana Ana, porque tarda tanto," Grita Sor Strolay, "Ya es hora de partir."

"Debes de salir de aquí ahora mismo," Dice Ana, "Si nos ven aquí..."

Sor Strolay entra al baño y Ana asustada abre los ojos y salta hacia afuera de la bañera.

"Con quien hablabas?" Pregunta Sor Strolay.

No hay nadie mas en la bañera, solamente Ana toda limpia, pero con sucios pensamientos.

"Disculpa por durar tanto Sor Strolay," Dice Ana agarrando una toalla.

"No hay necesidad de cubrirse," Dice Sor Strolay mientras acariciaba el cuerpo desnudo de Ana con sus ojos.

Ana cubre su cuerpo, trata de salir, pero la Sor la estorba.

"Llegare tarde a los recitales," Dice Ana.

"Sor Erina te otorgo una hora extra," Dice Sor Strolay mientras se acerca hacia la cara de Ana. "Como lo haces para que ella te consienta tanto?"

"No se de que hablas, disculpé, me debo de vestir," Dice Ana entrando a su cuarto.

"Recuerdas lo qué les sucedió a esas vírgenes que habían llegado tarde a la cena del señor?"

"Fueron dejadas afuera, y se condenaron," Responde Ana mientras busca su ropa interior.

"De cierto creo que no quieres ser una de ellas verdad?" Pregunta Sor Strolay acercando por detrás de Ana.

"Claro que no Sor, no se preocupe, no volverá a suceder," dice Ana alejándose de la Sor, "Se lo prometo."

"Ojalá qué guardes tus promesas como guardas esa virginidad tuya." Dice Sor Strolay posando su mano entre las piernas de Ana.

"Pro... Prometido" Dice Ana temblando.

"Ya veo porque la Sor superior te ama tanto," Dice Sor Strolay pasando su lengua en el cuello de Ana mientras intenta entrar su mano en su entrepierna, "Eres un caso especial."

"Por el amor de nuestro señor, no me deshonre" Dice Ana.

"No seria capaz, soy una sierva impecable de nuestro señor." Dice Sor Strolay.

Sor Strolay sale de la habitación y Ana la maldice en su oración mientras se limpia su cuerpo del asco.

Lujuria entre SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora