"¡Ahoy, piratas!"

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Era un día más navegando sobre agua salada, el sol brillaba como de costumbre, acompañado de una brisa que, envés de refrescar, daba más calor. Apenas eran las doce del medio día y la capitana del Nao Victoria, no se disponía a salir de su habitación. ¿Será que estará planeando la siguiente conquista de alguna tierra? O simplemente se habrá...

—¡Capitana! —un muchacho, tripulante en la parte de la popa, interrumpió en su habitación—. ¡Debe despertar, creo que acabamos de encontrar algo que le interesará! —culminó con una voz chillante.

... Como se era de esperar, ella aún seguía en un profundo sueño.

—¿Tan importante es? —preguntó mientras se estiraba en la cama dando un largo bostezo—. Ahora mismo estoy en un compromiso con la cama y yo —se volvió acostar poniendo la sabana en su cara evitando ver la luz que traspasaba por la escotilla.

—¡Capitana! —un chico rubio, con la cara un poco quemada gracias a los rayos del sol y dado a la poca importancia que le daban a ésta y mas que debe soportarlos día tras día mientras navega, interrumpió a su superior en lo que concordaba con su "compromiso"—. Disculpe que la moleste, pero ahora mismo, varios de la tripulación creen ver visto algo en unas cuevas no tan lejanas de nuestra ubicación.

La capitana, al escuchar tales palabras, se levantó rápidamente y se puso una manta encima para salir a ver que era lo que sucedía.

—Más vale que sea algo bueno, Nathaniel.

—Sabemos que es algo que ha estado esperando ver desde hace mucho. —dijo él de manera determinante. Ya que hace mucho que navegaban y no han visto tierra recientemente.

Esté les hizo una señal a los de la copa para dejar subir a su líder y poder enseñarles el reciente hallazgo.

—Mire, capitana. Allá, cerca de esas rocas escondidas. —dijo el joven, encargado de vigilar desde arriba, con orgullo sabiendo el satisfactorio trabajo que acababa de realizar.

—Es perfecto. Señor Ruben, haré que le den una mejor paga por este descubrimiento.

—E-Es Roger, mi señora. —dijo él un poco tímido.

—No me hagas arrepentirme de lo que te acabó de decir.

—¡No, mi señora! Gracias por su petición —saludó con la mano en la frente y luego, siguió con su trabajo.

—Nathaniel —ella hizo un gesto con su mano llamándolo para que se le acercará—, ya que sabes lo que quiero, llevame ahí.

—A sus ordenes, Capitana Kim —él se volteó hacía el que dirigía el barco en ese momento—. ¡Ya oyeron sus ordenes; hacía esas cuevas!

Ella se sentó dentro de su camarote sirviéndose una copa de vino gran reserva.

—No deberías de beber en estos momentos. —dijo su ayudante, mano derecha, segundo al mando y más que nada, compañero y amigo desde hace mucho; poniendo su mano en la botella evitando que ella se sirviera.

—¿Ah sí? ¿Y me dirás que un buen hallazgo no merece celebración?

—No he dicho nada de eso, pero me parece que quieres celebrar antes de tiempo. Recuerda que necesitamos a la fuerte Kim que nos guíe hasta el destino que todos esperamos. Uno lleno de riquezas, buena vida y no menos, pero si importante, el reconocimiento que tendremos al ser los primeros en conseguir a este "bacalao" —con "bacalao" se refería a su premio mayor.

—Me parece que estás pasando mucho en las nubes, pequeño criado. —dijo ella haciendo una mueca con sus labios y desordenando el cabello del chico.

¡Ahoy, piratas!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora