U N O

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Capítulo 1.

Alessia.

Desperté antes de que la alarma de mi celular sonara. Abrí los ojos lentamente. Eran las 6:11AM. En un poco menos de media hora me tocaría despertarme así que desactivé la alarma y caminé hacía el baño, me ví en el espejo y me sorprendí al ver mi reflejo, tenía dos días despertando a esta hora y cuando me veo en el espejo mi rostro parece salido de una revista.

Si de una revista.

Una revista de zombies.

Tengo bolsas en los ojos y ojeras moradas.

Siempre he sido un poco despreocupada por mi apariencia, no soy de ese tipo de chicas que pasan horas arreglando sus cabellos, uñas y maquillaje, utilizan ropa de marca y hablan como todas unas princesitas de Inglaterra.
Al contrario, me maquillo muy naturalmente, lo básico.

Mis atuendos son de puro cuero o cuerina, botas, jeans ajustados o shorts y blusas cortas o muy largas y mucho pero mucho negro o vinotinto. Si, se lo que están pensando, mis atuendos son muy poco femeninos, ahí es donde vengo a aclarar que amo los jeans y las mallas; creo que no hay forma de que utilice vestidos.

Salgo del baño, me visto y bajo las escaleras para tomar el desayuno. Cuando bajo veo a mi madre estallando de alegría y el olor a vainilla impregna mis fosas nasales.
Mamá está cantando una canción que no recuerdo el nombre de 'The Beatles'. Me siento en el comedor y veo hotcakes en el plato acompañado de jugo de naranja.

–Los hice especialmente para tí.–Dice mamá con una sonrisa acercándose a mí.– Feliz cumpleaños.

Mierda.

Hoy es mi cumpleaños número dieciocho.

Al fin.

Lo que significa que todo el mundo va a acercarse con una grandísima falsedad de mierda a felicitarme. Mamá seguramente invitará a todos nuestros familiares y querrá hacer una fiesta en la que todo el tiempo me la pasaré encerrada en mi habitación.

–Gracias– Le sonreí falsamente.

–Apaga la velita y pide un deseo, hija– observo la vela que está en uno de los hotcakes, ni me dí cuenta de que eso estaba ahí.– La apagó por cortesía y saco la vela, que está siendo de gran estorbo para mí degustación.

Cuando termino de comer, salgo de la casa y voy en busca de mi motocicleta. Inspiro el aire fresco, cada vez que estoy en cualquier lugar de la casa que no es mi habitación puedo recordar lo mucho que odio el olor a vainilla.

Vivir con mi progenitora no es para nada lindo, pero después de un tiempo te acostumbras. Llegó un momento en el que dejé de prestarle atención, solo hago asentimientos con la cabeza o trato de ignorarla lo más que puedo.

Hoy cumplo la mayoría de edad, tengo algo de dinero ahorrado, gracias a mis regalos de cumpleaños y a las ganancias de mi trabajo de medio tiempo. Mi plan es buscar un lugar donde vivir, estoy harta de vivir con ella y no necesito a nadie para que me saque de donde yo misma puedo salir, así que voy a independizarme apenas me gradue de la secundaria.

Al llegar a la secundaria donde estudio, estaciono mi motocicleta y retiro mi casco. Cuando entro a las instalaciones puedo ver qué todo el mundo me abre espacio hacia el horizonte, dónde veo a mi querido "novio" Con un ramo de rosas rojas.

Patético.

Finjo una sonrisa y llegó hasta donde se encuentra de pie. El me abraza y me da un beso en mi mejilla derecha.

–Feliz cumpleaños, amor.– Me deja admirar sus dientes perfectos y me extiende el ramo.

Puedo escuchar a las perras gruñir y a las patéticas chiquillas cursis suspirar.

¿Y Si El Plan Falla?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora