Era el día de su boda, nada podría arruinar la felicidad que sentía en ese momento, estaba vestida de blanco caminando hacia el altar; todas las miradas se posaron sobre la preciosa novia, era el momento perfecto con la música nupcial sonando de fondo y sus seres más queridos apoyándola. Llegó ante lo que se iba a convertir en el hombre de su vida cuando de pronto se dio cuenta de que algo iba mal, el ambiente cambió rápidamente de atmósfera sintiéndose pesado y asfixiante, Liz se miró las manos: estaban llenas de sangre, tenía cortes y moratones por todas partes. Comenzó a sentirse cada vez más asustada y nerviosa, sentía la ansiedad oprimiéndole fuertemente el pecho. Su vestido de novia estaba completamente rasgado y destrozado, los invitados estaban muertos sobre sus asientos, sin párpados y con sonrisas dibujadas en su carne que sangraban, estaban mirando hacia ella. Miró hacia el hombre con el que iba a casarse y para su horror y sorpresa, era él; su pelo negro cual carbón, sus ojos sin vida mirándola fijamente, su boca llena de sangre y las enormes cicatrices en sus mejillas, no había ninguna duda.
Jeff se acercó peligrosamente hacia ella, que había quedado paralizada por el miedo, con un movimiento firme le agarró de la cintura con una mano y con la otra le puso un cuchillo en el cuello, relamiéndose mientras lo hacía. Era tan enfermizo, una locura total, allí estaba sujetándola contra el filo del arma y deseándola tanto muerta como desnuda, Jeff acercó su boca a la de ella y Liz puso sus manos en el pecho de él intentando reunir coraje y fuerza para empujarle lejos, pero sin éxito.
—AAAAAAAAAAHHHHHHHH.
Agitada, Liz despertó de golpe empapada en sudor y temblando del miedo, había sido una pesadilla. Comenzó a llorar desesperadamente, agarrándose del pelo llegando a clavarse las uñas, pero no sentía dolor físico alguno.
«Shhh, no llores pequeña.
Tranquila, todo saldrá bien.
No seas mocosa, solo fue un mal sueño. Llorica. »
Sentía la presión en el pecho oprimiendo sus pulmones, el dolor desgarrando su alma, le dolía la cabeza. Se sentó en el borde de la cama aún sollozando, miró en la oscuridad de su habitación organizando un poco sus ideas mentalmente, tenía que beber agua.
En el espejo del baño había un mensaje escrito con lo que parecía ser sangre, en el lavabo había gotas de sangre y el grifo estaba abierto. Liz estaba tan cansada que ni siquiera se asustó, solamente recogió la sangre del lavabo, bebió agua, cerró el grifo y se quedó mirando fijamente el mensaje «Go to sleep». Por esta vez le haría caso a Jeff y se iría a dormir, no sin antes emborronar el espejo con la sangre para que nadie leyese lo que había puesto ese loco.
Volvió a la cama y allí estaba él, recostado sobre sus sábanas con una postura relajada, la miraba fijamente con una expresión de burla en su cara.
—No tienes ni idea de cuánto te odio, estás tumbado en mi lado de la cama.
Jeff soltó una carcajada y le hizo señas para que durmiera a su lado, ella obedeció aunque no le hiciese gracia la idea.
—Esa bata de enferma te queda bastante mal, ¿sabías?
Liz no respondió, tan solo se recostó mirando a otro lado, pero a su acompañante no le hizo ninguna gracia y rápidamente la movió quedando boca arriba, se sentó sobre ella y le agarró el cuello con fuerza. La chica comenzó a arañarle las manos, odiaba que la agarrasen del cuello.
—A mí no te atrevas a ignorarme. Nunca. —apretó con más fuerza, viendo con satisfacción la cara de horror puro de ella, sintiendo las pulsaciones bajo sus manos y el intento de coger una bocanada de aire— mierda, me vas a excitar si sigues con esa expresión en tu cara.
Liz comenzó a llorar de nuevo, se estaba quedando sin fuerzas para intentar zafarse, pero no se rendía en su torpe intento de arañarle las manos hasta que consiguió hacerle sangre. El atacante retiró con dolor la mano arañada y con furia agarró las manos de la chica sujetándoselas con fuerza sobre su cabeza, sin soltar su delgado cuello. Jeff acercó su cara al cuello de Liz y respiró hondo, luego subió a su oreja y le susurró:
—Ahora me has cabreado, así que voy a tener que castigarte. —dejó escapar una leve risilla maniática para apretar un poco más su cuello, luego lo soltó y contempló las marcas de sus dedos en la blanca piel de la joven. Se sentía satisfecho.
(Esto es parte de Broken, que estoy reescribiéndola, pero si queréis leer el original está en mi otra cuenta :3)
P.D: En broken cambié a Jeff por Bruce, pero creo que voy a volver a cambiarlo por Jeff, idk what to do :(