╺VIII. DESPEDIDAS (II)

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  ⌜CHAPTER EIGHT⌟  

  ❝GOODBYES (II)❞  

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  ❝GOODBYES (II)❞  

Peter Parker P.O.V

Estaba entrado en pánico, eso era lo más seguro. Necesitaba huir de allí, no quería estar frente a la chica que más quería en toda mi vida. No podía ver el dolor que sus bellos ojos reflejaban, el cual también estaba en mi corazón; el que acaba de recibir una de las puñaladas más profundas.

—No tienes que irte—repetí tras su silencio—. Si le pides a tu abuela que te permita vivir con ella por un tiempo, ella aceptará. Solo debes hablar con tu madre y convencerla, tú puedes hacerlo, Harper.

—No es tan sencillo—contestó pasando una mano por su frente, afligida. Sentía que me estaba ocultando algo por la forma en la que evitaba mi mirada.

—Podemos encontrar una solución.

—Hay problemas que no tienen solución, sólo debemos dejar que la vida tome su camino y...

Y si te digo mi nombre, ¿te quedarías si te confieso quién soy realmente?

Ella suspiró.

¿Qué me garantiza que me dejarás estar contigo? Te conozco, Spider-Man, sé que todo cambiará porque crearás distancia entre nosotros para mantenerme a salvo—dijo haciendo una pausa, aparentemente pensando antes de acabar—. Así que antes de causarnos más dolor, prefiero marcharme.

El impacto que me dio sus palabras, me hicieron dar dos pasos atrás, como si una fuerza invisible me hubiese empujado.

No me lo creía del todo, debía admitirlo. Había hablado con tal facilidad, que parecía una mentira la cual había planeado desde días anteriores. La manera en que se ponía el cabello tras las orejas, delataba la falta de certeza.

—Mientes—concluí dolido, asintiendo con lentitud.

Harper abrió sus labios, con intenciones de continuar con aquella mentira. Sin embargo, se arrepintió al verme optar una posición que demostraba mi firmeza ante mi teoría.

—Estoy asustada—confesó, provocado que unas lágrimas se resbalaran por sus mejillas—. El otro día, en Alemania, estuve por buscar a una pantera, olvidando que no estarías para salvarme.

—Pero sí estuve allí—repliqué.

—¿Y si no me hubieses seguido?—replicó ella de vuelta—Estoy perdiendo el control de mí misma, y no está para nada bien. Me desconecto de la realidad y de pronto me encuentro apunto de lanzarme por un acantilado y ni siquiera me habías pasado por la cabeza. ¡No lo estaba haciendo por ti!

—¿Cuando sucedió eso?—pregunté con total sorpresa.

—Eso no importa—musitó bajando la cabeza—. El punto es que, por más que quiera, no me puedo quedar. —Se detuvo soltando un suspiro—. Necesito poner distancia entre ti, este lugar y yo. Quizá en un país diferente, con personas que no conozco y que por donde mire, no reconozca nada, podré tener control y no buscaré el peligro.

Sus palabras tenían sentido, al menos para mí. Harper estaba volviéndose loca, en resumen, pues era muy diferente buscar una manera con la pudiese verme, que ponerse a la orilla de un acantilado con su cerebro desconectado.

—¿Tienes presente el dolor que me estás provocando?—cuestioné siendo sincero, con un gran nudo en mi garganta—Eres mi vida, Harper, y al marcharte ni podré respirar. Pensar en ti es el motivo por el cual me levanto cada día, ¿cómo sobreviviré sin ver tu sonrisa?

Ella avanzó, mientras se secaba las lágrima con sus manos, hasta que la puntas de sus zapatos tocó mis pies. La cercanía era tan increíble, que ni un alfiler podría interponerse.

—Te levantarás cada mañana, con mucha fuerza y resplandor, sabiendo que tienes un propósito. —Levantó su mano como lo había hecho la última vez que la vi, poniéndola justo en mi mejilla—. Debes seguir adelante por ti, por nadie más, y dejar a todos con la boca cerrada. Cursarás tu último año en la escuela pateando traseros, y aplastando a Flash, demostrando de lo que eres capaz. Sal de esa cueva, de la cual sólo te atreves a dejar cuando tienes el traje puesto, y enséñale al mundo tu luz.

—Promete que volverás. —Fue lo único que mis labios pudieron articular, esperando la mejor respuesta.

Sin embargo, en lugar de eso, llevó sus manos a mi cuello, tomando entre sus dedos el doblez que tenía la máscara. Después de acariciarlo brevemente, y sin pedir permiso, lo subió. Sus movimientos eran cruelmente lentos, como si quisiera hacerme sufrir de la ansiedad. La máscara rozó mis labios, así como sus dedos de los cuales recibía su tacto por primera vez, hasta que llegó a la punta de mi nariz.

Llevando una de sus manos hacia mi nuca, acarició el cabello que se escapaba, probablemente más que despeinado. Su dulce y armoniosa risa, viajó desde sus delgados labios hasta mis oídos medio tapados por la máscara.

—Eres castaño—comentó, mientras sus risa se convertía en un doloroso sollozo.

Y la besé.

Con sólo rozar sus labios, me bastó para calmar la angustia que tenía en mi corazón, abriendo paso a los latidos acelerados por el placer de poder, al fin, tocar los labios que tanto había deseado. Una de las conexiones más grandes, y sinceras, que podían tener dos almas que sólo anhelaban recibir con la misma dedicación que entregaban su amor.

Un leve chasquido fue provocando en cuanto nuestros labios se separaron. La mirada de Harper subió en dirección al cielo, de donde provenían los truenos que, lo más seguro, ni me había enterado hasta que ella rompió nuestro contacto visual.

—Debo irme—murmuró.

No tuve palabras para quejarme, replicar o detenerla. Ella se alejaría y yo lo único que había hecho, fue besarla como si mi vida dependiera de ello, como si aquello fuese a cambiar su pensar. Ni la había tomado del brazo, no me había puesto frente a ella con firmeza, ni había suplicado.

Quizá me arrepentiría por dejarla ir, así, sin más. Tal vez me reclamaría a mí mismo cada día por no seguir insistiendo en buscar una solución. Lo más seguro, sería que no volvería a ser el mismo después de que ella viajara a Alemania.

—Te quiero, mi chica en apuros.

Harper se detuvo en seco, no obstante, la castaña no se giró.

—Te quiero, mi chico enmascarado.

Se puso la capucha, en un intento de evitar las gotas de lluvia que comenzaban a caer con fuerza. Su cuerpo se comenzó a hacer pequeño conforme se alejaba, hasta que salió del callejón, doblando hacia la izquierda, desapareciendo de mi vista por última vez.

—Soy Peter... Parker—musité, dejando que mis palabras se quedaran en la soledad—. Y nunca dejaré de quererte.

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KEEPING THE SECRET | Short Spider-Man StoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora