Mucho gusto

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Dos días pasaron para que esa cita se completase, aun confundido y algo inseguro se aventuró a hacerle caso a su amigo. Las palabras de Junhong habían calado profundo en él.

Ya no se reconocía frente al espejo cuando se veía, con esa mirada perdida de amargura, con la sonrisa extraviada y sus ojeras marcadas; antes, cuando no creía en el amor, cuando las parejas solo eran momentos compartidos en la vida que a veces, seguían hasta la muerte y otras se separaban en dos caminos, no se veía así, se encontraba más vivo y más lúcido.

Maldecía en lo que se había convertido, pero no se arrepentía de haberle conocido. Ante esa repulsión, que verse a sí mismo le provocó se enfrentó a la realidad. Había tocado fondo, Junhong se preocupaba por él, y ese reciente boleto a la felicidad que apareció, llamado Himchan, solo le estaba dando la oportunidad de avanzar; por eso la tomó. Se aferró a ella como un náufrago a su balsa, buscando salir del océano que con tanta agua le rodeaba, mientras su garganta se secaba en sed.

Se aferró tanto, que perdió los sentidos.

Se había hartado de leer mensajes durante todo un año, viviendo en una cueva como ermitaño alimentándose de letras escritas en una pantalla; se había cansado de estar solo sin nadie que le viese a los ojos o le hiciese una caricia. Tanto así que cada vibración de su celular era opacada con una copa de fuerte alcohol en el pub donde Himchan le llevó.

Sí, en la primera cita Youngjae se emborrachó, perdió el equilibrio y la razón, fue un desastre por completo, lloró, gritó y hasta se carcajeó por cosas tan banales como absurdas. Por eso cuando Himchan vio que ya era muy notorio su deplorable estado le llevó hasta el apartamento donde vivía.

Tras una odisea luchando con la cerradura al mismo tiempo que sostenía el grácil cuerpo del menor en sus brazos, entró al apartamento cargándolo como a una novia, y trancó la puerta a base de una sutil patada. La cabeza de Youngjae colgaba y entre risas las náuseas parecían subir sintiendo que la habitación le daba vueltas por completo desde esa posición.

— Bá-bájame — Movió sus manos nervioso ante la idea de que el vómito se le escapase.

— ¿Seguro?

Asintió varias veces y Himchan lo bajó. Cuando sus pies tocaron el suelo la habitación tembló, se tuvo que aferrar al mayor apretando sus hombros con fuerza. Cerró sus ojos abriéndolos más grandes después, procesando de a poco su nueva posición.

Estar así, con alguien, era algo que hacía mucho no le sucedía, la cercanía de un cuerpo junto al suyo, el calor humano que se transmitía a su piel, el sentir la tela de la ropa de otra persona rozando su cuerpo. Youngjae suspiró mientras sus castaños ojos miraron al mayor deteniéndose en cada parte de su rostro. Debía admitir, Himchan era más que lindo.

Guapo, con curiosos ojos negros, profundos y pasionales, sus labios formados, tan delineados como si fuesen maquillados, y su blanca piel contrastando con ese oscuro y suave cabello.

De verdad era atractivo, Junhong tenía razón cuando se lo decía.

Tragó saliva de forma sonora al sentir las manos del otro en su cintura; de seguro solo deseaba sostenerlo para que no cayese ante su estado de ebriedad pero, Youngjae se sentía distinto. ¿Cuánto tiempo hacía que nadie le abrazaba así?

Cerró sus ojos y en la necesidad de un afecto acercó sus labios a los ajenos, que, ni tonto ni perezoso Himchan aprovechó para besarle.

Su beso no supo igual a los de Daehyun, y una fuerte angustia apresó su pecho. Apretó los párpados e intentó ignorar sus pensamientos y recuerdos que punzaban en su mente como una aguja infectada en culpa, buscando ocultarlos entre las arenas de esa ardiente boca.

Resiliencia ~Mensajes de un Destino~Where stories live. Discover now