Ceguera

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• Me falta el oxígeno.

Huyo.

Soy perseguida, acosada.

No tengo descanso y tampoco lo tendré.

Estamos condenados. •





No lo noté. En qué momento. Me encontraba observando cuervos. A esta hora de la noche? Era fascinante. Ah, sí. Tal vez la evoqué... podría ser porque me encontraba sobre los rieles de un tren? Los rieles que no se encontraban ya en funcionamiento? Cómo ama ella los trenes. Los cuervos le fascinan. No, no sólo los cuervos. Las aves. Qué fue lo que dijo ella en cierta ocasión de las muchas ocasiones? Ah, sí. Amaba ver los pájaros, porque admiraba la libertad que tenían con respecto a su destino. Podían volar donde quisieran. Aterrizar, volar, explorar, y sobre todo... ser libres. Sí, libre. Lo que ella siempre anhelaba. Tanto. Con tantas ansías, que ese anhelo suyo tan predominante, lo podría sentir yo así fuera a kilómetros de distancia. Siempre tan lejos, tan inalcanzable. No porque no quisiese que entrase a totalidad en su alma tan sufrida, sino porque las situaciones complicaban más aún su desconfianza ante la esperanza. Un día le veías aquellos ojos grandes llenos de vida y emoción, y en un lapso de tiempo bastante corto y desconocido para mí su mirada estaba vacía. Muy vacía. Como si le hubiesen drenado todo el brillo que un ojo podría poseer. La vida en ellos. Muy vacía..., sí. Como aquél atardecer. Ése infernal atardecer que casi acaba no sólo conmigo. Tan... vacíos.

Ahora los míos lo estaban. Tal vez mi alma no..., tan cargada de tantos sentimientos contrariados. Sentimientos que ella enterró en mí. Mi cuerpo es ahora un sepulcro de aromas, pequeños reflejos de la capturadora de una cámara, y silencio. Recuerdos en medio de un silencio mortal. El silencio que ella implantó en mi mundo. No..., en el mundo. Porque quién no diría que ella es el mundo entero. El puro mundo, no el sucio destrozado actual. Esa esencia tan suya me robó todo. Y me ofreció todo. En especial miedo, el cual sembró muy bien en mí. Miedo a perderla en cualquier momento. Y vaya que lo hizo muy bien. Tal vez ni a propósito. No. No a propósito. Había tanto en ella. Demasiado, que no podrías a alcanzar a atisbar todo en un sólo momento, ni en mucho tiempo.

Sí... le fascinan los cuervos. Estoy seguro que aún la encantan. Estará volando tal vez también con una bandada. Y si hay cuervos a estas alturas de la noche cerca a los rieles de un tren fuera de servicio, entonces no hay por qué dudar de que también surquen el cielo millares de alas negras y sueños perdidos a estas alturas de la noche.

A lack of colour.Where stories live. Discover now