Altibajos

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Ser trainee en una empresa es algo difícil, es algo que demanda tiempo y exigencias; más si le sumamos que su adolescencia se había ido y con veinticinco años debutar como cantante se volvía más un sueño que una meta real, todo se complicaba.

Aun así, Daehyun no había bajado los brazos, había audicionado en empresas pequeñas hasta que logró quedar en una, sus dotes natas más las clases de canto que había recibido en Busan en el tiempo que aún no empezaba a trabajar con su padre, le habían dado el pie como para que al menos, consideraran entrenarlo a pesar de no ser un jovencito esperanzado e ingenuo.

Sorprendió a más de uno cuando cada obstáculo que se le presentaba lo sabía sobrellevar, entrenando día y noche, clases de canto de nuevo, de actuación, de baile, e incluso tenía hasta reuniones para aconsejarle qué ejercicios debía hacer, cómo debía lucir y cómo desarrollar una personalidad carismática. Era estresante, agotador.

Aun extrañaba a sus padres no lo iba a negar, pero las ilusiones estaban puestas en su nuevo futuro. Había escuchado tantos cumplidos de parte de superiores que no cabía duda que su carrera artística tendría un buen porvenir. No existía tiempo para añorar un pasado que él mismo se encargaba de pisar continuando adelante con su caminar. Ya el invierno se había dispersado y otra vez el calor le sonreía en su vida.

Y todo cobraba color cuando, en la madrugada, llegaba al apartamento y observaba el suave cabello de su amado reposando en la almohada, respetando aún el lado de la cama vacío que él ocuparía. A veces le esperaba despierto, otras se quedaba dormido, cansado de la soledad.

Daehyun sonreía, entraba a la habitación, se quitaba la ropa y se acomodaba a su lado, embriagándose de su perfume al abrazarle. En momentos como esos, reinaba la paz.

Dormir junto a él era una bendición.

—   ¿Daehyun? — La suave voz llegó a sus oídos, se oía lejana y acolchonada por el zumbido de éstos al despertar

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— ¿Daehyun? — La suave voz llegó a sus oídos, se oía lejana y acolchonada por el zumbido de éstos al despertar.

Abrió con pesar sus ojos y observó la claridad, sobre su cabeza los ojos del menor le miraban expectantes, parecían vacíos, tan faltos de cariño al igual que aquellos gorditos labios rosa fresa que mantenían esa mueca seca.

— ¿Youngjae? ¿Qué hora es?

— Es temprano, no te preocupes. Te da el tiempo bien para aprontarte y desayunar antes de irte. — Soltó un suspiro para al final darle una palmada en el muslo a Daehyun.

Se sentó en la cama aún con pereza, su mano fue directo a la sien donde intentaba procesar lo ocurrido. ¿Youngjae despierto antes que él? algo no cuadraba, quizá en un universo alterno era posible, pero tratándose de su Youngjae, eso no cabía en las posibilidades.

Su estadía sobre el suave colchón no la demoró más; rápido se preparó, tendió su cama, se dio una ducha y tras mirarse vagamente en el espejo se vistió. Su cuerpo estaba cambiando, empezaba a notar esas horas de trabajo en los músculos que se desarrollaban en su físico.

Resiliencia ~Mensajes de un Destino~Where stories live. Discover now