Se acercó lentamente a la barra, moviendo exageradamente las caderas al ritmo de la música, teniendo cuidado con cada paso de no torcerse el tobillo con esos tacones que estaban haciendo de su caminata un infierno. Sentía todas las miradas sobre ella mientras bailaba cerca de la barra metálica, intentaba no hacer contacto visual con los babosos que se sentaban cerca, pero no podía evitarlo así que puso su mejor sonrisa y les guiñó un ojo. Cuando la música rompió, ella se subió con un movimiento rápido y enredó sus piernas en la fría barra, odiaba que la viesen bailar aunque tampoco es que tuviese muchas otras opciones
Al bajar del escenario se sentó en las pequeñas escaleras y se quitó los malditos tacones, tenían demasiada plataforma para su gusto, pero también tenía demasiada poca ropa puesta; en definitiva, todo era un asco. Se dirigió a la barra descalza como solía hacer tras una actuación, mirando nerviosa que su jefe no le pillase, le dijo a Kevin que le trajese lo de siempre y contempló la sala como era costumbre. Las paredes mostaza le parecían lo más hortera que había visto, pero nadie se daría cuenta del color debido a las luces de colores varios que había alumbrando toda la sala, aunque tampoco se fijarían en las paredes teniendo alrededor a chicas prácticamente desnudas y otras bailando sólo para ellos. Le asqueaba todo lo relacionado con ese lugar, menos el alcohol.
De pronto salió un chico de más o menos su edad de la zona de salas privadas, Violet le miró de arriba hacia abajo y cuando sus ojos se encontraron hizo un gesto de notable desagrado, se giró hacia Kevin y entablaron una conversación sobre el cumpleaños de Amanda. No podía evitar sentirse observada, cosa que comenzaba a incomodarla, cuando echó un vistazo rápido por la sala esperando que no fuese su jefe el observador se fijó en que era el mismo chico de antes. Vivi le observó de nuevo, le llamaba bastante la atención por su actitud, el joven estaba tirado de mala manera en uno de los sillones con su mano izquierda en el trasero de una de sus compañeras, en la otra mano sujetaba una copa, probablemente alcohol y no precisamente barato. De nuevo, sus miradas se cruzaron y él esbozó una sonrisa pícara, de manera burlona como si estuviese tan seguro de sí mismo que sabía que podía conquistarla.
—Puto asco.
Violet escupió las palabras, casi como si soltase veneno, Kevin soltó una carcajada y miró tras ella, extrañada se dio la vuelta de nuevo y para su sorpresa era su jefe.
—L-lo siento mucho, JD, tenía que tomarme un descanso. ¡Esos tacones eran demasiado altos! Joder, ya vuelvo al trabajo, lo juro.
—Vi, No jures, no vengo a darte la vara. Ha venido un cliente con mucha pasta y quiero que hagas todo lo que sea necesario para satisfacerle. ¿Entiendes?
Asintió sumisamente, mareada por lo que acababa de escuchar. Muy pocas veces su jefe le pedía que se acostase con clientes y realmente le resultaba, no sólo asqueroso, si no innecesario. Era algo así como exclusiva en el local, ya que su jefe odia compartir y ella es su juguete personal y más preciado. JD se alejó con paso firme, Violet se tomó un momento para terminar su bebida alcohólica y ponerse en marcha hacia el cliente, qué fastidio y eso que pensaba que esta noche sería tranquila. El chico observaba cada paso que ella daba en su dirección, notablemente agradado por ello, demasiado para su gusto.
—Bienvenido a Holly's palace, señor...—calló esperando la respuesta del chico, esperando que no quisiese hacer mucho más que pedirle algún baile.
—Watson, Timothy Watson. —sonrió de nuevo con esa sonrisa de altanería.
—Asqueroso. —susurró esperando que no le oyese.
Tim soltó una sonora carcajada, le agarró del brazo y la atrajo hasta él, sus caras se encontraban más cerca de lo que a ella le gustaría, él seguía sonriendo de esa odiosa manera.
—Me gustas.
—Pues tú a mí no.
Era feo, tenía una nariz grande y aguileña, el pelo oscuro y corto, barba desarreglada y la cara ovalada. Sus ojos eran grandes, redondos y negros cual carbón, sentía como si a esa distancia pudiese verle el alma. De un movimiento rápido se zafó de su agarre y continuó con el papel de ser buena en su trabajo, pidiéndole que la acompañase a una habitación privada, él sacó su billetera.
— ¿Qué coño haces? —se podía notar el disgusto en su voz, estaba perdiendo su valioso tiempo con un imbécil.
Le extendió un billete, con una cantidad bastante alta en él, se levantó con una cajetilla de cigarrillos en la mano y se marchó sonriendo con altanería, dejándola atrás con el billete en la mano. Vivi corrió tras él y cruzó la puerta principal, estaba lloviendo y hacía demasiado frío para la poca ropa que llevaba, pero le vio cruzando la esquina.
— ¡Eh! —el chico se paró en seco, pero no la miró— Dame uno de esos al menos ¿no? Que tío más desagradable.
Tim se acercó quitándose la chaqueta, se la puso encima, le extendió un cigarro y se marchó con uno en la boca. Ésta vez no tenía esa expresión de chulo de playa, cosa que agradeció. En ese mismo momento salió Rachel del puticlub encendiéndose un cigarro, le ofreció fuego y miró en la misma dirección que la peli morada.
— ¿Quién ostias era ese pavo? Daba mal rollo tía.
—Joder, ojalá lo supiera. —dijo enseñándole el billete a su compañera.