La primavera es la estación favorita de Jimin, porque es fresca por sus suaves brisas heladas, con sus esponjosas y blancas nubes, quienes amenazaban con soltar su carga en el momentos menos esperado, pero aquello no importaba, porque las lloviznas de primavera eran cálidas, pequeñas gotitas refrescantes. No había nada que odiara en esos meses, se sentía optimista por el nuevo año, llena de promesas y metas que estaba ansiosa por cumplir.
Justo el viento pareció concentrarse en una corriente suave, que golpeo con gentileza su cuerpo, desordenando el vestido de algodón azul, que holgado se pegaba a la sinuosa silueta de la Omega, delineando su plano abdomen y sus pequeñas llanuras que apenas sobresalían por el bordado en v, que enfatizaba el pecho plano donde la sombra de sus apenas perceptibles clavículas, acentuaban el collar dorado, que le daba un toque elegante pero casual al vestuario.
De las mangas largas sobresalían sus pequeños y gorditos deditos, que se posaban de forma pudorosa sobre los flotantes volados de la falda, a 10 dedos de su rodilla, mostrando sus blancas y carnosas pantorrillas que formaban una curva apetitosa, que prometía unos muslos aún más deliciosos. Aquella tez de crema se extendía nívea e impoluta por todo su cuerpo, dándole un toque etéreo a la pequeña figura.
Cuando el juguetón ataque de la brisa termino, tuvo que arreglar su abundante cabellera, donde sus lacias hebras castañas se agrupaban en ondas distinguidas por el brillo natural sobre sus delgados hombros, enmarcando con encanto su pequeña carita, donde unos labios carnosos atrayentes por el rojo pasión de un pintalabios, elevaban unos pómulos abultados, que escondían una pequeña naricita y la brillante mirada de unos ojos negros, que sonreían constantemente mientras los cabellos se acomodaban a un lado, para luego volver a esponjarse, dándole forma a su peinado sencillo.
Toda la tranquilidad del momento se detuvo cuando percibió el aroma de un depredador, sus sentidos se estremecieron en anticipación, preparándose para huir del lugar. Una brisa salvaje la golpeo desde atrás, esta vez el frio parecía antinatural y traía consigo las feromonas de un Alfa, que calientes se filtraron en su ser, encendiéndola como si miles de lengua de fuego la recorrieran. Su respiración se cortó, sintiendo como sus partes erógenas pulsaban, de tal forma que la hacían desfallecer.
Sus pechos hipersensible parecían acalorarse tras la espuma del sujetador, por cada pequeño roce sus pezones respondía, palpitando con fuerza, una y otra vez, como si solo la sangre que recorriera la zona fuera lava, sonrojando y endureciendo sus botones, mandándole constantes descargas de placer que empezaron a repercutir en su centro. De pronto sus bragas y el pliegue del pantaloncillo estaban rozando como hierro al rojo vivo, los rosados labios vaginales. Tuvo que reprimir un jadeo como las ganas de frotarse, su pelvis se impulsaba hacia al frente, tratando de arreglar la incomodidad que apabullaba su parte intima. Fue cuestión de unos segundos para sentir la lubricación bajar lentamente, dándole un alivio momentáneo, permitiendo que sus prendas parecieran deslizarse con más facilidad a cada laborioso paso que daba.
Las sensaciones se volvieron difíciles de ignorar por más tiempo, se vio obligada a recargarse en una pared, con la respiración entrecortada, las mejillas sonrojadas y la frente perlada en sudor. Aunque su especie entrar en celo por la estimulación correcta, no había explicación para lo que la había atacado de repente. El espeluznante aroma del Alfa estaba cerca, sobrecargado de feromonas dominantes que no dejaban de enloquecer las propias. Podía identificarlo, era una serpiente, un vil reptil, el cazador natural de los roedores.
Aterrada, acorralada sin opción, por su lamentable estado de excitación. Aun apoyado en la firme superficie, volteó su rostro, al contrario de su destino. A menos de un metro se encontraba la imponente figura femenina de una Alfa, que se erguía con orgullo y prepotencia, eclipsando el color a su alrededor, volviéndolo todo gris. Su aura era peligrosa por la atracción de su belleza, donde las finas facciones podrían parecer inofensivas, con sus alargados ojos, su respingada nariz y sus delgados labios que imitaban el color de los de su presa. Pero por alguna razón no engañaba a la mente nublada de Jimin, porque todo en esa forma de andar, casi flotante, le gritaba en advertencia.
Quería escapar de los rubíes que resaltaban como estrellas en una noche oscura, pero aquella piel era un lienzo en blanco y esas hebras tan negras eran la tinta más negra, que se mecían como perfectos hilos, como la caligrafía que enmarcaba la expresión que se volvía más cruel a cada paso. Aparto la mirada, enfocándose en el camino que ahora se encontraba desierto, los transeúntes ya no estaban, no había nadie que pudiera ayudarla y no había forma de correr, era inútil cualquier intento, porque inevitablemente sería atrapada.
Se sobresaltó de forma brusca al verse rodeada, soltando un chillido ensordecedor ante la figura que se alzaba a unos centímetros de ella, con una sonrisa cruel, depredadora, donde los colmillos brillaban bajo los jugosos belfos —Una ratoncita, que dulce ironía del destino— un fino, largo y puntiagudo dedo alzo su barbilla, tan elegante como mortal, la mezcla que definía la esencia de esa criatura.
No pudo contestar, estaba paralizada del miedo, sintiendo a su vez toda la excitación que le provocaba la grave voz femenina, autoritaria e inflexible, de cómo su toque era suficiente para trasmitirle tranquilidad, aun cuando su cabeza pulsaba y su cuerpo se estremecía en necesidad, una demanda dolorosa. Sus feromonas incontrolables flotaban, en peticiones desesperadas para la Alfa que sonreía maravillosa por la buena respuesta —Por favor— jadeo abalanzándose por su cuenta, frotándose sin pudor contra el cálido y fuerte cuerpo, percibiendo bajo la ropa leves curvas como una anatomía fibrosa, unos brazos firmes que la sostuvieron, dándole un descanso. —Alfa, tómeme.
—Por supuesto querida mía, no hay otra forma en la que se darían las cosas entre nosotras— decreto con toda la soberbia de su estatus. Sus esponjosas mejillas fueron apretadas con dulzura, aquella hermosa Alfa le dedico una mirada cargada de cariño, pero que extrañamente no la hacía sentir a gusto, por el contrario la asustaba, le recordaba que posiblemente se estaba entregando como aperitivo para la depredadora.
—¿Me va a comer?— pregunto en un hilo de voz, en susurros que se apagaban por los espasmos de su garganta, que amenazaba con volverse simples jadeos, de sollozos por la necesidad y el dolor.
—Claro que sí, una y otra vez, hasta que tu alma forme parte de la mía y nada nos vuelva a separar mi amor— La declaración fue sellada por la conexión de los belfos, donde los expertos tomaban todo de la tímida boca ajena, poseyéndola sin remordimiento, con todo el fulgor de su enfermizo y posesivo amor.
CONTINUARÁ
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Oυροβóρος /Yoonmin (Omegaverse) [+18]
Fanfiction[Yoonmin Fem +18] "Subir hasta tocar la cima del placer carnal, para caer en el cansancio de la mortalidad y volver a empezar. Es inútil que trates de escapar, ninguna acción interrumpirá el ciclo eterno de placer infinito al que te ha sometido Urób...