Coffee | Namjin

Capítulo 1

Los americanos son amargos.
Pero no tanto como los expressos.
¿Por qué no podía tomar macchiattos para endulzar su vida?
No hay nada que lo haga.

El sonido de la alarma despertó a Namjoon aquella fría mañana, abrió los ojos con pesadez al ver la hora en su celular, tirando este de una forma bastante brusca soltando un gruñido, tal vez se rompería con la mala suerte que tenía; además debía salir de la comodidad de su cama.

Le gustaría quedarse allí por más tiempo, así evitando cualquier contacto con la humanidad, no quería seguir su rutina de siempre.

Su amarga rutina de siempre.

Aún algo somnoliento, se sentó en el borde de su cama intentando pensar en que haría aquel día, aunque su respuesta siempre era la misma cuando empezaba su rutina, absolutamente nada interesante.

Frunció el ceño y soltó un bufido algo frustrado por aquello, le gustaría encontrar una razón para vivir que no fuesen las estrellas, porque sabía que eso no le llevaría a nada, o al menos eso le habían dicho sus padres y la mayoría de la gente que lo rodeaba.

Tú destino.

Se abofeteó mentalmente al pensar lo anterior, no debía dejar que las personas echaran sus sueños abajo, debía seguir con ellos y cumplir todo lo que alguna vez se impuso.

Aunque su vida era amarga como el americano.

Pero él te enseñaría lo dulce de los macchiattos.

Se levantó de su cama estirándose, después de todo aún seguía con sueño, como todas las mañanas de escuela, dirigiéndose a su armario buscando así la ropa que usaría aquel día, acción de la cual no tardo en realizar debido a que el único color que tenía en su cómodaera el negro. De hace bastante tal color abundaba en sus ropas, pero no tan solo en ellas, si no también en su vida.

Dejó las prendas que utilizaría aquel día sobre su cama y caminó con paso lento hasta el baño, para allí darse una ducha de agua fría, intentando así despejar su mente de aquellos pesimistas pensamientos de alguna forma.

Luego de hacer todo el proceso de asearse y cambiarse a un atuendo más "decente" tomó su bolso colocándoselo en la espalda, para así bajar las escaleras entrando a la cocina su hogar.

Lo primero que vió fue lo mismo de siempre.

Un dulce desayuno preparado por su madre con aquella típica nota que decía lo mismo de todos los días.

«Te dejo este dulce desayuno para endulzar tu día. Ten un lindo día cariño.

-Mamá.»

Detestaba aquel pequeño detalle, cada día que su madre llegaba a casa se lo recordaba, no obstante ella seguía haciéndolo.

Detestaba las cosas dulces.
Porque su vida había dejado de ser así.
Su vida ahora era... amarga.

Ignoró cada detalle y salió de aquel lugar tomando el dinero que también le dejaba su madre y el otro poco que le daba su padre cada día. Ya con todo en mano salió de su hogar sintiendo la fría brisa chocar con su rostro al salir cerrando la puerta tras suyo.

No se colocó sus audífono, quería disfrutar de aquel ambiente que había generado la naturaleza.

Caminó arrastrando los pies por la fría vereda, después de todo era invierno y las calles de Corea se volvían bastante frías en aquellos tiempos; hacía el lugar destinado.