Capítulo V: Tic Toc y humo

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Cerca de las seis de la noche ya estábamos con él, habíamos demorado a causa de la ubicación de su hogar, se trataba de un viejo viñedo llamado “Le Belle”, esta se
encontraba atravesando un camino de terracería al cual se accedía por una desviación en la carretera principal.
Al llegar vimos la enorme casa de madera, frente a la puerta había un anciano vestido de café, pantalón y saco, con un bigote muy extraño, se trataba de Adan, lo sabía por que al
vernos llegar Holmes lo saludó levantando la mano através de la ventana del chofer.
Una vez dentro me percaté de algo muy curioso: parecía que era fanático a los cuchillos y las dagas, tenía un mostrador repleto con ellas, el anciano tenía clase tenía que admitirlo.
— ¡Holmes!, ¡Viejo amigo! – exclamó con alegría.
—Me da gusto verte Adan— dijo mientras lo abrazaba.
Era una escena rara, el amo de la intuición saludando con alegría a un posible asesino, era algo nunca antes visto.
Después de las debidas presentaciones procedimos a tomar lugar en la hermosa sala color blanco, el elegante piso de madera curada estaba cubierto con una alfombra quizá de origen inglés, eso era un alivio teniendo en cuenta que mis tacones resultaban ser demasiado ruidosos, la estancia era en verdad hermosa; tras tomar el té y comer algo comenzamos la investigación:
—Adan — Holmes comenzó—¿estuviste la noche del asesinato en “Decamerón”?
— ¡Holmes!— en ese momento se levantó desesperado y cerró la puerta de la sala, se notaba nervioso— no digas eso en voz fuerte, mi esposa podría oírlo.
— ¿Su esposa no sabe nada de su “gusto”?— dijo Jane algo sarcástica y riéndose por lo bajo, típico de ella.
—No, ¿Qué quieren saber de esa noche?
—Cuéntenos— ahora era mi momento de entrar en acción— ¿qué pasó esa noche?
—Sí, les contaré todo, esto es lo que recuerdo…esa noche fue aniversario de bodas de mi esposa, olvidé el regalo y no tuve mas remedio que huir, el lugar que elegí fue mi segunda casa.
—Decamerón— interrumpió Jane aún aguantándose la carcajada.
—Sí, al llegar ahí entré y pues “hice lo planeado”, mientras descansábamos las chicas y yo en la cama la luz se fue, en ese momento sentí como alguien pasó junto a mí, no sabía
quién era pero por la estatura supe que era alguien muy alto.
— ¿Es todo?—preguntó Holmes
—Después bajé por las escaleras en completa oscuridad, al llegar a la cocina pisé un cristal y fue cuando al regresar la iluminación pude ver lo ocurrido.
— ¿El cadáver en el vestíbulo?
—Sí señorita Anne.
— ¿Cómo era la silueta?—preguntó Holmes
—Lo que les he dicho es lo que recuerdo.
— ¿Notó algo fuera de lo común esa noche?—le preguntó Jane extrañada.
—Solo que mi esposa estaba como una fiera cuando regresé—bromeó.
Todos los presentes soltamos una carcajada la cual fue interrumpida por un sonido, alguien tocó a la puerta.
Adan se incorporó de su asiento y abrió la puerta por la cual entró una dama de unos cuarenta y tantos, delgada, cabello castaño, sin muestras de su edad y con un bastón en la mano derecha de madera de caoba; se trataba de la esposa de Adan, la señora Mallorca Ludervang, la cual al instante de entrar la presentó y luego se sentó a su lado.
Era muy parlanchina, aunque por ratos se notaba muy seria, fría y calculadora, nos contó que antes de venir a París con Adan se había lesionado su pierna derecha a causa de una caída a caballo.
En repetidas ocasiones dijo que al igual que en Londres aquí se rumoraba mucho de eso
de “Jackie” (como le decía a nuestro asesino de cariño), decía que ya era hora de que alguien lo atrapara y dejara descansar en paz a las prostitutas; también nos platicó acerca del hospital que juntos abrieron en París años atrás en el cual trabajaban de doctor y secretaria respectivamente.
Por algún motivo su voz me era familiar aunque en ese momento no pude recordar el porqué…
Ya muy entrada la noche nos despedimos, camino al hotel comentábamos acerca de la
información recabada pero conforme avanzábamos nos dábamos cuenta de que no era el camino correcto.
