Capítulo 2

62 1 0
                                    

CAPÍTULO 2: Despertar

Desperté. ¿Dónde estaba? No lo sabía, el salón en el que me encontraba era desconocido para mí. No podía recordar nada y sentía un escozor muy molesto en la garganta.

Realmente estaba empezando a asustarme. ¿Me habían secuestrado? ¿Había perdido parte de mi memoria?

Decidí buscar alguna pista y examinar la casa en busca de mis padres, Héctor o alguien que pudiera explicarme lo que hacía allí. Pero justo en ese momento mi primo Sergio entró y al ver sus ojos rojos como la sangre que se clavaban en los míos los recuerdos de la noche de mi cumpleaños volvieron a mi cabeza. ¡Era un vampiro y me había mordido!

Corrí en busca de un espejo para mirar mis ojos, para mi suerte había uno colgado allí mismo. En seguida pude descubrir unos ojos igual de rojos que los suyos, yo también era una vampira.

−¡Maldito seas, me las pagarás! –grité antes de lanzarme a él dispuesta a morderle y matarle si era necesario.

No pude hacerlo, el tío Alfonso me detuvo.

−¡Lucia, no! Sergio lárgate.

−¿Y qué pasa si no quiero? –dijo enfadado pero desafiante.

Yo traté de deshacerme de los brazos de Alfonso que seguían sujetándome para seguir peleando con él. Pero no lograba hacerlo.

−¡Serás caprichoso, niño! –le gritó Beatriz, la esposa de mi tío, a Sergio.

 −Alexandra acompáñame a la cabaña. Lucia y Sergio no pueden estar juntos.

La aludida asintió y el tío Alfonso me cogió en brazos. Salimos de la casa oculta por el enorme bosque que la rodeaba. Comenzaron a correr demasiado rápido para ser humanos aunque no tenían los ojos rojos como Sergio. Atravesaron una gran parte del bosque aun que en muy poco tiempo, mientras todo esto pasaba mi garganta se cargaba más y más de ardor y dolor.

Antes de que pudiera darme cuenta estábamos frente a la cabaña que por fuera parecía estar abandonada, pero por dentro era todo un lujo: Era más espaciosa de lo que pensaba y estaba muy bien decorada. Incluso tenía distintas habitaciones.

Era como una de esas casitas de ricos que alguien como yo solo podría ver en televisión.

El tío Alfonso se sentó en una de las blancas sillas que había alrededor de una mesita redonda y me invitó a hacer lo mismo. Yo aun estaba confundida y asustada, aun no era capaz de asimilar que era una vampira.

−¿Cómo te encuentras Lucia? −Me preguntó.

Intenté responderle pero no me salía la voz, la garganta me escocía cada vez más y me ardía dolorosamente.  Con gestos le hice entender lo que me ocurría.

−Alexandra, por favor, trae una jarra.

¿Una jarra de qué? Me pregunté. No debería habérmelo preguntado, ni haberme sorprendido al ver lo que era. Obviamente era sangre.

Los ojos se me abrieron cómo platos. ¿Sería sangre humana? La idea me horrorizaba.

El tío Alfonso y Alexandra me miraron confusos.

−¿No quieres? –preguntó ella.

Yo negué con la cabeza aterrada.

−Pero Lucia, tienes que beber –dijo el tío Alfonso –si no te quemarás la garganta y no sobrevivirás.

No podía creer lo que estaba pasando ni que pudiera beber sangre. Seguí negando con la cabeza.

−Papá tiene miedo –dijo Alexandra y yo asentí –tranquila Lucia, yo también me asusté cuando me transformé en vampira pero esto no es sangre humana no te preocupes.

Estrella RojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora