Decidí guardar los besos de aquel verano dentro mío,
por si al llegar el invierno la falta de tu risa me provocaba frío.
Decidí dejar de escribir tu nombre en mi ventana empañada los días de tormenta.
No dejé que me afectara el hecho de que ya no podría oír tus latidos al acurrucarme en tu pecho para esconderme de mis miedos.
No olvidé los días en la costa de aquel agosto, jugando en la orilla,
con los pies descalzos,
y tus labios,
tus labios que sabían a sal.
Y tus palabras,
palabras que sonaban a alegría.
Pero ahora busco esa magia en tus ojos, y por mucho que me esfuerzo no la encuentro.
Ese brillo en tu mirada al decirme que yo era tu todo,
se ha apagado.
Has cambiado.
Pero, ¿sabes?
Yo también.
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101 poemas de amor
PoesíaNo siempre es fácil olvidar a alguien que pasa por tu vida y deja huella. Y no hablo de una huella superficial, de esas que se olvidan. No hablo de la huella que dejan las yemas de sus dedos sobre tu piel. Hablo de algo más, de una huella que se que...