—Sherlock— le dijo Jane— no es por aquí.
Efectivamente, nos detuvimos en una división de caminos, estábamos en medio de un claro, no sabíamos en donde estábamos; y hubiéramos estado completamente perdidos
de no ser por que traíamos un mapa.
A causa de la ligera desviación entramos por los barrios mas oscuros de la ciudad, los “barrios bajos”, las calles eran inmundas ,en muy mal estado, pero eso no era sorprendente, lo sorprendente era que no había nadie fuera de sus casas, la calle estaba vacía, ¡increíble imagen!
De pronto escuché un ruido, luego un sacudón y por último el automóvil se detuvo en seco en medio de la calle, había humo por todas partes, inmediatamente nos salimos del
vehículo debido a que nos empezábamos a asfixiar.
—Sir Holmes— dijo Jane mientras tosía — ¿Qué ha pasado?
—Tal parece que el motor se ha averiado.—respondió mientras metía la cabeza dentro del cofre de nuestro ahora inservible medio de transporte.
—Y ¿qué haremos?— sentía que mi corazón se alteraba, no podía estar fuera ni mucho menos en un lugar como este— ¡tenemos que regresar al hotel!
—Estamos al otro lado de la cuidad— Dijo Jane mientras miraba hacia la extensa calle oscura que se erigía en el horizonte. — ¡OH!— se había percatado de algo— mire el cielo
señorita Anne, se está nublando.
Al levantar mi mirada pude ver que, efectivamente, el cielo poco a poco se cubría.
—Tendremos que caminar hasta encontrarnos con alguien de la policía Parisina, por lo menos así podremos contactar a Charles.
Para este momento ya estábamos avanzando: Holmes adelante y nosotras atrás. Tenía miedo, tanto era mi temor que me sujeté fuertemente a Jane, la cual se había percatado de ello en mis ojos.
— ¿Qué te ocurre Anne?
—Tengo miedo
—No temas, estas calles están iluminadas además estás con nosotros.
—Soy Géminis—contesté deteniéndome en seco.
En ese instante sentí como se heló el cuerpo de Jane, Holmes escuchó que dejamos de caminar e instantáneamente giró.
—Géminis, soy signo Géminis— repetí sollozando.
Por una causa desconocida las luces de la calle se apagaron.
—Corran de regreso al automóvil— ordenó Holmes seriamente, iniciando la carrera decisiva, vivir o morir, eso era todo.
Pero era demasiado tarde: cuando intenté correr mis piernas me traicionaron, me tropecé y caí al suelo, me encontraba sola, sola como cuando mis padres me abandonaron con Alice en “Decamerón”, sola como cuando ella me educó, sola estaba sola…y fue en ese momento que lo vi, era Jack, estábamos frente a frente, sentía un nudo en la garganta, no
podía gritar, estaba paralizada, aterrada, a lo lejos solo podía observar a Holmes y Jane alejándose por el oscuro horizonte.
Al mirar hacia el cielo vi la enorme y macabra sonrisa de mi agresor la cual combinada con mi pánico y la luz de la luna llena que ahora se cubría poco a poco, creaba la imagen mas
aterradora, Jack el destripador, Jack el destripador, era Jack el destripador…
No sé cómo pero conseguí levantarme y correr, pero no era la dirección correcta, estaba totalmente perdida, pronto comenzó a llover lo cual hizo más dura mi misión de vida…
Tropecé con un agujero en la calle y caí por un pequeño barranco hasta dar a un lado de un puente, el puente que habíamos pasado pocos minutos atrás …estaba cerca, ya casi regresaba con Jane y Holmes… pero fue inútil, no podía incorporarme, fue en ese
momento que me tomó por mi cabello, lo cual me obligó a levantarme, no podía hacer nada, estaba vencida.
Cuando estuve de pie, me mostró su cuchillo, su filo destelló ante mis ojos, casi podía sentirlo enterrándose en mi garganta y cortando mi carne lentamente, ¿Qué hacer?,
¿Cómo defenderme? ¿Cómo correr?, no podía, mis ojos se me mojaron… comencé a llorar, estaba mi vida en sus manos, estaba al borde de mi fin…estaba perdida.
—No te preocupes pequeña, no te dolerá— ¡su voz!, la había escuchado antes, era dulce, era amorosa, era, era…
Antes de que terminara de indagar el miedo provocó que me desmayara…

Asesinato en el burdel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora