Capítulo 11

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-¡No me lo puedo creer!- repitió Louis a través del teléfono.

-¿Cuándo llegáis?

-Pues yo ya estoy en el tren camino de casa.

-Tengo ganas de verte- supe que estaba sonriendo, aunque no puediera verte.

-Y yo también.

Estuvimos hablando durante más de una hora. Hasta que colgó porque estaban llegando. Había insistido en ir a recogerle, pero Jay dijo que era mejor que me quedara y terminara de preparar las cosas para la fiesta de esta noche. Habíamos montado una fiesta enorme en el patio trasero de mi casa. Terminé de sacar la comida, puse las luces y retoqué los manteles.

-Te quiero- susurró en mi oido, haciendo que me sobre saltara.

Grité su nombre y me lancé a sus brazos. Él me abrazó con gusto y tardamos bastante en separarnos, estar lejos tanto tiempo había sido duro.

-Yo también te quiero- dije en sus labios.

Pasó un brazo por mis hombros y nos integramos en la fiesta. Al fin, a las cuatro de la mañana la casa quedó vacía, quedando Louis y yo recogiendo todo. Una vez hubimos terminado subí a mi habítación. Estaba tan cansada que no me había dado cuenta de que Louis me seguía. Entré en mi dormitorio, sin dudarlo pasé mi camiseta por encima de mi cabeza, haciendo que el camafeo rebotara contra mi pecho.

-Me alegro de que no te lo hayas quitado- dijo desde mi puerta.

-L-Louis- me tapé con la camiseta que me había quitado- vete.

-¿Quieres que me vaya?- puso cara de cachorrito.

-No, solo déjame que me ponga el pijama en paz.

Se dio la vuelta y levantó las manos en señal de paz. Me cambié lo más rápido que pude.

-Ya puedes mirar- se dio la vuelta y me miró sonriente.

-Entonces vamos a la cama- me guiñó un ojo.

-Primero tengo que quitarme las lentillas.

-¿Usas lentillas?- preguntó extrañado.

-Cuando volví, fui al médico porque me dolía la cabeza últimamente y me recomendó que me revisara la vista- expliqué, bajo su atenta mirada- y bueno, tengo un poco de miopía- frunció el ceño en un gesto de incompresión- no veo de lejos. Y me compré unas lentillas.

-¿Y las usas siempre? Sabes que no es bueno.

-No, tengo unas gafas, solo que no me gustan mucho- agaché la mirada.

-Déjame verlas- exigió.

Me di la vuelta y busqué en los cajones de mi mesita de noche. Saqué el estuche de las gafas, las cogí y me las puse. Me di la vuelta lenta, esperando su reacción.

-Estás genial- dijo sonriente.

-Ya, claro- suspiré, quitándomelas. Lo peor no era que me quedaban grandes, sino que eran de pasta negra; feísimas.

No le di tiempo a protestar, me di la vuelta y me metí en mi cama. A los pocos minutos sentí, las sábanas levantarse, para dejar entrar a Lou. Me giré, para darle la espalda; a lo que respondió con un gruñido. Pasó las manos por mi cintura y nos quedamos abrazados.

-¿Cuándo vuelves a Londres?- pregunté, no queriendo saber la respuesta.

-Dentro de una semana- susurró- no sé qué vamos a hacer....

-Yo sí- dije firme- pero será una sorpresa- me volví hacia él.

Cuando conseguí cerrar los ojos, sonó el despertador, sobresaltándome. Lo apagué con rapidez, para que Louis no se despertara también. Lo miré arrastrando la mirada por cada parte de su perfecto rostro. Tenía el pelo revuelto, y su boca estaba ligeramente abierta. Sus manos seguían abrazándome con fijeza. Me levanté con cuidado. Corrí hacia la cocina, allí cogí mi móvil y marqué el número de mi tía Judith.

-¿Diga?- dijo al otro lado de la línea.

-Necesito que me hagas un favor- exigí.

-¿No había otra hora para llamar?- preguntó irónica.

-Tu piso de Londres, ¿me lo prestas?

-Ya te lo presté hace dos semanas- se quejó.

-Lo dices como si no tuvieras ninguna casa donde quedarte- resoplé.

-Está bien, ¿cuánto tiempo?

-Hasta que encuentre otro- zanjé.

-De acuerdo, pero tu te encargas de todo, mantenimiento, comida, limpieza....- la tía era tan tacaña como mis padres.

-Vale- colgué de mala gana.

Nohla (Louis Tomlinson & Katherine Díaz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora