Sin fin

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Jimin estaba en algún punto entre el mundo real y el onírico, tambaleándose ligeramente, como sus caídos parpados, que parecían luchar por elevarse, débiles parpadeos, una noción del entorno débil. Todo se juntaba en el cansado estado de la mortal, que podía apenas percibir como un peso extra reptaba sobre ella, de manera peligrosa, ascendiendo para llegar más cerca. La chica de hebras castañas se removió en un vano intento de lucha. Intentaba analizar su alrededor, empujando la bruma del sueño.

No sabía qué clase de letargo cayo en ella, arrastrándola de la realidad. Lo que sea que serpenteaba por su cama era demasiado grande, trepando sobre su menudo cuerpo hasta volverse asfixiante. La presencia estaba demasiado cerca, respirando sobre su mejilla, provocando que su mente se agitara en pánico, tratando de gritarle a su cuerpo para que reaccionara de la misma manera. Sus labios se separaron para emitir algún chillido o grito que alertara a sus padres pero de inmediato otra boca acalló sus intentos, invadiéndola de forma posesiva.

Empezaba a sentir leves cosquilleos sobre su piel, al parecer estaba desnuda y quien se estaba imponiendo sobre ella era otra mujer, con un cuerpo frío y resbaladizo que se presionaba, creando una sensación de cosquilleo sobre sus senos, los cuales eran presionados contra los de la desconocida.

— ¿Dormiste bien ratoncita? — reconocía esa voz, por lo que el miedo se convirtió en sorpresa.

Al parecer las palabras fueron una clase de remedio para su letargo, ya podía abrir los ojos, era capaz de observar el rostro cincelado de su amada, la blancura de porcelana rodeada por finos hilos negros, que se cernían sobre la mortal como una prisión. Le gustaba observarla, verla resplandecer en su poderosa aura, aun cuando estuviera mal, le quitaba el aliento. Esa sonrisa maliciosa no le hacia justicia al dulce rostro que conoció hace siglos atrás. De Yoonji ya no quedaba nada, lo que no impedía que su toque la afectara.

—Me gustaría que hablaras más, y al mismo tiempo te prefiero callada— la Inmortal se sentó levemente sobre las caderas femeninas, recorriendo el torso desnudo a su disposición, deleitándose con los leves espasmos que reconocían su tacto, respondiendo a su deseo. La mirada semejante a un rubí, por el hermoso color rojo que brillaba con la naturalidad de una autentica gema, porque aquellos ojos ya no eran la ventana de su alma.

Jimin chillo al sentir la violencia con las que sus muñecas eran apretadas contra el colchón, inmovilizándola. Yoonji bajó sus labios hacia el largo y suave cuello, deslizando su lengua a lo largo, recogiendo el sabor de la piel perfumada. Podía sentir a su eterna amante suspirar, exponiendo más de la apetecible superficie, en un gesto sumiso que excito a la inmortal, que enterró sus colmillos encima de la glándula de la Omega. Está apretó sus manos entorno a las hebras negras, cerrando los ojos a la par que dejaba escapar un gemido agudo.

La Omega había sido marcada, las feromonas de su Alfa la rodearon como tantas veces, llevándola a perder completamente la noción de sí misma, empujándola a un caliente celo. Las frías manos de la inmortal acunaron sus senos, apretándolos con la totalidad de su gran mano, donde dos dedos se presionaron juntos sobre el botón rosáceo. Jimin soltó un suspiro ligero, donde sus caderas por instinto subieron, encontrándose con las de su amante, que en respuesta rio de forma oscura y cruel contra la afiebrada piel de la mortal.

—Eres tan perfecta porque me perteneces completamente— murmuro con la voz ronca de deseo, en un tono salvaje que no daba pie a objeciones. Jimin volvió a ser besada intensamente, la larga lengua acaricio la suya lentamente, mientras el cuerpo sobre ella se presionaba completamente, juntando el par de llanuras de carne. Torturando el pezón hasta dejarlo rojo y erecto entre sus dedos, Yoonji lo junto con el propio, creando una fricción entre los botones duros, en una caricia inesperadamente cálida y suave.

Oυροβóρος /Yoonmin (Omegaverse) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora