Segunda luna: la noticia

1K 62 9
                                    

POV Flor

Sí. Podría jurar que de faltar más tiempo hubiese hecho un surco en el suelo. "Mi amor, vení, sentate conmigo" me pidió ella viéndome tan inquieta.

¿Y cómo se hacía? ¿Cómo calmarme ante esta situación?

Daba igual el resultado a esta altura.
Lo que nos diría ese test era el resultado de un intento.

Éramos ella y yo. Y nadie más. Porque a pesar de ser ahora una familia de cuatro, seguíamos teniendo esos momentos solo nuestros.

Allí, a unos metros de donde estábamos nosotras, estaban nuestras hijas que desconocían lo que sucedía acá.

Una Violeta pre adolescente que dejaba de lado su madurez repentina para vivir a pleno su edad.
Ya habíamos hasta tenido nuestra primer discusión. ¡Y qué carácter tiene! Y es que traer una nota por malas contestaciones la primer semana de clases no me pareció digno de pasar por alto.
Y por primera vez cumplí un rol que no conocía. Y que me sentaba bien. Porque más allá de dolerme tener que poner un límite, sentía que la protegía. Y que era un límite que ella pedía.
Después nos abrazamos y me lo agradeció. Y fue ahí que sentí que algo estaba haciendo bien.

"¿Ya estará?" Me volvió de mis pensamientos. Ella también estaba impaciente. "No, mi amor. Faltan pocos minutos."

Tan hermanas y tan distintas. Meli es el combustible de la casa. Llegó para completar los silencios y los pocos espacios sin color que quedaban.
Meli, a diferencia de su hermana, no añoraba. No lo hacía porque nunca lo tuvo. Y empezaba a descubrir todo un mundo nuevo para ella. Dos madres a su entera disposición. Dos madres a quienes corría a abrazar y besar en cada oportunidad, pidiendo silenciosamente que nos quedemos en su vida.
Y no hay nada que queramos más que cumplir sus deseos.

"Ya está. Vamos a ver el resultado".
Esas palabras me clavaron al suelo.
"No puedo" le respondí y ella me miró extrañada y con una leve sonrisa.
"¿Qué cosa no podés?"
"Ir. Saber. Enterarme" tiré sin medir el impacto.
Y ella me miró apenada "¿te arrepentís?"
Nada más lejos de la realidad. "¿Y si lo hago mal? ¿Y si no estamos preparadas?"
Nos miramos. Estábamos sintiendo lo mismo.
Nos agarramos las manos.
"Tenemos dos hermosas razones que nos demuestran a diario que estamos preparadas."

Suspiré. Fuimos de la mano, juntas. Callamos. Nos miramos.
No sé quién comenzó a llorar primero. En un movimiento rápido, ella tomó el test y lo tapó con su mano sin que ninguna de las dos pudiera ver el resultado. Me miró a los ojos y me dijo "mi amor. No importa el resultado que dé. Lo importante es que estamos juntas. Que fue una decisión tomada con amor. Nos van a salir muchas cosas mal, eso es seguro. Pero nadie nos enseñó a ser mamás y yo estoy dispuesta a seguir aprendiendo. Con vos al lado mío." Esas fueron las palabras que necesitaba para tomar fuerzas. Le apreté más fuerte la mano que aún me sujetaba, y ella miró primero el resultado.
"¿Y? ¿Qué dice?" Le pregunté impaciente. Ella mantuvo un semblante serio, mirando para abajo. Acaricié su mano y le dije "Lo sabía. Bueno, quizás... podamos seguir probando". Se me comenzó a hacer un nudo en la garganta y todo ese miedo que había sentido se desvanecía. Ahora lo reemplazaba un sentimiento de tristeza. ¿Cómo momentos atrás había dudado de esto? La miré a ella, quien seguía con la vista hacia abajo, quizás pensando lo mismo que yo. Tuve la necesidad de abrazarla y hacerle sentir que podíamos seguir intentando.
"No nos abracemos muy fuerte porque lo podemos aplastar, es muy chiquito". Me separé del abrazo y la miré confundida. Ella me sonrió y siguió "¿Ahora no te sentís más segura de lo que querés?". Me hubiese enojado por mentirme, pero tenía razón. Esos segundos en los que creí que no había funcionado, sentí un vacío enorme. Y ahora se volvía a llenar.
Me abalancé hacia su cuello para abrazarla y besarla con todo el amor que tenía. "Me asustaste" le solté. "Lo sé. Perdón. Pero me pareció que era una buena idea. Además quería ver tu cara de sorpresa" me respondió sonriendo.
Nos acostamos en la cama abrazadas a contemplar el techo. Mantuvimos el silencio durante varios minutos. Ninguna de las dos caía en la cuenta que ahora en esa cama éramos tres. Ninguna caía en que nuestra vida cambiaría nuevamente. Pero no había problema, para eso había tiempo.

Sos todo lo lindo de este mundo  - FlozminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora