LIAR • Yoonmin

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"Soy un arma de doble filo"

La noche había azotado su alrededor pero esta alma inocente aún seguía and ando por las calles de un vecindario ajeno al suyo, teniendo un gran camino por delante para un niño de su edad.

Sin embargo, había un ser que no lo iba a dejar libre y deseaba el placer. Distinguido por una cicatriz al lado izquierdo de su rostro, deseaba ver el líquido dulce y para comenzar se interpuso en su camino diciendo:

— Hola ¿Cómo te llamas? — junto con una sonrisa y un tono amable. Se presentó.

El pequeño niño se asustó en minoría pero al instante retomó su semblante risueño y respondió:

— Hola, soy Jisung — sonrió con esperanzas y brillo en los ojos.

— ¿Te parece si te compro un helado?

— Pero... — volteó a ver la calle desolada con solo la iluminación pública — Está de noche y necesito volver a mi casa. 

— No te preocupes, luego yo te llevo a tu casa. Conozco a tu mamá, de seguro que si te ve conmigo no habrá problema. 

— ¡Oh! De acuerdo entonces — siguió el camino a su mayor.

El pelinegro tomó la pequeña mano de Jisung y siguieron el recorrido del pavimento hacia la casa del mayor.

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— ¿Dónde está mi helado? — Jisung se sentó en el sillón apenas habían llegado a la casa del pelinegro.

— Tranquilo — tomó el dichoso helado de la refrigeradora y se lo extendió al niño — Toma.

Jisung lo recibió alegre el helado cremoso de vainilla y comenzó a lamerlo con entusiasmo.

— ¿Vamos a tu casa, Jisung? — tomó su mochila negra y se la colgó a los hombros — Le prometí a tu madre que apenas te diera tu helado te llevara con ella.

— Sí. Tengo un poco de sueñito — se frotó el ojo derecho con su puño, haciendo un puchero.

— Yo mismo te contaré una historia para dormir.

— ¡Sí! — se alegró y corrió a la puerta.

El chico pálido se acercó al niño y ambos emprendieron viaje a la futura tortura del pobre y aún inocente, Jisung.

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— ¿Dónde estamos, primito? — Jisung sujetaba la mano del mayor con fuerza, mirando por todos lados, cuidando su espalda. 

Por la continua insistencia de Jisung acerca de que nunca lo había visto y que su madre jamás le había hablado de él. Molesto, contestó que era un primo que había vuelto de Japón recientemente. Que su madre lo había estado buscando desde hace tiempo, lo había mandado a encontrarlo.

— Vamos a tu casa — contestó entre dientes, a punto de colapsar.

— Pero mi casa no está en el bosque — Jisung tenía demasiado miedo, escuchaba alguna rama y volteaba inmediatamente. Comenzó a llorar.

— Niño te callas y dejas de llorar o yo mismo te quito los ojos. Porque si que soy capaz de hacerlo.

Jisung comenzó a dar pequeño hipidos, juntando los labios en cada momento y no romper en llanto.

— Llegamos — sacó la llave oxidada de su bolsillo y procedió a abrir la puerta de madera de una cabaña en medio de un bosque.

— Hyung, esta no es mi casa — puchereó — ¿Dónde estamos?