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Entre las sombras, en medio de un infierno, abrió sus relucientes ojos, se hallaba tirada en el suelo, el olor a azufre impregnaba el aire, se levantó lentamente, suspirando, analizando la situación, cuando estuvo totalmente de pie por su mente surgieron preguntas.

-¿Quién soy yo? ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado?

Preguntas que se respondieron solas en apenas un segundo, entre medio de respiraciones agitadas, suspiros y sollozos.

-Me llamo Catherine Hume, tengo diecisiete, estoy en mi hogar… o más bien en lo que queda… algo pasó… algo nos atacó, nuestra casa quedó dañada, se llevaron gente, entre ellos a mi familia, debo moverme, debo encontrarlos.

Avanzó entre las tinieblas lentamente, dejándose llevar por sus pasos temblorosos, observaba con atención lo que antes era la sala de su casa, una lágrima se escapó de uno de sus ojos, sabía lo que había ocurrido pero estaba paralizada por el miedo y su mente no funcionaba bien, siguió andando hasta que un rayo de sol que impactó con su mirada la hizo reaccionar, al levantar la vista pudo ver un agujero en el quemado techo, por el cual podía verse el naranjo y sangrante sol.

En ese momento la mayor parte del techo de la zona donde se encontraba anteriormente, colapsó desmoronándose contra el piso, esta repentina imagen sumada al fuerte sonido hizo que la joven retrocediera de un salto hasta la pared más cercana, soltando un grito.

Una vez calmados sus nervios se dio vuelta para ver donde se encontraba apoyada, la puerta de  su habitación y de sus hermanos, toda la zona de la cocina y el pasillo hasta el baño había quedado convertida a un montón de escombros, ahora solo quedaba una parte de la sala y las habitaciones que por suerte se encontraban intactas, sumida en la melancolía abrió la puerta y entró en la habitación, en ella se encontraban la litera de sus hermanos y al otro extremo su cama, se acercó a ella, pero solo para despedirse, sabía que a partir de ese momento habría un rotundo cambio en su vida, no sabía cuál ni por qué, pero lo habría, en eso vio su mesita de noche, donde se hallaba como siempre, su fiel compañero, su diario, lo tomó con delicadeza como si lo admirara, como si en él se hallara una parte de su ser. De la nada, un estruendo mezcla de sonido de helicóptero y ambulancia, la hizo salir de su trance.

-¡Mierd…!

Se asustó tanto que el diario se le cayó, se acostó en la cama unos segundos para tomar aire, se levantó, tomó el diario guardándolo en el bolsillo interno de su chaqueta, y salió de la habitación, sabía que debía moverse, luego miró la entrada de su casa y sin pensarlo dos veces se fue, la imagen que contempló a continuación hizo que se llevara las manos a la boca, arrodillándose en el suelo para no colapsar.

-Oh dios mío… ¿Por qué?

Todo su sector, ahora estaba vacío, con varias casas hechas añicos, algunas como la suya y otras peor, en algunas calles podían verse cuerpos de personas, en algunas partes había fuego, un fuego que luchaba para seguir vivo, pero lo que más la aterró fue a todos los “Mediadores” que andaban de un lado a otro revisando casas, usaban máquinas para levantar los escombros y limpiar todo, por otra parte seguían ahí los amenazantes “Halcones”, naves ligeras, rápidas, hasta algo pequeñas, pero cuentan con una gran potencia de fuego, son poco vistas, solo se usan cuando se requiere… de la fuerza bruta.

Era ahora o nunca, debía actuar o podría morir, se levantó y con todas sus fuerzas descendió por el camino empinado que conectaba su casa con la calle, iba a seguir corriendo pero escuchó algo, se dio vuelta, en su hogar uno de los aerodeslizadores recoge basura apareció apoderándose del perímetro, su compuerta se abrió, una enorme garra bajó y recogió los escombros del lugar, Catherine que ya no podía ver más, se dio la vuelta y continuó su camino, para no ser vista por los mediadores corrió lo más rápido que pudo, escabulléndose por las calles vacías.

La Sociedad del Corazón MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora