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Fui un completo idiota...

Y ahora Tamara paga la consecuencia de mis actos. Tendrán que hacerle una operación de vesícula, y me habían dicho que la fiebre había sido por una posible infección, lo cual podría complicar las cosas. Tenía miedo, mi hermana estuvo dos semanas con fiebre, y mucho antes con unos retorcijones raros, dolores, entre otras cosas.

Maddie no se alejaba de mi, la operación era costosa, entre treinta y cuarenta mil pesos.

- Vamos F, yo sé que tenés la plata, o al menos una parte, te juro que te voy a devolver hasta el último centavo, y si querés te doy más pero necesito la plata ahora! - corrían lágrimas por mis ojos, el obvio en una llamada no las veía pero mi tono de voz había cambiado y enseguida noto que esto era enserio.

- Perdón B, pero no puedo, no tengo esa suma, ni siquiera diez mil, acordate que la casa no fue barata, ¿Por qué no hablas con el jefe?

- Lo hice, no quiere darme la plata, Félix por favor, es por mi hermana

- Perdóname, te juro que te lo voy a compensar p-

Reventé el teléfono contra la pared, Maddie, la cual estaba cerca, pego un salto del susto que se tomó con el estallido del aparato. Rápidamente se me acerco y se me abalanzó abrazándome. Yo llorando sin parar ni note en ese instante que era Maddie, acostumbrado a este tipo de abrazos de parte de mi hermana me sorprendió.

- Tranquilo Brian, encontraremos una solución a esto. ¿Y si hablo yo con mi tío? - se veía tanta esperanza en sus ojos, lo cual me hacía llorar más, por que aún teniendo la mejor de las intenciones, no serviría.

- No lo lograrás. El jefe es así, y no cambiaría ni por su sobrina

- No podemos aceptar la realidad tal cual lo es, lo llamaré y verás que dirá que si

- Si dice que si yo cocino esta noche

- Trato - enseguida se fue al cuarto a hablar por teléfono con su tío. Yo me quedé sentado en el piso, en posición fetal aún llorando.

No funciono. Me quedaba sin opciones, y ya no tenía más tiempo, la operación estaba estimada para mañana y no tenía el dinero.

- Lo siento Brian, lo intente...

Me levanté de inmediato, ya no valia la pena llorar.

- Sólo me queda una última opción, pero no quería llegar tan lejos...

- ¿Qué se te ocurre?

No conteste. Sólo camine directo al auto, le pedí a Maddie que no me siguiera, era muy riesgoso meterla de por medio.

Unas horas conduciendo, no recordaba que el lugar estuviera tan alejado. Aun viviendo cerca de los límites de la ciudad, éste lugar se encontraba lejos en las afueras de capital.

En cuanto llegue los hombres en la entrada hicieron su trabajo: revisaron todo el auto, me hicieron bajar y me revisaron en busca de micrófonos. Eran brutos y tocaban zonas sensibles para mi gracias al trabajo. Me dejaron pasar.

A lo lejos de la entrada se veía la casa antigua, cualquiera pensaría que en las afueras no encontrás esto, pero al tipo le gusta la soledad. Tanto o más que a mi.

Deje el auto estacionado frente a la casa, baje y rápidamente fui hacia la entrada. Las persianas entreabiertas, la luz que se asomaba desde las rendijas, el humo que parecía salir de atrás del lugar y la típica música clásica retumbando en las paredes de madera indicaban que por lo menos él estaba en la casa. Toqué el timbre al lado de la puerta, la música se detuvo y se escucharon las quejas acercarse lentamente hacia la puerta.

- ¡¿Quién es y por qué interrumpen mi siesta?!

- Soy B, ¿puedo pasar?

Abrió la puerta: un hombre alto, pelinegro y delgado, con un aspecto de recién levantado y cara de pocos amigos, más bien conocido por sus servicios de sicario, traficante y secuestros. Mi última opción, y la que menos me gustaba en ese momento.

- ¿Brian? Que agradable sorpresa, ¿Que te trae por aquí?

- Necesito un favor, mas bien dicho necesito dinero.

- ¿Cuánto?

- 30.

- ¿Millones?

- Mil.

- No es mucho, pero ya me conoces...

- ¿Qué debo hacer?

- Un trabajo sucio, te pasaré la información mañana.

- ¿Y el dinero?

- Ya mismo lo depositaré en tu cuenta.

- Gracias.

- Mas te vale cumplir, porque me enteré que tenes algo valioso y útil.

- Cumpliré

Tiene mi palabra señor...

Causas Del HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora