IV

691 36 4
                                    

Narra Ana:

Los días van pasando e intento no agobiar a Miriam. Sé que necesita su espacio, ir despacio. Como quiero ser sutil y cuidadosa, se me ha ocurrido una idea. Amaia está en el sofá con la guitarra y me siento a su lado.

– Qué haces, Amaia?

– Uy, hola Ana. Pues tocando un poco para entretenerme, que está todo el mundo ensayando y nadie me hace caso.

–Ja,ja. Pues yo te acompaño. Oye, se me ha ocurrido una canción que podemos cantar.

– Dime, y yo te sigo.

La ensayamos unas cuantas veces y empezamos a oír jolgorio en la sala de ensayo. Parece que los compañeros ya se están relajando.

– Ana, vamos para allí a ver qué pasa.

Amaia se levanta, guitarra en mano, y yo la sigo. Veo mi oportunidad para cantarle a la Leona y se lo propongo a Amaia disimuladamente.

– Venga va, Ana, que me encanta cantar contigo.

Entramos a la sala y está todo el mundo revuelto. Busco a Miriam que está sentada en las escaleras junto a Nerea y Agoney, y voy directa a por el micro mientras Amaia coloca el taburete en el centro de la sala.

– Chicos, Amaia y yo vamos a hacerles un pase privado y súper especial.

Todos se sientan y comenzamos.

Te sentaste a mi lado en la barra
y acertaste qué quise tomar.
Sonreí y me dijiste al oído
que las chicas no deben llorar.

Sin canciones seguimos bailando
en la puerta del último bar
y cuando el sol terminó con la noche
no volvimos a vernos jamás.

Por eso cada noche me detengo en tu portal
y en frente de tu casa a los santos les suplico
un poco de valor para llamarte y confesar,
que duermo sin un sueño y me levanto sin motivos
y una y otra vez en tu puerta me rindo
y una y otra vez me voy como he venido.

Abrazados después de besarnos
comprendimos los dos sin hablar
que la historia más bella del mundo
en segundos iba a comenzar.

Y el miedo de pronto nos pudo y dijimos
"fue sólo una noche bonita y no más"
y me marché antes que descubrieras,
¡ay! que yo estaba empezando a llorar.

Por eso cada noche me detengo en tu portal
y en frente de tu casa a los santos les suplico
un poco de valor para llamarte y confesar
que duermo sin un sueño y me levanto sin motivos.

De vuelta a mi rutina me consuela imaginar
que siempre que te busco me buscas tú un poquito.
Quién sabe si en mi ausencia tú visitas mi portal
y en frente de mi casa suplicas por lo mismo
y una y otra vez en tu puerta me rindo
y una y otra vez me voy como he venido.

Narra Miriam:

– Ago, ¿te acuerdas del consejo que me diste?

– ¿Cuál de tantos, amiga?

– El de que la música sirve para expresar lo que sientes sin hablar.

Me mira con media sonrisa.

– ¿Crees que Ana está haciendo lo mismo?

– Por lo menos para mí, toda la canción tiene sentido.

– Si yo fuera tú, cuando termine aprovecharía la sesión de micro abierto.

Escucho atentamente la canción de Ana, la verdad es que no la conocía pero nos viene al pelo. Al final todo se traduce en que las dos nos asustamos, pero no nos arrepentimos, y queremos más. Sí, yo quiero más. Y sinceramente, si ella se me acercase no tendría forma de evitar que pasase algo entre nosotras. Me atrae tanto...

Wariam musicalWhere stories live. Discover now