El pequeño lobo despertó quejándose un poco del dolor y observando el rostro que tenía delante de él.
Lo examino con detalle, piel muy blanca, cabello oscuro, unos finos labios rosados, una pequeña naricita, y unos ojitos cerrados.
Oh no, encontró un problema, olor a sangre.
Se levanto un poco con dificultad para quedar a su altura y comenzó a olfatear cerca de su rostro.
Si, ahora lo confirmaba, un vampiro, ¡¿Un vampiro ayudando a un lobo?! ¿Qué clase de loco haría eso?, bueno la respuesta era, el hermoso chico vampiro que tenia enfrente.
En su mente comenzaban a proyectarse las imágenes de películas de vampiros guapos y hombres lobo atractivos que peleaban por la hermosa chica, ¡Que cliché! Esperaba que esta historia no fuera a ser parecida.
Siguió olfateando al chico, pues un había un olor muy familiar en el y eso le resultaba un poco raro.
Hasta que determino algo, ¡Era el olor de su propia sangre! ¿Qué demonios le había hecho aquel vampiro?
Recordó que el jefe de su manada les dijo a los más pequeños que nunca se acercaran a los vampiros, ellos eran enemigos así que ¡¿Por qué lo ayudo?!
De pronto escucho un pequeño ruidito que lo hizo estremecerse. Un estornudo provocado por el descuido de dejar una de sus orejas muy cerca de la nariz del chico. El vampiro despertó y después de reaccionar a quien tenía enfrente lo empujo asustado, causando que el castaño cayera de espaldas al duro piso, sacándole varios quejidos por el dolor.
-¡Perdón!- Se bajó rápidamente del sillón y lo ayudo a levantarse.
-Tu, ahh- Un sollozo salió del castaño, levanto su mano y corrió la manga de su camisa, examinándola noto que en su antebrazo había una gran herida junto a varios moretones.
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El vampiro se acercó asustado hasta él y observo con detenimiento el brazo del otro.
-Ven a mi habitación, ahí tengo lo necesario para curar está herida, aunque te cures solo esto podría seguir doliéndote mucho si no lo atiendo- El pálido tomo la otra mano del lobo y lo guio por las escaleras hasta su habitación, abrió la puerta, la ventana estaba completamente abierta y la luz entraba hacia todos lados lastimando su vista.
-Oh déjame cerrarla- El pequeño lobo corrió hasta la venta y cerro la cortina para que todo fuera oscuridad de nuevo.
El vampiro corío hasta la mesa y tomo la vela desesperadamente logrando encenderla poco después.
-¿Qué paso, porque hiciste eso?- El lobo estaba confundido.
