You Belong to Me

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Summary: —Oh can't you see, you belong to me? —el joven se estremece. Siente su garganta cerrarse y su corazón apretarse. Eso es aterrador y electrizante, la clara demarcación de propiedad y la obvia dedicatoria le hacen temblar, un repentino sudor frío se desliza por su espalda y pasa saliva.  


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You Belong to Me

Cada vez que respires y cada movimiento que hagas

Cada lazo que rompas, cada paso que des...

Estaré observándote.

¿Oh, no puedes ver que me perteneces?

Cada movimiento que haga, cada paso que des.

Estaré observándote.

Every Breath You Take –The Police, Cover by Chase Holfelder

El clima fuera es frío, digno de un día de invierno como ese. Pero dentro del bar del hotel GF el clima es perfecto. Las luces bajas, la calidez del ambiente, las bebidas y las risas que son casi cuchicheos. El joven bar-tender mira a los clientes mientras prepara algunas bebidas. Sus ojos castaños no pierden de vista ningún gesto, más por aburrimiento que por verdadero interés. Cuando estaban cerca de navidad el bar parecía llenarse y eso hacia feliz a su jefe.

Suspira con suavidad y coloca las bebidas que estaba preparando en una bandeja que la joven mesera casi idéntica a él alza mientras le sonríe. Le devuelve la sonrisa y acomoda su castaño cabello.

El encargado de eventos del hotel y del bar se para en la tarima, toca el micrófono y carraspea para que todos le presten atención.

—Buenas noches, damas y caballeros. Nos alegra tenerlos aquí esta noche, estamos a menos 5 grados afuera, demasiado caliente para el clima usual —la gente ríe y el presentador sonríe ampliamente—. Para entrar en calor, además de sus deliciosas bebidas servidas amablemente por nuestros hermosas y hermosos meseros —señala a los susodichos que se mueven con diligencia entre las mesas, dejando con cortesía las bebidas, contribuyendo al ambiente relajado del lugar—. Denle un fuerte aplauso a nuestro artista preferido que hoy les trae un regalo especial.

Las mesas se llenan del ruido de los aplausos, algunas personas ríen, las mujeres jóvenes se sonrojan cuando un hombre alto, de porte elegante e increíblemente guapo sube a la tarima. Ajusta las mangas de su traje de tres piezas, pasa una mano por su rubio cabello, algo más largo que de costumbre, y le sonríe a su público.

El bar-tender podría jurar que algunas chicas, y uno que otro chico, perdió al aliento ante el gesto. Él mismo no puede evitar sonrojarse cuando los ojos del hombre, de un extraño azul dorado, se posan en él por breves segundos.

—Buenas noches a todos los presentes —saluda, una sonrisa ladeada toma posesión de sus labios—. Espero disfruten de la velada.

Las luces bajan un poco más, dejándolos casi en penumbras, y el sonido de un piano se deja escuchar a la vez que las palabras caen de sus labios como roció, hipnótico. Los presentes cierran los ojos y se dejan deleitar, incluso los meseros dejan lo que hacen para dejarse envolver por la letra de la canción, muy conocida por todos, pero nueva al mismo tiempo a sus oídos.

El cantante modula su voz al ritmo de la melodía, sus ojos vuelven al bar-tender que se sonroja aún más, embobado por la intensidad de la mirada.

Bill BubbléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora